PRÓLOGO

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Caminaba deprisa, mirando todo a su alrededor, que de pronto le pareció más colorido que de costumbre. La gente iba de un lado a otro, con bolsas de compras, paseando a sus mascotas, hablando por el móvil,... Se oía el cantar de los pájaros y el sol brillaba con fuerza. Todo hacía presagiar que iba a ser un gran día.

Cuando salieron las listas con los nombres de los que iban a hacer las prácticas y el lugar correspondiente donde realizarlas, tuvo que leer sus datos varias veces para corroborarlo. No se lo podía creer. Le había tocado uno de los hoteles Bassols que era, sino la más importante, una de las más prestigiosas cadenas hoteleras.

Y allí que iba, a uno de sus hoteles de cinco estrellas, situado frente al mar. Se sentía tan privilegiada y tan feliz de comenzar esa nueva etapa que nada podría cambiar su estado de ánimo.

Al encontrarse frente a la gran puerta de hierro forjado, tomó aire varias veces, se armó de valor y entró. Tras la puerta de hierro había unas puertas de cristales automáticas y una vez se abrieron para que ella pudiese pasar sonó una pequeña melodía de aviso.

-Bienvenido al Hotel Bassols Costa del Amanecer. A su izquierda tiene la recepción para cualquier información que necesite. Gracias por confiar en nosotros y que disfrute de su estancia.- A continuación ésa melosa voz, agradable tenía que decir, procedió a dar el mismo mensaje en diferentes idiomas. ¡Qué categoría!

Como le habían anunciado, decidió ir hacia la recepción, no sin reparar en el magnífico decorado del interior. Numerosas alfombras de tonos rojizos se extendían por el suelo, tan lujosas que le atemorizó el que sus zapatos pudiesen mancharlas. Una increíble lámpara de araña adornaba el centro del salón, en el que había numerosos sofás de piel beige distribuidos cada uno con su mesa de té correspondiente y con dos sillas, tapizadas a juego, que se situaban frente a cada uno de ellos. Las paredes se adornaban con unos inmensos cuadros que reflejaban personajes propios de siglos anteriores, por el ropaje tan distinguido que vestían. Todo llamaba su atención, por lo ostentoso de la decoración y porque parecía como si el edificio en sí estuviera fuera de lugar, pues semejante ornamentación no es precisamente lo que se encuentra uno en un típico hotel situado frente al mar. Suponía que sería una de las muchas características que hacían que los hoteles Bassols fueran de los primeros en ser elegidos por clientes que buscaban algo diferente. Eran simplemente joyas arquitectónicas.

Al escuchar que se repetía el mensaje de bienvenida, salió de su ensueño y miró el reloj. "¡Dios, voy a llegar tarde estando dentro del hotel! Se giró bruscamente y chocó contra lo que le pareció un muro de piedra. Se llevó la mano al pecho, ya que realmente se había golpeado fuerte y miró a su obstáculo. Era un hombre que la miraba desde una altura superior a la de ella. Su cabello era tan negro como la oscuridad y lo llevaba cortado a capas, por lo que el flequillo le llegaba a las mejillas. Le sorprendió su mirada negra y profunda, además de su elegante traje del mismo color.

-Disculpe.- Tenía que darse prisa. No podía dar una impresión de impuntual el primer día. El hombre torció una sonrisa, a decir verdad, le pareció bastante diabólica.

-Mire por donde camina en lugar de soñar despierta.- Su voz retumbó en la sala. Era una voz grave e imponente. Pero antes de que ella se volviese a disculpar, el hombre se marchó con paso decidido hacia los ascensores, que se situaban en el extremo opuesto de la recepción. Sus pisadas habían dejado eco incluso sobre la alfombra. Tendría que tener cuidado con él si se lo encontraba de nuevo. Un escalofrío, propio del mes de Diciembre le recorrió el cuerpo. No parecía estar en Junio.

Dejó de cavilar y se fue a la recepción, cuyo mostrador era una enorme base de mármol negro que se dejaba caer sobre madera beige. Todo parecía muy conjuntado.

El Caballero OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora