No es odio

427 42 2
                                    

Tras la risa por parte de la nívea gobernante y sus súbditos, aquella malévola mujer con obsesión de corazones y degollar personas que era su manía, no tuvo otra alternativa que retirarse junto a su suecuaz.

El tiempo pasó y nuevamente Mirana junto a sus súbditos se encontraban en una de las salas del castillo, confundidos, preocupados incluso atemorizados se sentían. Nunca se sabe los planes que es capaz de estudiar la malvada reina roja

-Estoy preocupada. Mi hermana siempre tiene algún plan en mente-dijo la nerviosa reina blanca

-Que la visita de la reina roja no arrebate su tranquilidad Majestad-dijo Alicia

Alicia estaba segura de lo que hablaba, no dudaba de lo antes pronunciado

-No olvide que cuenta con la ayuda de la campeona de Infratierra Majestad-dijo el sombrerero

-Lo sé queridos, pero aún así debemos mantenernos alerta y sobretodo, no alejarnos mucho del palacio mientras mi hermana esté libre-dijo la reina blanca

-¿Y por qué no la condena?-opinó el señor Hightopp

-No puedo, es un riesgo ya que cuenta con gran ejército y no olvidemos a ese monstruo-dijo la reina blanca

-¿Entonces que sugiere Majestad?-dudó Alicia

-Por el momento no hay nada por hacer querida. ¿Una batalla?, no es la mejor opción-dijo la reina blanca

-Puede resultar. Lo hizo en el frabulloso día-habló el sombrerero

-Sí querido. Pero quiero omitir arriesgar a mis amigos-dijo la nívea gobernante

-Como deseé Majestad. Pero vuelvo a decir que no temo a los movimientos por parte de la reina roja-dijo Alicia

Lo único que Mirana pudo hacer fue sonreír al sentirse segura por completo tras saber que era cierto. Alicia, su campeona por un par de ocasiones se encontraba en el Submundo y ¿quien contra ella?

Los Infraterranos junto a esa dama proveniente de un mundo exterior discutían sobre encontrar alguna, al menos la más mínima posibilidad de acabar de una vez por todas con los maléficos planes de Iracebeth, sin embargo para algunos haciendo referencia a la magnificencia de Infratierra, no les era posible disimular su preocupación ante la delicada situación.

Esa tarde, podemos encontrar a Alicia recargándose sobre el macizo tronco de un bello y aromático cerezo ubicado en unos de los jardines del palacio mientras que la joven reflexionaba lo antes sucedido mirando al horizonte, un bello atardecer pintaba el paisaje. Un admirable panorama.

De pronto, a espaldas de la campeona con perlas marrones se acechaba la sombra de alguien, los nervios incluso el terror dominaban a Alicia tras notar la presencia de alguien haciéndole compañía. Sólo volteó raudamente

-Tranquila, soy yo-dijo Mia consoladora

-¿Qué haces aquí?, no quiero verte y mucho menos hablar contigo-habló Alicia

La joven dio respuesta una vez que cesó de mirar a la chica de cabellos combinados y devolviéndose a observar aquél paisaje que sus pupilas halagaban. Aunque ella no lo admitiera, era un alivio que el misterio de la sombra sólo se tratara de Mia

-Alicia...entiendo que estés molesta conmigo pero...ponte en mis zapatos, ¿te das cuenta de que si no lo hacía ahora mi cabeza estaría decorando el trono de la reina roja?-dijo Mia comenzando a molestarse

-Pero debiste decirlo hace mucho tiempo-respondió Alicia

-Y ese fue mi error. Temía a lo que dijeran los demás-habló Mia

-Pero desde que llegaste a Marmóreal te ganaste nuestro cariño, ¿por qué no hablaste desde un principio?-dijo Alicia

-Porque la reina lo sabría de algún modo, me mantiene entre ceja y oreja-respondió Mia

-No me interesa ni una palabra más Mia-dijo Alicia

La joven de melena áurea se retiró dejando atrás a Mia. Mientras que la chica de cabellos coloridos bajó su mirada con gesto arrepentido para después volver a subir su triste mirada. Y es que Alicia hablaba con la verdad, Mia tenía claro que sus acciones obtendrían consecuencias y a pesar de eso actuó inconscientemente.

Una mirada la cual no reglejaba nada más que tristeza y arrepentimiento tenía Mia, se encaminó en dirección de su alcoba en donde sin intención dejó la puerta entreabierta. Tomó asiento sobre el suave y resistente lecho sólo a pensar una manera de ofrecer disculpas al dúo que ahora ella apreciaba. Sí, Mia tenía intenciones de disculparse con Alicia y Tarrant.

Por obra de la casualidad, Dylan caminaba por el rumbo de la habitación de Mia y al percatarse de que la soledad estaba del lado de la chica, se limitó a ingresar aunque sin autorización de ella a su alcoba y fue a tomar asiento sobre el lecho junto a ella después de cerrar la puerta

-Supongo que lo arruiné todo-dijo Mia

-Sí, lo hiciste, pero eso no significa que te odie Mia-dijo Dylan

La mano de la chica de cabellos combinados se unió a la del hombre con cabellos de color cobre mientras que ella se dignó a mirarlo pero no por mucho

-Por mí puedes hacer lo que quieras. Si quieres odiarme, adelante-dijo Mia molesta

Dylan frunció su ceño, soltó la mano de la chica y después con su mano ubicada en la barbilla de Mia, levantó con delicadeza la cabeza de la chica ocasionando que lo mirara extrañada

-Odio es lo que menos siento-Susurró Dylan, continuó con rodear con el par de su mano la cintura de la chica. Sus miradas se encontraron en donde se reflejaba cariño y ¿deseo?. Lentamente fue como comenzaron a unir sus labios en un apasionado beso en el que después de unos segundos, la chica ubicó su par de manos rodeando el cuello del hombre con cabellos cobrizos. Dylan terminó de rodear la cintura de la chica.

Ambos sabían lo que querían. No hay necesidad de hecharse atrás. Ella quería a Dylan. Y él a ella. Simplemente, sus cuerpos hablaron por ellos.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora