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DOMINGUITO TRANQUILITO, IDEAL PARA LA LECTURA. ;)


Tardó un poco más de lo normal en abrir los ojos, sentía los párpados así como sus miembros ligeramente más pesados. Contempló extrañada el lugar donde se encontraba y adquirió conciencia de lo sucedido. A través de las ventanas se filtraba la luz de los faroles del exterior. Era de noche. Vislumbró una figura en la esquina y se incorporó sobre sus codos para intentar ver mejor.

—¿Dominic?—Aquel hombre se acercó lentamente a la cama y Ayna suspiró—. Nathan..., ¿dónde está Dominic?

—No tardará mucho en llegar..., teníamos que resolver la... situación.—Le sonrió—. ¿Qué tal se encuentra?—Ayna se recostó de nuevo, percatándose de que tenía puesta una vía con un gotero.

—Estoy perfectamente, gracias.—Se hizo un silencio—. ¿Qué tal está Patrick?—Nathan pareció incómodo.

—Está fuera de peligro, pero bastante perjudicado.

—Aún no creo lo que vieron mis ojos. Jamás había visto a una persona tan fuera de sí. No sé qué es lo que le pasó.—Se cubrió los ojos con la mano.

—En realidad es más simple que todo eso. Digamos que sucumbió a la presión que llevaba acumulando y terminó cayendo en las provocaciones. No sea demasiado severa con él, señorita.—Ayna le miró de soslayo.

—No hace falta que me hable de usted. Y no..., no tenía intención de ser severa, más bien me tiene preocupada.—Nathan miró hacia la puerta y sonrió.

—He de marcharme.—Se despidió con un gesto de la cabeza.

—Gracias, Nathan.—Este salió y Ayna se quedó contemplando la habitación. Se abrazó las piernas y prefirió no reflexionar acerca de lo acontecido, aunque fracasó estrepitosamente. No alcanzó a oír lo que Patrick le susurró a Dominic, ¿tan grave sería para despertar semejante reacción en él? Fue, entonces, cuando Nathan lo agarró de los brazos y aún imprimiendo toda la fuerza de la que fue capaz, necesitó que aquel hombre saliese del taller y le abofeteara varias veces hasta lograr traerle de vuelta, desde allá donde se había perdido. Ayna se abalanzó rápidamente sobre el cuerpo de Patrick para hacerle volver en sí, sin lograrlo. Y cuando miró hacia Dominic, se le quedó grabada aquella expresión produciéndole unos escalofríos que le recorrieron la espina dorsal. Sus ojos prácticamente plateados de ira, sus músculos en tensión, la mandíbula apretada... No parecía un hombre, le recordó más bien a un animal acorralado que luchaba a diestro y siniestro por sobrevivir, sacando sus colmillos ante la amenaza. Entonces comenzó a respirar agitadamente y se percató de que estaba siendo una crisis de ansiedad cuando le faltó el aire. El contemplar el estado en el que había quedado Patrick aumentó su crispación. Completamente ensangrentado, no se apreciaba su rostro, y al ver que tras insistir no había reacción el pánico se apoderó de ella. Una vez llegó al hospital le administraron un sedante, y creía estar recuperada al poco tiempo pero gracias al chequeo médico se supo su estado, así pues le hicieron un ingreso para asegurarse el bienestar del bebé. Suspiró. Gracias a Dios no habían llamado a su tía pues teniendo en cuenta sus antecedentes, era muy probable que la ingresasen a ella también. Y allí se encontraba, en una magnífica habitación de un hospital privado. La puerta se abrió despertándole de sus cavilaciones. Contuvo el aliento.

Dominic se acercó y se quedó de pie, mirándola sin decir nada. Observó el gotero, la vía en su brazo y tragó saliva. Se acercó despacio mirándole a los ojos. Ambos contemplándose, ambos en silencio. Fue entonces cuando se arrodilló en el suelo y abrazó sus piernas dejando escapar un suspiro.

El Caballero OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora