Cape May, New Jersey.
2063.
Cuando abro los ojos, lo primero que veo es un ventilador oscilante que se balancea peligrosamente de un lado a otro. Sé que debí de haberlo ajustado desde hace varios meses pero sencillamente lo he olvidado. Últimamente olvido muchas cosas. Por ejemplo, la semana pasada me pidió Cassie, mi hija, que recogiera al pequeño Jamie y ¡bam! Dieron las diez y me llamó molesta por haber dejado al niño en el campo de fútbol bajo la lluvia. Realmente no lo había hecho a propósito, simplemente lo había olvidado.
Agh, supongo que es la edad. Posiblemente sea eso.
Me incorporo lentamente y escucho crujir mis articulaciones. Suspiro y me arrastro al baño. En el espejo veo que mi rostro ha cambiado demasiado en comparación con una de las muchas fotos de mi juventud que conservo en una de mis gavetas. Dejé de ser castaño para tener el cabello blanco; dejé de tener esos ojos vivaces y curiosos ojos verdes, para tenerlos marchitos y cansados; mi piel está arrugada y cada vez soy más pequeño. Odio ser un viejo.
Después de hacer mis necesidades, tomo una ducha larga y me pongo ropa limpia. En la mesa del comedor, Cassie ha dejado café, tostadas y el periódico del día. Ella como cada mañana se ha marchado con el pequeño Jamie a tratar de recuperar sus vidas después de la muerte de mi Eleanor. Sin duda alguna ha sido bastante difícil para ellos continuar adelante. Perder a una madre y a una abuela, es terrible pero, perder al amor de tu vida, a la persona con la que pasaste los últimos cuarenta años es mucho peor. Al menos lo es para mí.
Trato de alejar esos pensamientos de mi cabeza y me concentro en mi desayuno y en la lectura del periódico. Realmente desayunar solo apesta. Supongo que por primera vez en mi vida nadie me interrumpe, nadie conversa conmigo y nadie está cantando. Por vez primera en la casa hay un silencio absoluto, tan sepulcral que me atemoriza hacer ruido.
Han pasado dos meses desde la muerte de Eleanor y no logro habituarme a una vida sin ella. Extraño tanto verla cocinar mientras baila y canta alguna canción de su juventud. Extraño la manera en que interrumpía mi lectura con trivialidades y cómo se enfadaba si no le prestaba atención. Extraño su risa más que nada en el mundo. Creo que es y será la más bella melodía que nunca volveré a escuchar.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas, silenciosas. Supongo que nunca lograré habituarme a su ausencia.
Termino de comer y dejo mi plato en el fregadero. Enciendo el viejo estéreo de mi mujer y escucho a Joshua Radin cantar la canción que bailamos en nuestra boda: "Only You". Aún está puesto aquel último casette que escucho antes del peor día, no me atrevo a quitarlo, sencillamente no puedo hacerlo. Tampoco me gusta escucharlo pero en esta ocasión no lo detengo. Me dejo llevar por la música mientras cierro mis ojos y me transporto a través de todos estos años a aquella tarde, la tarde en la que la volví a ver.
Iba hermosa. Su cabello pelirrojo caía sobre su espalda descubierta y la hacía ver un par de años más joven. Ante mis ojos, en aquellos tiempos tan despiertos, era la mujer más guapa en todo el mundo.
Avanzamos en silencio con una sonrisa en nuestros rostros. Ella caminaba segura hacia mí y yo casi corría hacia ella.
Recuerdo haberme detenido a unos centímetros de Eleanor.
-Llegas tarde -le dije.
-Tardaste veinte años en decirme que estabas enamorado de mí, sólo tú esperas tanto tiempo en decir algo tan crucial como eso -contestó-. Por lo tanto, tú eres el impuntual.
Me encogí de hombros, sonriendo y con los ojos en blanco.
-Sólo tú puedes reprochar mi impuntualidad y arruinar el momento más romántico de nuestra vida -reí.
-¿Lo es? -se burló.
-Por supuesto, te confesé mis sentimientos y viniste a este lugar.
-Porque tenía hambre -se excusó-. Además es sábado en la mañana y no podía perder otra cita contigo.
-¿Es una cita? -tercié.
-Esta vez te dejaré pagar lo que automáticamente lo convierte en una cita -rió.
Ambos guardamos silencio.
Sus ojos brillaban y me observaban pícaramente, esperando a que hablara o hiciera algo. Yo sólo sonreía estúpidamente.
-Lamento la tardanza.
-Vamos, Nicholas, sólo fueron veinte años. Aún nos queda tiempo -musitó, acercándose peligrosamente hacia mí.
-¿Cuánto? -pregunté, cogiéndola suavemente de la mano.
-El resto de nuestras vidas -dijo antes de besarme.
Nos besamos bajo un cielo azul de primavera; frente a la cafetería que nos había visto reír, llorar y platicar; con la certeza de que ese no era el final de la historia, sino de que ese sólo era el principio de nuestras vidas.
Ella se separó de mí y sonrió con ternura.
-Siempre fuiste tú, sólo tú -declaró con vehemencia.
La canción deja de sonar y yo sólo me quedo en la cocina, en silencio, dejándome envolver por última ocasión en nuestra historia. En nuestra historia de amor.
***
Queridos lectores:
Soy yo de nuevo, yo y mis torpes palabras. ¿Cómo han estado? Espero que de maravilla porque yo estoy muy emocionada por esta nueva novela y por este nuevo año que parece ser igual de bonito que el 2013.
¿Qué les pareció el prólogo? ¿Muy cursi? Prometo mantener mis niveles de cursilería bajos :). Les quiero dar algunos avisos acerca de la novela. En cuanto a las actualizaciones, ya volveré al infierno, digo a la universidad (broma, en verdad amo mi vida universitaria) y se me complicarán los horarios pero espero poder actualizar al novela semanalmente, es por eso que les pido muchísima paciencia.
Les agradezco de antemano sus votos y comentarios, me llena de dicha saber si les ha gustado y si hay algo que no les cuadra, soy toda oídos. ¡Gracias a todos por su apoyo en mis dos novelas anteriores! Son los mejores, lectores míos.
Les dejo mis redes sociales por si me quieren preguntar cosas o por si quieren leer otra faceta mía.
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Twitter: https://twitter.com/17MelissaGarcia
Les mando un enorme abrazo, mis mejores deseos este año.
Los adoro,
M. P. García xx :)
ESTÁS LEYENDO
Sólo tú.
Romance¿Existe la amistad entre un hombre y una mujer sin que uno termine enamorado del otro? Desde niños Eleanor Evans y Nicholas Hayes han sido mejores amigos y nunca enamorarse del otro había significado un problema. Al menos hasta que sus sentimientos...