-Déjame ir
El Sombrerero con pesar dejó libre a la joven quien salió de la oficina en dirección a su alcoba. Pero en el camino, la nívea reina fue testigo de notar como unas cristalinas lágrimas marcaban un sendero sobre las mejillas de la joven. Y sin más corrió en su ayuda
-¡Alicia! ¿que es lo que te sucede?
-Majestad, lo único que deseo es estar sola y analizar todo
-No querida, por lo menos necesito saber que te sucede
-Nuestros mundos son tan distintos-habló la joven en un susurro que con difilcutad podría captarse de lo que dijo
-¿Qué? ¿Cuáles mundos Alicia?-dijo la extraña magnificencia.
Mirana comenzó a estudiar lo que sus oídos escucharon y estaba segura de su teoría. Tarde o temprano tenía que suceder, pero no sería nada fácil resolverlo.
-Alicia, entiendo que tu mundo y este sean completamente distintos. Y tengo el presentimiento de que...todo esto tiene que ver con Tarrant-comentaba Mirana.
-No, ¡no! nada tiene que ver con él. Nada, somos buenos amigos nada más-seguía aferrándose Alicia. Aunque no era verdad. Y ella lo sabía.
-No es lo que mis ojos ven querida. Alicia respóndeme esto: ¿te gusta Tarrant?-intuía Mirana.
Una rebelde lágrima salió de la castaña pupila de la joven provocando que las manos de ella cubrieran su rostro.
-Lo sabía, pero me negaba pensando en que sería una completa locura-Mirana había acertado, pero ahora nada bueno resultaría de todo eso.
-No puedo irme y dejar a Tarrant, tendré resentimiento al estar allá sabiendo que él sufre por culpa mía. Lo siento pero no puedo, ¡no puedo lo siento!-dijo Alicia temiendo.
Habló la joven antes de partir a su alcoba en la cual lo único que se escuchaba eran llantos. Mundos diferentes, ese problema que impedía un romance. Su almohada permanecía húmeda debido a las lágrimas que liberaba.
El atardecer había llegado, la joven se levantó para toparse con la sorpresa de que en su cómoda se encontraba una nota junto a una bella flor. La curiosidad la invadía, tomó la nota en la que evidentemente fue escrita por el Sombrerero
''Hola:
No te molestes mi adorable Alicia, quise dejarte un pequeño detalle aunque esa flor no se compara con tu belleza"Nuevamente la tristeza invadía a la joven. No podía dejar a Tarrant, él era tan especial que no merecía sufrir por causa de su mundo.
Poco tiempo más tarde, Alicia se encontraba en uno de los bellos jardines reales sentada en una banca reflexionando cada momento que había pasado y sobre todo, buscando solución a ese problema-El amor suele ser hermoso sin embargo duele cuando es verdadero-habló una sabia voz proveniente la rama de un hermoso cerezo.
-Absolem. Agradezco que siempre estés cuando más te necesito. No puedo abandonar al Sombrerero, además de romperle el corazón yo no dormiré de la culpa-confesó la joven.
-Debes estar cien por ciento segura de las decisiones que tomas, Alicia-le respondió la mariposa.
-Yo estoy segura de mi decisión. Regresaré a Londres y todo seguirá normal-insistió Alicia.
-No estás tan segura como lo cuentas. No estarías llorando ahora y mi ayuda no sería necesaria-respondió Absolem.
La joven permaneció en silencio. Un silencio que concuerdaba al comentario de la sabia mariposa.
-Alicia, debes entender que nadie te obliga a hacer algo sólo porque la mayoría también lo hace.
-Nadie comprende que se trata de mi madre. Sé que la mayor de las ocasiones me ha obligado a...
-¿Por cuanto tiempo piensas seguir viviendo como la marioneta de las personas Alicia? creí que aquella jovencita tenía las agallas de revelarse. No realices cosas únicamente para que la tranquilidad los domine-interrumpió Absolem.
Aquellas palabras lograron que Alicia recordara lo que había sucedido tiempo atrás.
(Flashback)
La joven permanecía en una biblioteca de la mansión Kingsley tomando terapia mientras que la cuestionaban.
-¿Te sientes obligada al asistir aquí Alicia?-interrogó el médico incorporándose a la joven.
-Sólo quiero que la tranquilidad de mi madre la domine-le respondió la rubia.
(Fin del Flashback)
-¿Absolem? tienes razón-asintió la joven.
-¿Y cuando no, cabeza hueca?-habló la sabia mariposa con una sonrisa de costado.
-Sólo quería que mi madre estuviera tranquila, he tenido suficientes discusiones con ella. Nadie puede darle órdenes a la hija de Charles Kingsley-respondió la joven armada de valor comprendiendo el consejo de Absolem.
Él por su parte partió de la rama del cerezo a incorporarse al rostro de la joven.
-Sólo un dato más Alicia. El amor puede ser tan lindo como difícil, una cosa es luchar por él y otra es hacer tonterías absurdas-habló Absolem antes de partir definitivamente.
La joven ahora estaba segura de que su verdadero hogar era el Submundo, donde era aceptada sin importar que. Se adentró en el inmenso palacio en busca de su adorado Sombrerero, en cambio únicamente encontró a una preocupada y nívea reina.
-¿Qué sucede Majestad? ¿donde se encuentra Tarrant?-se preocupó Alicia.
-Alicia, Tarrant encontró el escondite de mi hermana-dijo Mirana.
-¿Qué?-dudó la joven asombrada sin creer lo que había escuchado.
-Antes de que tu regresaras, él lo había encontrado en el bosque prohibido. O al menos eso fué lo que me dijo-confesó la reina blanca.
-¿Y ahora donde está?-dudó Alicia.
-Necesitaba que me ayudara con eso querida. Está acompañado de mis guardias-dijo la reina blanca.
-Pero puede ser peligroso, Iracebeth cuenta con un ejército, ¡sin mencionar a la bestia!-alterada, la joven, no podía evitar gritar.
-Tranquila Alicia. Esta vez es por salvar a algunos presos, es posible que entre ellos se encuentre el tan desaparecido Carl Odverst-le dijo la reina.
-Debo ir con él-habló envalentonada.
-No querida, mencionó que si te enterabas de esto, debías mantenerte a salvo. No quiere exponerte a peligros-le dijo la reina a Alicia.
-No puedo dejarlo con eso majestad. Lo siento, pero debo ir y ayudarlo-insistió la rubia.
-¡Alicia no!-exclamó la preocupada reina blanca.
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Alicia: Guerrera Del País De Las Maravillas
FantasyNo todo resultó armonioso desde la tercera partida de la campeona con áureos cabellos y marrones luceros. Un nuevo viaje a lo casi a posible viene, acompaña a Alicia en la misión de que el "Miedo'' deje de perturbar al país de las maravillas, ocasio...