Tu muchosidad

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Más tarde, la lluvia había cesado. Dejando un clima húmedo, pero con un radiante sol. La joven se encontraba sentada en una banca de alguno de los jardínes del castillo reflexionando los hechos. Entristecida, deprimida por la pérdida de McTwisp y, aunque no convivió mucho con él, en verdad lo estimaba.

Sin embargo, no era lo único que reinaba en su mente, también la imagen de su madre sobre la neblina azul. Todo eso provocaba tal y como dijera la reina roja, que perdiera la cabeza.

Alguien se acercaba hacia ella, se sentó a su lado y conversó.

-No estés triste mi querida Alicia-la consoló el Sombrerero.

-Pero sigo pensando, tanto en lo sucedido con McTwisp, como con mi madre-habló con voz quebrantada.

-¿Aún? Deberías recordar que nada debe quitar tu muchosidad-le dijo el Sombrerero.

Alicia sonrió levemente. Se dejó llevar recostando su cabeza en el hombro de Tarrant. Él aún no se sentía acostumbrado a la conmovedora manera en que Alicia se mostraba. Pero ese era su intento. Tembloroso el Sombrerero, comenzó a estirar su brazo, rodeando la espalda de la joven. Hasta que su mano tocó ese fresco brazo de la campeona.

-Me arrepiento de todas las ocasiones en que discutía con mi madre Tarrant. A veces, sólo de pensar en que es lo único que solía pasar entre nosotras, pierdo la cabeza. Me siento mal conmigo misma-le dijo Alicia al Sombrerero.

-Bueno, debió haber una razón por la cual discutir, o diría que estás algo loca querida-dijo Tarrant sonriendo.

La joven formó distancia mirando a su amigo desconcertada.

-Hablo en serio. Y respecto a lo que dices, en algunas ocasiones hacía cosas que a mi no me agradaban y tenía que hacerlo. Por lo tanto, ahí iniciaban las discusiones-dijo Alicia.

-Sólo decías lo que sentías, no permitías que los demás te manejaran. A eso me refiero con tu muchosidad. No permites que te digan que hacer-dijo el Sombrerero.

-Pero es mi madre, no puedo insultarla o algo similar-le dijo la rubia.

-¿Y quien dice eso?. Escucha mi querida Alicia, te daré un pequeño ejemplo. Piensa en algo. Menos en mi-habló el elocuente Sombrerero.

-¿Por qué? ¿qué quieres decir?-dudó Alicia.

-Sólo hazlo-le dijo Tarrant.

La campeona permaneció pensativa.

-¿En qué pensaste?-le preguntó el Sombrerero.

-En mi madre-le respondió.

-No. Pensaste en mi primero. Eso es porque siempre te aferras a algo y no lo dejas pasar. Además siempre piensas en mi-le dijo Tarrant.

La rubia frunció su ceño y extrañada le habló al Sombrerero.

-Tarrant eso ni siquiera tiene sentido.

-Suena bastante lógico para mi-le respondió el Sombrerero.

La dulce joven rió después de la respuesta del elocuente Sombrerero.

-Me parece que lo que necesitas es distraerte-le dijo Tarrant.

-¿Lo crees?-dudó Alicia.

Él por su parte asintió únicamente con su cabeza mientras sonreía.

-Bien. ¿De qué manera?-le dijo Alicia.

-Quizás ir a caminar. Debes despejar tu mente un poco-dijo Tarrant rosando la nariz de la campeona con su dedo índice-además, hay té-completó mostrando una taza.

-¿Beberemos té en medio del bosque?-le preguntó Alicia entre risas.

-Siempre es buen momento para té querida-le dijo el Sombrerero. Por lo tanto, la joven sonrió.

-¿Donde están todos?-dudó Alicia.

-De hecho. Sólo quiero ir contigo-le dijo Tarrant inseguro.

Alicia se asombró, pero le agradaba pasar tiempo con el Sombrerero.

-Está bien. Me gusta estar contigo-le dijo Alicia dedicando una de sus mejores sonrisas.

Alicia: Guerrera Del País De Las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora