Cinta del tiempo

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La muchacha de una larga y combinada melena sabía perfectamente que su acto fué muy arriesgado. Temía que algo le sucediera y en especial, si muere, deshonraría a sus padres por no ser capaz de salvar al país de las maravillas. O al menos eso estaba en su mente.

Aunque algo la sacó de sus pensamientos. Y eso eran criaturas que empezaban a vagar por el lindo pueblo de Winzent.
Una de ellas se dirigía hacia ella para atacarla, cada vez estaba más cerca y la muchacha sentía como sus manos sudaban, un pequeño mechón se coloreó de gris.

Afortunadamente ese monstruo fué derrotado por...Dylan. Quien ensartó una espada sobre la espalda de la bestia. Mia lo observaba asombrada.

-¿Tú de nuevo?-dudó la muchacha.

-De nada-dijo Dylan de manera sarcástica elevando su ceja derecha.

-Gracias-respondió Mia apenada.

Después de que ambos se perdieran en los ojos del otro, combatieron con los monstruos. Por parte de la muchacha, tomó un arma que se encontraba en la casa de un herrero.
Mientras que en el castillo de la alba reina, alguien llama a la puerta de la oficina del Sombrerero acto seguido, él fué a abrir la puerta.

-¡Majestad!, descuide. Ya estoy por terminar los sombreros-dijo el Sombrerero.

-Tarrant, te necesito a ti y a mi querida campeona-dijo Mirana.

-¿Sucede algo majestad?-dudó la joven incorporándose en el portón.

-Alicia, tenemos problemas-dijo la reina.

Ambos se miraron e inmediatamente se prepararon para pelear. Llevando sus armas adecuadas y con ayuda del bandersnatch, se dirigieron hasta el lugar del caos. Para toparse con la sorpresa que Mia y Dylan se incluían en la pelea.

-¿Mia?, ¿Dylan? ¿qué hacen aquí?-preguntó Alicia.

-Cuando caminaba me encontré con estas bestias-dijo Mia.

A fin de cuentas, el cuarteto se enfocó en la batalla y ahora se enfrentaban a nuevas criaturas, quizás las más espeluznantes.
Mientras con Alicia, de pronto empezó a formarse una bruma azúl eléctrico delante de ella. Aquella bruma era similar a la del gato cuando aparecía, pero esta vez la neblina parecía más espesa. Cierta neblina dibujaba la silueta de ella con su madre discutiendo.

Para Alicia era tanto común las discusiones con Helen, como preocupante. Deseaba al menos no tener una, la más mínima discusión con la mujer. Y se podría decir que su madre sufría de un desmayo mientras la joven rubia soltaba en llanto, tal visión provocó que soltara su arma. La silueta fué sustituida por otra mostrando a la joven de rubios cabellos soltando en llanto en el lecho de su habitación, reconocería ese cuarto en cualquier parte que lo viera.

Lo mismo le sucedía a Mia, observaba la imagen de sus padres falleciendo envueltos por las llamas que causó el Jabberwocky. A continuación los súbditos de Mirana la culpan por motivo desconocido. Para después verse ella junto al Sombrerero, Dylan y las peculiares criaturas dentro de una celda.

Tarrant padecía lo mismo, veía a la dulce rubia llorando en el balcón de una vivienda desconocida para él, el níveo palacio con un portón negro obstruyendo la entrada. Sin embargo, por un momento y termina hipnotizado al igual que Alicia y la muchacha, aunque no fué el caso.

Esas extrañas y desconocidas brumas lograron hipnotizarlos. Tarrant parpadeó raudo, justo a tiempo para darse cuenta de que una bestia de áspera piel y cola de puntas tenía claras intenciones de atacar a Alicia aprovechando que se encontraba distraída.

-¡Alicia!-exclamó el Sombrerero.

Tarrant corrió hacia ella empujándola a un costado. Dylan llegó justo a tiempo y clavó su espada en el torso de la bestia. Alicia se encontraba al costado del Sombrerero él se separó para mirarla.

-¿Alicia? ¿estás bien?-cuestionó Tarrant.

-No-dijo la campeona.

Habló Alicia en un hilo de voz. Mientras Dylan acudía en auxiliar a Mia quien por cierto se encontraba rígida.

-¡Mia! ¿Estás bien?-interrogó Dylan desesperado.

Ella por su parte soltó una carcajada causando temor a los demás.

-Mia reacciona. Aquí estoy-dijo Dylan.

-¡Que no escapen!-exclamó el Sombrerero hacia algunos guardias de Mirana con el propósito de que derrotaran a las bestias, por lo tanto acataron órdenes.

-Tarrant, ¡mi madre! ¿Donde está?-dijo Alicia alterada.

-Alicia tu madre está bien, tú estás aquí ¿de acuerdo?-le respondió.

-Pero, mi madre ¡me necesita!-insistió la joven.

-Alicia, sólo fué una alucinación, tu madre está bien, lo sé-dijo el Sombrerero.

-La mayoría han muerto-habló un guardia refiriéndose a las bestias.

-¡¿Por qué la mayoría y todos no?!-exclamó Dylan.

El grupo se dirigió hacia Marmoreal.
Una vez ahí, Mia reposaba sobre un pequeño sofá.

-Está estable, por decirlo así-dijo Mirana.

-¿Mejorará majestad?

-Seguro. Ahora digánme, ¿qué fue lo que sucedió?-habló la gobernante.

-Fueron las brumas-respondió la joven temerosa aún de lo que había visto minutos atrás.

-¿Brumas?-cuestionó la reina.

-Cada vez que las miro pasa algo-dijo Alicia.

-Cintas del tiempo-Habló sabiamente Dylan con sus brazos cruzados.

-¿Qué?-dudó Alicia.

-Cintas del tiempo. ¿Neblina azúl eléctrico ¿no?-volvió a decir el hombre de cobrizos cabellos.

La joven asintió, acto seguido Dylan tronó dedos.

-Son las extrañas cintas del tiempo. Esas brumas son famosas en el hecho que absorben tus pensamientos o memorias y te hacen alucinar cosas sin sentido. Las solía ver en mi pueblo, pero debes tener cuidado. Te hipnotizan tanto hasta el punto en que posiblemente resultes inconsciente o pierdas la memoria. Hacen que veas el futuro, o pasado.

-¡No! ¡No mi madre!-exclamó la joven.

-Alicia tranquila, ella está bien-la calmó la reina.

-Pueden ser tan engañosas como ciertas-completó Dylan.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora