No comprendía a su nueva personalidad impulsiva, ¿irresponsable?, podría ser, teniendo en cuenta que se había dejado manipular por aquellas féminas y las había llevado de paseo como quien tiene mascotas que cuidar. Había eludido su trabajo y las reuniones que tenía concertadas por algo que aún no discernía si era de fuerza mayor. Gran parte del camino se lo había pasado cabreado consigo mismo por esa actitud complaciente para con ellas. ¿Acaso les debía algo? Por más que pensaba no lograba llegar a ninguna conclusión que le dejase satisfecho, así que una vez se encontró en la puerta de aquel lugar, todas sus nebulosas se esfumaron para dar paso a un absurdo sentimiento de júbilo. A su pesar, estaba alucinando. Había deseado ir allí durante toda su vida. Se trataba de uno de tantos sueños frustrados de su infancia. Pero un hombre de veintinueve años no puede decir sin más que quiere ir a un parque acuático, así que sin ningún tipo de pudor, se había escudado en la niña. Sonrió cuando vio a Isola sacar su pequeña cabecita del agua.
—¿Otra vez?—dijo él apremiándola.
—¡Síiiiiiiiii!—La ayudó a salir del agua y cogió el enorme flotador en forma de donut para subir a la colina, desde donde a través de unos toboganes que giraban en zigzag, llegaban a la enorme piscina que les esperaba abajo. Estaba disfrutando de lo lindo. El corazón le latía a mil por hora.
Ayna se había quedado estupefacta. Nada más llegar, Dominic había solicitado un reservado, evidentemente al principio le dijeron que era imposible, todo estaba completo, pero no contaban con sus influencias, pues una vez se identificó, asombrosamente todo estaba disponible para él. Ella puso los ojos en blanco. Cuánta diferencia había entre ese hombre y una persona común. Así pues se fueron a los vestuarios. Se puso su nueva adquisición, le colocó a su hermana el bañador y no bien llegaron a la zona designada exclusivamente para ellos, le habían dejado abandonada. Mientras organizaba las compras que habían hecho, miraba hacia la atracción que se situaba justo enfrente. Se subían al tobogán de agua una y otra vez. Aunque se reprendía a sí misma en numerosas ocasiones, no podía apartar sus ojos de él. Al principio se fijó en que las mujeres lo miraban con cierto interés, para poco después prácticamente devorarlo con los ojos. Y no era para menos. Llevaba un bañador muy pegado color blanco y una camiseta de manga corta tipo surf, de neopreno, en tonos azules y negros. Nadie reparaba en lo raro de su atuendo porque el parque acuático contaba con una piscina especial de olas artificiales en las que la gente se arriesgaba a surfear con tablas de todo tipo. Pero ella sabía que la camiseta era debido a sus cicatrices. Se acercó a esperar que cayesen de nuevo. Solo tardaron unos segundos. Bajaron a toda velocidad y cayeron de pleno. Dominic salió enseguida sacudiendo su cabello hacia todas partes y directo para ayudar a la niña. La pequeña sacó la cabeza del agua, se limpió los ojitos y cuando vio a Dominic le sumergió la cabeza de nuevo. Él se dejó, divertido, y cuando volvió a aparecer antes de abrir los ojos ya estaba soltando una carcajada. Las mujeres a su alrededor estaban embelesadas ante ese hombre que colmaba de atenciones a una niña pequeña y de pronto quiso estar en el lugar de Isola. El corazón le dio un vuelco ante semejante idea. Desde que le conoció se pasaba el tiempo refrenando a su mente, que al parecer actuaba motu proprio. Chasqueó la lengua. Su hermana salió corriendo empujando dificultosamente el flotador. Él salía detrás, peinándose el pelo con ambas manos. Después agarró el flotador y cuando Ayna vio la intención de ellos se acercó.
—No, chicos. Por ahora se acabó el tobogán, es hora de comer —les dijo con las manos en las caderas.
—Jooo, mamá. Yo quiero montarme otra vez.—La niña se acercó a ella poniendo su manita mojada en su muslo, mientras que él se les unía.
—No. Te montarás de nuevo cuando hayas comido algo.—Ayna no se percató de que Dominic hacia un rato que no sonreía, en lugar de eso la miraba intensamente.
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El Caballero Oscuro
RomanceDominic es exigente, prepotente e insoportable. Esa manera casi espartana de trabajar le mantiene en alerta y en un agotador estado de resistencia. El despotismo de Dominic la conduce a una espiral de misterio y claroscuros llenos de cicatrices dond...