Memorias de Alicia

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El pajizo sol se mostró en el Submundo y la campeona bajaba por las extensas escaleras blanquecinas para encontrarse con Mirana.

-Buenos días majestad-saludó la alegre campeona.

-Buenos días mi campeona. Espero que hayas dormido bien, por cierto ¿te gustaría venir a tomar el té con nosotros?-propuso Mirana.

-Por supuesto majestad-asintió Alicia.

La alegre gobernante junto a la joven se encaminaron al comedor para su desayuno. En donde los demás amigos aguardaban por ellas. Antes de que la joven tomara asiento, el Sombrerero retiró la silla destinada para Alicia permitiendo que ella se sentara y después recorrerla hacia la mesa. Una vez hecho esto, todos se dignaron a beber el té. Obvio contamos con más de tres lanzamientos de tarros de azúcar por parte de la liebre.

Después de unos minutos, la reina habló a sus amigos.

-Alicia, Tarrant. Hay algo importante que debo decirles, los espero en la biblioteca queridos-dijo Mirana.

El dúo asintió. Soberanamente el ánimo de la joven decayó. Todas esas risas que pasó durante el desayuno le recordó a alguien.

-¿Qué te sucede mi querida Alicia? algo arrebató tu muchosidad-dijo el Sombrerero.

Alicia sonrió.

-Descuida Tarrant. No es nada-respondió ella.

-Alicia, sabes que detesto que me ocultes cosas-dijo el Sombrerero.

Después de unos segundos la joven finalmente habló.

-¿Tarrant? ¿puedo confiar en ti?-dudó la joven.

-Sabes que sí mi querida Alicia-respondió el Sombrerero.

La joven junto a su pelirrojo amigo tomaron asiento en una de las sillas.

-Aún pienso en mi padre. A veces culpo a la vida por alejarlo de mí. Lo extraño demasiado y aún más porque era el único creía en mí. Bueno, afortunadamente tú igual lo haces-habló Alicia sus últimas palabras mirando al Sombrerero.

Él por su parte sonrió.

(Flashback)

Alicia únicamente tenía siete años de edad. Como era costumbre, correteaba algo desconocido alrededor de los espaciosos jardines de la mansión Kingsley. Una inocente niña incapaz de herir incluso a un mosco. Que, todos los días intentaba darle respuesta a ese extraño acertijo que le cuestionó un curioso hombre de tez blanca. La madre de Alicia la encontró hablando a la nada en el jardín.
Se dirigió a ella.

-¿Con quién hablas mi niña?-dudó su madre.

-Con el conejo blanco-respondió ella.

-Alicia, sabes perfectamente que detesto que digas mentiras, no hay necesidad de ello-dijo su madre.

-Pero es la verdad-insistió la niña de azulado vestido.

-Alicia deja de mentir y dime con quién hablabas-habló su molesta madre.

-Déjala en paz Helen-habló una masculina y familiar voz.

El padre de Alicia se apresuró en auxiliar a su pequeña. Una vez que estaba junto a ella, se arrodilló para mirarla a esos castaños ojos.

-¿Te visitó el conejo Alicia?-dudó su padre.

-Sí, al igual que esa extraña oruga-respondió la dulce niña.

-¿Qué haces con ellos?-dudó su padre.

-Siempre tienen algo nuevo por hacer. Descubrír cosas nuevas es bueno, pero lo más usual es beber té con un Sombrerero-dijo Alicia.

-Al parecer alguien toma el té sin nisiquiera invitarme-dijo su padre.

Alicia sonrió.

-¿Él es bueno contigo?-cuestionó Charles.

-Sí es muy divertido-respondió la niña.

El cómplice de todas las locuras de Alicia cedió una sonrisa. Para ella era como si endulzara su inocente corazón y sumar su incalculable curiosidad.

(Fin del flashback)

Alicia regresó a la realidad con sus parpadeantes ojos marrones. El Sombrerero la observaba entristecido.

-Mi padre se fué cuando más lo necesitaba. Y para colmo de mis males, no podía faltar que algunas mujeres insistieran en ser más lindas que yo. Eso era lo de menos, no me importa que se crean más bonitas que yo-respondió la joven.

-En efecto-asintió Tarrant.

Alicia miró extrañada al Sombrerero.

-No hace falta conocerlas para deducir que tu las superas-agregó el Sombrerero.

Él conguió hacer sonreír a la joven.

-Entonces, ¿piensas que soy bonita?-dijo Alicia con claro tono de ilusión.

-¿Por qué pensar lo contrario? obviamente eres única, una luciérnaga en medio de un pantano y eso es maravilloso en ti por supuesto, tu muchosidad, tu valentía...-el Sombrerero fue interrumpido por Alicia.

-Tranquilo-dijo ella ubicando sus ambas manos sobre las de Tarrant.

Por parte del Sombrerero sacudió velozmente su cabeza cerrando sus ojos para después abrirlos.

-Estoy bien-respondió Tarrant con una aguda voz.

Alicia rió por lo bajo y miró el suelo aún ruborizada ante el comentario del Sombrerero. Él por su parte sentía la famosa electricidad entre cada mirada con Alicia. Miró la tersa mano de ella al costado de él y una loca idea cruzó por su cabeza.
Lentamente movió su dedo meñique en dirección de la mano de ella. Tarrant tenía claras intenciones de entrelazar sus pálidos dedos con pequeñas rajaduras con esos delgados y tersos dedos de Alicia. Sin embargo fueron interrumpidos por Mirana.

-Queridos, ¿podrían venir un momento?-habló la reina desde el pasillo cerca de la biblioteca.

El Sombrerero inmediatamente alejó su mano de Alicia.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora