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Después de haber descansado toda la tarde y haberse estado preparando mentalmente para afrontar su nuevo turno, con muchas menos responsabilidades porque supuestamente no era capaz de nada más, Ayna se quedó petrificada ante la noticia.

-¿Cómo?- Su tía hablaba mientras se ponía el uniforme.

-Lo siento Ayna, pero yo también tengo turno de noche en el hospital, y me han designado que cubra las urgencias. En esta ocasión, no puedo hacerme cargo de Isola.- Preparó su bolso y cogió las llaves del coche.

-Pero tía Beth.- Sentía una opresión en el pecho. Sólo era capaz de imaginarse a Isola frente al director. De esta sí que no se libraba, estaría de patitas en la calle en menos de una hora y lo que era peor, sin referencias.

-Para ti será más fácil. Como trabajas en el hotel, tan solo tendrás que ocuparte de dormirla en una habitación que esté libre y nada más.- Su tía se acercó a ella, le puso las manos en los hombros.- Cuento contigo ¿no?- Ayna asintió, no le quedaba otra.- Muy bien.- Le dio dos besos y se dirigió hacia la salida.- Nos veremos por la mañana. Ten cuidado.- Y sin más se fue.

-Tía Beth no me va a contar un cuento para dormir.- Ayna se giró. Su hermana de cuatro años estaba descalza con el pijama y abrazada a un enorme peluche haciendo pucheros. Soltó un suspiro.

-Isi, hoy vamos a dormir en un castillo, ¿qué te parece?- La pequeña dejó inmediatamente los pucheros para abrir enormemente los ojos.

-¿Como el de las princesas?- Ayna se acercó a ella y se agachó para quedar a su altura.

-Sí, como el de las princesas.- Miró el reloj.- Debemos irnos ya, porque si no, no nos abrirán las puertas, ¿vale?- La niña hizo un exagerado gesto de afirmación. Ayna cogió el bolso que tía Beth había preparado previamente con sus cosas.

Isola agarraba fuertemente su mano al caminar en dirección al hotel. Ayna sentía que cada vez estaba más metida en la historia que le estaba contando.

-¿Hay un tesoro en el castillo?

-Puede ser, pero no debemos buscarlo.

-¿Por qué? A mí me gustan los tesoros.

-¿Sabes? Resulta que debemos portarnos bien, si no, no nos dejaran entrar.

-¿Y el príncipe, dónde está?- Le pasó por un instante la imagen del director del hotel.

-Más bien es un caballero oscuro.- Lo dijo más para sí misma que para la niña. Enseguida se dio cuenta de su error cuando vio su carita asustada.

-¿Es malo?- Se paró junto a ella, cuando llegaron a la entrada del hotel.

-Te voy a contar un secreto, pero no se lo debes contar a nadie ¿vale?- La pequeña asintió.- Resulta que el dueño del castillo está hechizado por una malvada bruja. Pero no nos hará daño porque sabe, que en el fondo, todos buscan el hechizo que le devuelva a la luz, porque es un caballero oscuro. Debemos mantenernos alejadas de él.

-¿Si?

-A ha.- Cogió la mano de su hermana.- Vamos, entremos al castillo.

La niña miraba todo con curiosidad mientras Ayna le explicaba a Noida las circunstancias que le habían llevado a semejante situación. Finalmente decidieron instalar a la pequeña en la habitación que correspondía al recepcionista de noche. Estaba justo en la planta baja, bajo la opinión de Ayna, bastante escondida, pero no podía pedir más.

-¿Veremos a la princesa?- Isola abrazaba al peluche mientras cerraba poco a poco los ojos. Ayna retiró las sábanas. Era una noche muy calurosa.

-Sí mi amor, veremos a la princesa mañana.- Le dio un beso en la frente al tiempo que oyó la campana de recepción.- Ahora duerme.

El Caballero OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora