Mal entendido

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Después de una larga, pero maravillosa fiesta de té compuesta por risas pero una que otra cosa sin sentido, desafortunadamente el sol cayó y había llegado la hora de regresar.

-¡Queridos! ¿donde estaban?, por un momento los creí perdidos-dijo Mirana levemente entre risas.

-Majestad tranquila, estamos perfectamente-dijo la joven.

-Tomen precauciones queridos, esa bestia puede estar en todos lados-habló la nerviosa reina.

La dulce muchacha de perlas marrones sonrió tras el diálogo de la reina. No por el hecho de lo que había dicho, si no por muy importante que era ella para la reina.

-Estaremos bien, majestad. No tiene de qué preocuparse. Bueno, a menos de que quede poco té, eso si es de preocuparse-habló el Sombrerero.

Alicia y la reina rieron un poco.

-Me retiro majestad, debo irme a duchar. Si no hay inconveniente-dijo Alicia.

-Por supuesto que no querida, adelante. Pero ¿no nos harás compañía en la cena?.

-Esta vez tendrá que disculparme, pero no tengo hambre-dijo Alicia.

La reina miró desconcertada a la joven.

-Debieron llenarse de té-dijo Mirana.

-¡Ya! bebieron té sin invitarme ¡y no quieren probar mi fabulosa comida!-exclamaba la liebre.

-Lo siento liebre-le dijo Alicia.

La campeona estaba decidida a subir las escaleras, pero la detuvo Tarrant rosando su mano con la de ella. Erizando la piel de ambos, como el toque eléctrico paseándose por la sangre. Ella miró al Sombrerero. 

-Alicia, antes de que entres en tu habitación, debo llevarme algo importante que necesita la reina blanca-le dijo el Sombrerero a la joven.

-Está bien, supongo-asintió ella.

El Sombrerero sonrió mostrando la separación de sus principales dientes. Finalmente la habitación le pertenecía únicamente a la rubia. Empezó por llenar la bañera de cristalina y tibia agua para después dejar caer lentamente su celeste vestido. Lo colocó sobre un asiento, se dignó a ingresar y dejarse llevar por el agua tan relajante. De pronto, permaneció en total relajación ante inhalar el dulce aroma de las sales de baño.

Al final del pasillo, asechaba Mia. Esperando el momento perfecto. Se adentró sigilosamente en la alcoba de la joven abusando que Alicia se encontraba un poco adormilada. Raptó la bata de baño de ella con fin de que existiera un mal entendido.

Los minutos pasaban, Alicia salió de la bañera. Pero tan grande fué su sorpresa, que al percatarse de que no se encontraba su bata de baño en el lugar de origen, comenzó por tener absurdas teorías.

-¿Tarrant?-duda Alicia de el Sombrerero.
Ella suponía que él estaba detrás de todo eso. Era absurdo, pero fué el último que estuvo ahí. ¡¿Como se atrevía a cometer tal cosa?!
Sin más rodeos, aunque su cuerpo siguiera húmedo, se vistió y decidió bajar. Mia se dirigía detrás de ella, sólo por gozar de la discusión.

-Gracias querido, es muy amable de tu parte-hablaba Mirana con el Sombrerero.

-¡Pues será lo único amable de su parte!-exclamó Alicia antes de bajar el último escalón.

Mirana y el confundido Sombrerero, no le encontraban sentido a la conducta de la joven.

-Alicia, ¿por qué tratas de esa manera a Tarrant?-se asombró la reina blanca.

-¿Te refieres a mi?-interrogó Tarrant.

-No mientas. Tú tomaste mi bata de baño cuando entraste a mi habitación-dijo la joven.

La magnificencia se vio sorprendida.

-Bueno, cometo más de una locura al día, pero no haría algo así-dijo el Sombrerero.

-Tarrant. Entiendo que cometas hechos sin que te des cuenta, pero no me molestaré si confiesas-dijo Alicia un poco más tranquila.

-No confesaré algo que no hice. Créeme-le dijo Tarrant.

-Tarrant, sólo di la verdad-hablaba Alicia.

-Querida, no creo que...-Mirana fué interrumpida por el Sombrerero.

-Alicia esto es absurdo. No sería capaz de hacer tal cosa-dijo Tarrant.

-Olvídalo. Cuanto te cuesta ser honesto-le dijo Alicia.

El Sombrerero se vio molesto. Salió sin decir una palabra más.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora