Cuarenta y cinco.

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Tercera parte.

Querido Charlie:

Me cuesta trabajo pensar que hace una semana estábamos juntos. ¿Cómo va todo allá? ¿Ya se deshicieron de tu cabello castaño y te entregaron un arma? Mejor no me respondas eso. Sólo si ya te raparon y si ya tienes amigos: quiero que me cuentes cómo es estar allá. ¿Los levantan a las cinco de la mañana? ¿O más bien a las "quinientas horas"? ¿Los militares son así de gritones como en las películas? Espero que me respondas y me cuentes a detalle cómo es allá (claro, excepto la parte de las armas).

Si te interesa saberlo, he tenido una semana bastante intensa.

Todo comenzó el domingo en el que te fuiste. Nicholas y yo volvimos a hablarnos. Llegó por la noche a nuestro piso en el barrio chino estúpidamente ebrio. Creo que nunca había tenido el placer (¡ja!) de verlo así y espero no volver a tenerlo. Estaba insoportable pero no dejó de pedirme disculpas y supongo que no puedo vivir sin él (no le digas que dije eso, por favor) y terminé aceptándolas. ¡Lo extrañaba tanto, Charlie! Me dio tanto gusto que las cosas volvieran a la normalidad entre los dos, que volviéramos a bromear y a reírnos como antes. Ya no estaba la estúpida de Claire, ni Mark, ni nadie. Sólo éramos él y yo. Claro, sólo faltabas tú.

Pero bueno, basta de ponernos sentimentales y déjame continuar con mi relato. Si pensabas que tenía una enorme barriga sólo porque como mucho, ¡estás equivocado! Cuando pensaba que lo que tenía era un embarazo psicológico y no uno real, ¡el bebé dio señales de vida! Estaba muy asustada cuando comenzó a patear. Pensé lo peor y tuve mucho miedo, Charlie. No quería que nada malo le pasara al bebé y me puse como histérica... Por un momento pensé en todo lo que me perdería si a él le pasara algo. Jamás lo o la vería dar sus primeros pasos, ir al jardín de niños, ir a un baile... Y luego me di cuenta que he sido una mala madre. Nunca me había puesto a pensar en cómo quisiera que se llamara o cómo quisiera que fuera. Todo era jodidamente extraño para mí que ni siquiera me puse a pensar en todas esas cosas. Me refiero a que mi vida ha cambiado mucho. De Cape May a Nueva York han pasado tantas cosas y no me había detenido a pensar en esas cosas que piensan las embarazadas y entonces, ahí, con el miedo de que algo malo sucediera, el chip se activó. No es que ahora sea una embarazada súper cursi pero ya he pensado en nombres y cómo me gustaría que él o ella fuera y aunque no lo he dicho en voz alta, ni siquiera a tu hermano, te lo diré por aquí.

David me obsequió un libro con nombres y sus significados el día en el que el bebé comenzó a patear (este hecho se lo atribuyo principalmente a Nicholas porque siempre que está cerca, el bebé enloquece) y he leído algunos que me gustan mucho. A continuación te los enlisto:

Si es niña:

-Diane

-Bree

-Gabrielle

Si es niño:

-Joseph

-Alex

-Colin

-Mark

El último es una broma, obviamente. Creo que ni aunque me dieran un puto millón de dólares aceptaría llamarlo así. Suficiente es que ese bebé comparta el cincuenta por ciento del jodido ADN de Mark Jacoby. Pero en fin.

Al bebé lo imagino pelirrojo y con muchas pecas. Quiero que tenga los ojos enormes de mi madre y que esté sano. Me gustaría que le gustara leer y que su autor favorito sea Stephen King. También que ayude a los ancianos y que estudie medicina de grande y que tenga un gran hospital o que llegue a la Casa Blanca. ¡Cualquiera de las dos cosas me parecen perfectas! Pero sobretodo quiero que sea muy feliz. Que ame cada cosa que haga y que ponga su corazón en todo. ¡Que no tenga miedo! Que sea valiente y se atreva a hacer muchas cosas, a decir muchas cosas. Que nunca calle nada. También me gustaría que preste mucha atención en sus clases de educación sexual en el instituto, cosa que yo no hice aparentemente, jajaja.

Sólo tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora