Luna de deseos

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Un estruendoso ruido hizo que el grupo se estremeciera.

-¿Qué sucedió?-preguntó Alicia.

Mirana se dirigió hacia uno de los ventanales, tan altos y con elegantes curvas diseñadas en las esquinas de éstos. Notó que el ruido se traba de la inesperada caída de un árbol a dicha distancia.

-Tranquilos, no es para tanto, bueno, sólo cayó un árbol. Mis guardias se encargarán de eso-dijo la reina.

-Creo que esta noche no será del todo sosegada-opinó el Sombrerero.

-¿Hay algo que podamos hacer?-dijo Alicia.

-Las noches son largas, los días cortos, no hay mucho tiempo para planear en un...adecuado plan para ese monstruo-dijo la reina.

Alicia pensaba, una demente, loca y maravillosa idea le vino a la cabeza.

-Podemos hacer guardia, ¿sabe? Para vigilar la estancia del pueblo.

-Pero Alicia, no creo que sea una buena idea. Recuerda que de eso se encargarán mis soldados, además la villa es enorme-dijo Miraba nerviosa.

-Recuerde que no conozco lo imposible, majestad-habló con valor la joven levantándose de su asiento.

Mirana tragó saliva al mismo tiempo en que parpadeó. Temía por lo que sea que sucediera, pero por algo estaba segura, esa bella melena rubia señalaba esperanza.

-Cuentas conmigo-dijo Tarrant colocando su mano en el hombro de la muchacha. Ella por su parte, cedió una linda sonrisa.

-¿Qué me dice de usted majestad?-dudó Alicia.

Esta vez, Mirana no dudó de su campeona y con su linda sonrisa asintió a la propuesta.

-Mientras esté Alicia, todo es posible-dijo Mirana.

Alicia miró al Sombrerero, pero ninguno notó que Dylan los miraba sonriente. Alicia lo miró.

-¿Qué?-preguntó Alicia.

-Nada-dijo Dylan sonriendo.

Mirana se limitó a liberar una breve risa.
Esa noche, las nubes cubrían la luz de la luna, entonces se podría decir una noche más oscura de lo habitual. Nublosa, pocos faroles iluminaban paso por las calles de Witzen.
Dylan, junto a Mia, un pequeño grupo de soldados níveos y el Bandersnatch, se disponían a vigilar al pueblo. Cada quien con su respectiva lámpara de mano.

La reina tenía el derecho de ser protegida, las mágicas criaturas se les había asignado lugares distintos por vigilar. Aunque la mayoría de estos..no tenía tanto éxito. La liebre temblaba como una torre de gelatina en cada sonido desconocido. Saltaba detrás del conejo a encubrirse.

Mientras que Alicia y su amigo cuidaban de los jardines del castillo. Una leve brisa arrasó con pocos cabellos de ella, Alicia encontró un lindo nenúfar de un azul agua, pero un tanto opaco. Acto seguido, lo colocó en un pequeño lago del jardín. Sus ojos avellana halagaban como al ser puesto, el lago se pintaba en una mezcla de violeta, azul y verde. Incluso, una pequeña terraza del jardín fué iluminada por el mismo tono, de igual manera, trazó un dorado diseño de ornamentos desprendiendo brillo. Los peces de luz nadaban por el lago. Alicia no podía evitar sonreír. Nunca había visto algo parecido. Ni siquiera las luces que iluminaban en Londres logran el mismo resultado.

-El mejor guardia que he conocido-habló una familiar voz a espaldas de la joven. Ella de inmediato volteó.

-Tarrant, vaya susto que me diste. ¿Que no es hermoso?-dijo Alicia indicando la zona iluminada.

-Sí que lo es. Desde siempre, está ha sido mi parte favorita del castillo.

Él miró que Alicia estaba preocupada

-¿Sigues pensando en lo que viste, no?.

Ambos se sentaron.

-Sí. A veces, pienso por todo lo que he pasado con mi madre. Para darme cuenta, de que sólo se trata de peleas. De cualquier detalle que ella me decía por hacer, discutíamos. Mi relación con ella es pesada.

-Estoy seguro que donde quiera que ella se encuentra, está bien. Al igual que su hija es valiente y muchosa-dijo él con una sonrisa.

Alicia sonrió levemente, antes de bajar su mirada. El Sombrerero observó que una de las hermosas aves de luz, perteneciente a la reina blanca, volaba por el nublado cielo.

-¿Te has preguntado qué se siente volar?-le preguntó Tarrant a la joven.

Alicia sintió una curva en sus labios. Se hizo la misma pregunta antes, por lo que se sentía entendida por Tarrant.

-Hace tiempo me hice la misma pregunta. Asumo que..libre, de todos y de ti.

-No te preocupes mi querida Alicia. Sé que no hay imposibilidades para ti.

-No lo sé, Mirana cuenta conmigo.

-Bueno, si es poco, entonces yo también cuento contigo.

Ella lo miró un poco desconcertada, pero no evitó sonreír. Alicia notó en el reflejo del iluminado lago, las nubes cubrían a la luna. En cambio, ésta, se mostró de una vez. Logrando llamar la atención de la joven. Era una luna distinta, más brillante que nunca y con un orden de cinco estrellas al margen de ésta.

-Tarrant-Ella llamó la atención del Sombrerero, él miro la hermosa luna cuya se veía más clara cuando las nubes dejaban de cubrirla.

-¿Has visto una luna más hermosa que esta?.

-No. Es extraño que esté así de nuevo.

-Ni siquiera en Londres se vio tan bella.

-Es porque esta luna es especial. En Infratierra es costumbre desear algo cada vez que se encuentra en esa fase.

-Curiosesco curiosesco. En Londres existe una costumbre algo similar. Entonces desearé algo.

Se tomó su tiempo para desearlo en su mente, (por favor. Que este problema en el Submundo termine) anhelaba la joven.

-Quizás duerma aquí-habló la campeona acurrucandose en el pecho de Tarrant.

Él se sobresaltó, obvio que no esperaba el movimiento de ella, pero ¿que más da? No iba a ser asesinado si se dejaba llevar por un momento. -Deja de ser tan cohibido Sombrerero, que más da, ella no te arrancará la cabeza ¿verdad?- murmuraba en su mente. Sin más, lentamente rodeó la espalda de Alicia con su brazo hasta abrazarla por completo.

-¿Tengo cara de cama?-dudó él intentando mantenerse cómodo.

-Casi, aquí es cómodo y suave-dijo la joven sonriendo.

El Sombrerero acarició de nuevo esos amarillos cabellos que en verdad adoraba. Menos mal que la joven no se incómodo por lo que él hizo. Se alivió.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora