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HOY ME SIENTO GENEROSA, JAJAJA. A MÍ LOS DOMINGOS DE LLUVIA ME ENCANTA LEER ASÍ QUE AQUÍ OS DEJO EL FINAL.

HA SIDO UN PLACER PARA MÍ, DEJAR MI TRABAJO PARA QUE DEBORA LIBROS COMO YO, PUEDAN LEER LAS HISTORIAS QUE SALEN DE MI MENTE.

ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO.

BESOS.



La puerta de su despacho se abrió de golpe haciéndole sobresaltarse y apartar la mirada de su trabajo.

—¿Qué quiere decir Noida con que se marcha?—Se acercó con rapidez y plantó sus manos en las caderas esperando a una respuesta. Dominic se acomodó hacia atrás en la silla y apoyando los codos sobre los reposabrazos, entrelazó sus dedos.

—Buenos días a ti también —dijo con ironía. El levantamiento de ceja que recibió le hizo suspirar—. La inauguración del Hotel Paradise es la próxima semana y debido a mi... nueva situación personal, ella ha decidido asumir su dirección. Así pues, pasará a gestionar todo lo relativo a la nueva adquisición.—Carraspeó—. ¿Tienes algún problema con ello?—Vio cómo relajaba su expresión.

—No..., bueno..., esperaba poder seguir trabajando codo con codo con ella.—Ahora fue el turno de Dominic, quien levantó ambas cejas.

—¿Prefieres que sea yo el que me vaya a Ginebra?—Ayna achicó los ojos.

—¿Lo harías?—Él se encogió de hombros.

—Alguien debe dirigir el hotel durante un tiempo, aunque finalmente nombraré a un subdirector, siempre soy yo el que coordino absolutamente todo. Desde que inauguro un nuevo proyecto hasta que este funciona exitosamente, me gusta estar al frente.

—Bueno y... ¿qué tengo que hacer ahora?—Seguramente él sabía perfectamente que su plazo de becaria había acabado. ¿Qué sería de ella? Dominic le sonrió y se levantó.

—Tu supervisora será Brigitte.—Ayna levantó una ceja. Él continuaba acercándose poco a poco, con sus manos en los bolsillos, una sonrisa enigmática.

—¿Quiere decir eso que me vas a contratar?—Dominic ladeó la cabeza unos instantes.

—¿Crees que voy a dejarte trabajar para la competencia?—Dio los últimos pasos que le acercaron a ella. Separados por milímetros susurró entre dientes—: Sobre mi cadáver.—Ayna se cruzó de brazos, los cuales rozaban el pecho masculino en un claro signo de limitación.

—¿Y si no quisiera trabajar para ti?—Dominic alzó las cejas en señal de asombro.

—¿De verdad piensas que tienes alternativa? Ingenua... —Haciendo caso omiso a su actitud, colocó ambas manos sobre las caderas femeninas.

—No es que quisiera trabajar en otro lugar pero...—Él volvió a sonreír ante su nerviosismo.

—¿Pero?—insistió. Ayna colocó sus manos sobre el pecho de él dándole un leve empujón.

—No soporto tu prepotencia.—Dominic estalló en una sonora carcajada.

—¿Prepotencia? ¿Por reconocer tu talento y querer contratarte?—dijo entre risas.

—Por asumir que no iría a otro lugar.—Sus miradas se quedaron perforándose el uno al otro unos instantes—. Aunque lo tuviese, no me iría a ningún sitio —admitió.

—Aunque lo tuvieses, no te dejaría ir —corroboró. Ayna colocó las manos bajo las solapas de su elegante chaqueta y tiró de ellas para acercarle, Dominic lo hizo obedientemente y tras contemplar sus carnosos labios le dedicó un suave y profundo beso. Sabía tan bien, era tan cálida, tan familiar... Una sensación indescriptible recorría su cuerpo y mente cada vez que se encontraba con ella. Era la mitad que le faltaba, la parte que hacía de él una persona completa. La necesitaba tanto que no se atrevería jamás a decir cuánto por miedo a asustarle y que se alejase de su lado. Fue poniendo fin poco a poco a su beso. La ansiedad que ella le transmitía le hizo sonreír sobre su boca.—Tenemos una reunión a las seis.

El Caballero OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora