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Alguien le golpeaba el pecho y a continuación sintió una bofetada en la cara para después despertarse de golpe empapado. Con los ojos muy abiertos a causa del asombro y la respiración agitada, se quedó mirando hacia Noida, que se encontraba sentada en la cama llorando y con sus manos ardientes sobre su torso.

—¡Idiota! ¡Idiota! Creía que no despertarías...—Se limpió los ojos.

—¿Pero qué dices...?—Se incorporó despacio contemplando cómo su hermana se dejaba estremecer por un amargo llanto, para a continuación coger el bote de las cápsulas y mostrárselo.

—¿Cuántas te has tomado? —le gritaba—.¿Todo el bote? ¿Qué pretendías?—Dominic parpadeó confuso al encontrarse con el envase vacío. Se sentó en la cama notando una ligera pesadez en su cuerpo.

—Yo...—Estaba seguro que solo se había tomado dos. Respiró y se frotó los ojos. Se levantó con trabajo y calmó a su hermana colocando una mano en su mejilla—. Ha sido un accidente, vamos, deja de llorar.—Ella lo miró con ojos preocupados.

—¿Accidente? ¿Estás seguro? ¿Has tenido una crisis verdad?—Ella se levantó y colocó su mano sobre la de él en su mejilla. Dominic no quiso preocuparla más.

—No. Tan solo quería descansar.—Parpadeó acordándose del acontecimiento que tenía por delante. La soltó bruscamente para girarse y mirar la hora en el despertador—. ¡Joder! ¡He dormido demasiado!—¿Cómo podía haber dormido tanto? Apenas eran las siete de la mañana cuando se dejó caer en la cama, y ahora eran las cinco de la tarde. ¿Solo se había tomado dos cápsulas?—. ¿Cómo van los preparativos?—Se fue deprisa hacia el baño, se desvistió y se metió en la ducha con celeridad.

—Todo está en orden. Aunque ya han comenzado a llegar los invitados, el invitado de honor aún no ha aparecido.—Hizo un mohín mientras le hablaba desde su cama—. Tengo la impresión de que llegará el último para llamar la atención, como siempre.

—¿El catering?—dijo Dominic mientras se lavaba el cabello.

—Preparados para servir.—Se levantó y se acercó muy despacio a la puerta del baño.

—¿Las habitaciones?—dijo este mientras se enjabonaba el cuerpo.

—Impecables.—Se quedó apoyada en el marco mirando cómo se duchaba. Era doloroso mirarle con los ojos con los que lo miraba ella, pero aún era más doloroso contemplar su indiferencia. Siempre se había ocupado de ella, pero no ocultaba que era parte de su obligación. Aunque su corazón sangraba cada vez que sus ojos negros la miraban carentes de cualquier sentimiento, ella no podía alejarse de él. Lo contempló salir de la ducha y coger la toalla para secarse rápidamente. Miró sus cicatrices. Era muy consciente del sufrimiento de su hermano, y se había escudado en ello para justificar su actitud para con ella. Pero realmente le dolía tanto que la tratase con tal despreocupación. Ni siquiera le molestaba en lo más mínimo que se quedase allí, mirándolo, desnudo. Ni siquiera, aun sabiendo lo que ella sentía por él. Cómo le hubiese gustado eliminar esos sentimientos. Cuán ardua había sido la tarea de intentarlo, sin ser fructífera. Observó cómo se sacudía el cabello con la toalla y la arrojaba a un lado mientras pasó por su lado, completamente desnudo, para dirigirse a la cómoda. Su corazón se encogía mostrándole el dolor.

—Te necesito, Noida.—Ella parpadeó y lo miró con asombro. Se había puesto unos bóxers y sacaba del armario una impecable camisa blanca—. Sé que siempre eres muy eficiente, pero hoy necesito la perfección.—Noida bajó la mirada, decepcionada.

—Todo saldrá bien.—Levantó la mirada con determinación—. No te preocupes.—Observó cómo se metía un pantalón y se remetía la camisa.

El Caballero OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora