Buenas vibras

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El anochecer no demoraba en llegar, fue entonces que el sombrerero anhelaba tener a Alicia por más tiempo junto a él. Lo que menos deseaba era que la luna saliera. Pues significaba alejar esa bella y áurea melena con el aroma de un lirio.

Un ''te amo" amenazaba a la boca del sombrerero a ser emitida, sin embargo la joven podría incomodarse o alguna reacción negativa puede salir de eso. Aunque el sombrerero no lo creía muy posible, conocía a su campeona. Finalmente el dúo tuvo que separarse, el sol había caído.

-Supongo que es hora de regresar-dijo Alicia desanimada.

El sombrerero tomó la mano de la rubia y sus miradas se encontraron.

-Esto aún no acaba mi querida Alicia-habló el sombrerero.

Cedió una sonrisa de costado antes de encaminar a la campeona hacia un pequeño lugar en el que los macizos sauses marcaban un círculo. En donde Alicia captó una variedad de peculiares pero hermosas e iluminosas criaturas voladoras.
Las marrones perlas de la joven halagaba aquél sitio, se acercó hacia una de las criaturas.

-¿Qué se supone que son estas hermosas criaturas Tarrant?-dudó Alicia.

-Son conocidas como "buenas vibras'' querida-asintió el sombrerero.

La dulce dama se maravilló de la belleza tanto del paisaje como de las ''buenas vibras". Bastaba con que las tersas puntas de sus dedos tocaran las pequeñas manos de la vibras. Una de ellas sintió confianza en la rubia y ubicó su pequeña mano sobre la punta del dedo cordial de Alicia.
Eran mágicas, incluso angelicales, sus luminosos cabellos flotaban regando de brillo a los sauces.

La rubia joven nunca creyó que aún existiera un mágico lugar como ese en el Submundo. Los tonos, en una combinación entre verde, azul y violeta. El sombrerero se dirigió hacia Alicia y a espaldas de ella tomó sus manos logrando que la cabeza de la joven volteara a mirarlo.

-¿Me permite esta pieza, señorita Kingsley?-dudó el sombrerero en el oído de la joven.

Alicia no evitaba sentirse asombrada, esa propuesta fue atrevida, pero dentro de ella algo pedía a gritos que aceptara. Miró al sombrerero con una linda sonrisa.

-No es posible negarme-dijo Alicia.

Fue la última palabra de la joven. El sombrerero se sintió aliviado y más que feliz. Sin más preámbulos, llegó el momento más esperado para ambos. El sombrerero volteó por completo a la joven. La sonrisa en el rostro de la joven no cesaba. Sus manos se unieron, mientras que la cintura de Alicia fue rodeada por la pálida mano del sombrerero.

La joven pudo haberse ruborizado, sin embargo algo le pedía a gritos que él continuara, unos brillantes ojos verdes miraban a unas bellas perlas marrones.
Finalmente iniciaron con su romántico baile a luz de la luna, rodeados por colosales sauces y en compañía de alegres criaturas flotando.

Con tan sólo un toque de los degaldos dedos era suficiente para pintar los sauces de un bello tono haciendo juego con la luminosa luna. Mientras que el lago era coloreado debido a los nenúfares, los peces resplandecían el agua tan cristalina. Un inigualable panorama dedicado al feliz dúo mientras danzaban la romántica pieza.

Al cabo de unos minutos, Alicia y el sombrerero finalizaron el baile, de manera que el sombrerero mantuvo a Alicia sosteniéndola con sus manos en la cintura de la joven. Como si tratara de evitar que ella cayera al suelo. A pesar de la oscuridad, la bella rubia notaba el brillo en los verdes ojos del sombrerero.

Sus corazones palpitaban tanto que en un momento podrían caer desmayados. El sombrerero acarició el terso cutis de la joven con ayuda de su otra mano.
Sus labios a centímetros de los de la campeona, miradas perdidas en la del otro y sus corazones que no podían más. El sombrerero elevó a la joven hasta su rostro, en donde se unió a los rosados labios de Alicia.
Un dulce y cálido beso que los hacía sentir flotar. Además del hermoso paisaje de fondo.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora