Su mirada era dominante; siendo esta, la que haría que lo siguiera.

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A veces la sensación de ser feliz no es como lo soñamos.

Como la pintan tus padres, peor verla en Internet. Planificar un encuentro no es llegar ante los sentimientos que empezarán a existir.

Y por supuesto prohibir a un alma joven solo hace que se plantee más intrigantes por la prohibición, provocando que a escondidas descubras por la necesidad un poco más.

Ese poco se convertirá en adicción si es que no medimos hasta donde podemos llegar.

*****Las alas de la inocencia*****



Narra Rubén.



-Ya estás listo? –Escuchaba a papá decir mientras toma las llaves del carro para dirigirnos a la iglesia.

Hace poco he cumplido los 15 años. Papá es el pastor de la iglesia. Un hombre muy respetado.

La verdad aunque quiero decirle que quiero dormir un poco; más no podría ante, su urgencia por ser su hijo y poner el ejemplo a los pocos adolescentes del pueblo.

Llegamos a la iglesia y la charla que él tendría previa a la misma haría que esperase en los pasillos.

Escuchaba cada cosa.

Respiraba recuerdos de ya por mucho estar en los mismos pasillos con papá, una vida solitaria para ambos luego de que mamá lo dejase entre los mortales.

No diríamos nada más de ella al menos porque sabía que a él le afectaba los recuerdos.

Ir al instituto era la normal.

Nunca pasa nada en ese lugar.

No hay magia ni algo que me motive a ver por fuera de la ventana mientras las hojas se desprender por el otoño que llega tan lento como las mismas hojas caídas una por cada hora.

Salía del instituto escuchando a papá que debía ir a la ciudad, que queda junto al pueblo.

Era acaso cierto lo que escuchaba?

Sus indicaciones eran de la lista del curso donde me ha metido los sábados en la mañana cosa que no era que me terminase de agradar, pero si el ir a la ciudad.

Él era un tipo que me cuida demasiado y no permite que me aleje ni un instante de él.

Esperaba el dinero que me daría mientras veía a muchos hombres preparar algo en la iglesia y escuchando de su parte decirme que no podrá ayudarme esta vez.

-No te distraigas y no me llames ya que estaré todo el día preparando las cosas. Ve a casa y termina tu tarea.

Iría a comprar las cosas.

Era la oportunidad perfecta para agarrar la patineta, cosa que a papá le disgusta y piensa que la he tirado.

Aun con el uniforme de la escuela religiosa podría sentir el viento golpear mi rostro.

Encontraba la tienda para comprar un libro y colocarlo en la mochila ya que deberé volver el día de mañana, pues que se han agotado.

Guarde la patineta en la mochila para entrar y caminar por la ciudad aprovechando que siempre he querido experimentar no estar con un adulto.

Rompe mis alas. /RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora