Ordené el platillo menos extraño en el menú y dejé que la cena fluyera con normalidad tratando de alejar los nervios que provocaba la mirada de Nicholas sobre mí. Gracias a Dios, Charlie me ayudó bastante y a pesar de su increíble parecido con su hermano, me sentí un poco más tranquila conversando con él.
Astrid por el contrario se pasó la noche tratando de mortificar la existencia de mi madre, mientras que Elliot se la pasó conversando animadamente con Mary-Kate, ignorando por completo a la arpía de su esposa. La cena transcurrió sin ningún percance, gracias al Cielo.
Cuando volvimos a casa, Elliot y Nicholas nos acompañaron. Astrid se marchó molesta a casa y Charlie tuvo que acompañarla para evitar que tuviera un episodio parecido al que tuvo cuando se entero de la admisión del hermano de Nicholas al ejército.
Elliot y mi madre entraron a la casa con el pretexto de que Mary-Kate le mostrase las nuevas molduras del baño, mientras que Nicholas y yo nos mantuvimos en el porche.
—Te ves muy bonita hoy, El. El embarazo te sienta bien —comentó.
Sonreí.
—Eso me dijo tu hermano.
Él no dijo nada. Simplemente se acercó a mí, justo como lo había visto acercarse a otras chicas; su rostro a escasos centímetros del mío y sus ojos fijos en mis labios.
Mi corazón latió con fuerza dentro de mi pecho.
Noté que había algo distinto esa ocasión. Parecía que Nicholas, el donjuán de la preparatoria Thomas Fell, tenía miedo. Parecía como si estuviera aterrado y a la vez fascinado por besarme; aterrado por no saber cómo actuar y fascinado por posar sus labios sobre los míos.
Sin embargo ya sabía lo que se avecinaba. Nicholas intentaría salir conmigo, llevarme a la cama y abandonarme. Haría exactamente lo mismo que había hecho con decenas de chicas anteriormente y yo no estaba dispuesta a eso.
Me retiré unos pasos atrás.
—¿Sucede algo? —preguntó.
—Nada —dije sacudiendo la cabeza—. Es sólo que resultaría raro…
—Lo…lo entiendo —parpadeó.
Antes de que pudiera replicar algo, Elliot y Mary-Kate salieron botados de risa, sin siquiera notar la tensión que había en el ambiente.
—¡Está completamente loca esa mujer! —exclamó Elliot y mi madre rió aún más fuerte.
—¿Cuál mujer? —preguntó Nicholas.
—Tu madre —replicó Elliot—. Le estoy contando la vez en la que la engañó el charlatán ese y le dijo que se debía de hacer una vasectomía con urgencia y ella aceptó operarse ese mismo día.
Nicholas enrojeció.
—¿Nos podemos ir ya?
—Ya voy, hijo —sonrió afablemente su padre—. Un gusto, Mary-Kate. Siempre es un placer charlar contigo.
—¡Qué va! El placer es mío.
—Hasta luego, Eleanor. Espero verte pronto antes de que te marches a la universidad.
—Muchas gracias, señor Hayes. La cena fue muy linda.
Él me sonrió con ternura.
—No tienes nada qué agradecer, eres como una hija para mí. Nicholas, vámonos.
—Hasta luego, señora Evans —se despidió.
—Nos vemos, cielo.
—Eleanor —dijo Nicholas a modo de despedida.
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Sólo tú.
Romance¿Existe la amistad entre un hombre y una mujer sin que uno termine enamorado del otro? Desde niños Eleanor Evans y Nicholas Hayes han sido mejores amigos y nunca enamorarse del otro había significado un problema. Al menos hasta que sus sentimientos...