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Le toma literalmente todo el día enviar el estúpido mensaje, tanto así, que dudo un millón de veces de su buena memoria y creo que se ha olvidado de avisarme, pero me convenzo a mí mismo de que Keyra simplemente no ha vuelto, porque Toffee es la persona con la más increíble buena memoria en todo el mundo, ella jamás lo olvidaría, sobre todo después de lo preocupada que estaba en el riachuelo. 

La pregunta ahora es, ¿dónde diablos está Keyra? ¿Cómo es que, siendo las 11pm, ella sigue fuera?

He revisado mi teléfono al menos cuarenta veces a lo largo de toda la tarde y no hay mensajes, ni de Keyra, ni de Toff. Creo que mi propia novia ya se ha hecho la idea de no hablarnos mutuamente y todo ha sido gracias a mi estúpida actitud. Tal como Toff lo ha dicho. 

Siendo las 11.45 de la noche, mi teléfono vibra sobre mi mesa de luz. Harry ya está dormido y la televisión sigue encendida. Tenía previsto apagarla para dormir a las 12 si es que Toffee no me enviaba un mensaje. 

Levanto el aparato y abro el mensaje sin siquiera revisar el remitente. Tiene que ser ella.

«Acabo de entrar en mi habitación y Keyra ya está dormida. ¡Siento mucho el retraso! Quizá será mejor que la busques mañana»

Ni hablar, no voy a esperar hasta mañana, cuando ya haya comenzado a odiarme por no darle ninguna explicación.

«De ninguna manera, Toff», tecleo y envío.

Se tarda menos de un minuto en responder. 

«Bien, pero no le digas que yo tuve algo que ver, la he despertado otras veces y no es agradable, además, voy a dormir ahora. ¡Suerte!»

Puedo imaginarla rodar sus ojos y suspirar antes de comenzar a teclear esa respuesta. Y en lugar de asustarme por su ridícula amenaza, me río, hinchado de ese extraño hormigueo en el estómago que sólo Keyra me produce incluso al imaginarla de mal humor. Si no está de humor, lo comprenderé, quizá podría solucionarlo con una buena taza de café. 

No le doy más vueltas y salgo de la habitación para marcar el número telefónico de Keyra y comenzar a volverme loco por cada pitido del aparato. Deja de sonar después del quinto, y puedo oír cómo Keyra suspira y se acomoda antes de responder. 

—¿Hola?

Juro que abrazaría a su voz adormilada si fuese posible. Por la forma en que se me revuelve el estómago y se acelera mi pulso, temo que las palabras tampoco salgan al momento en que quiera hablar, pero me las arreglo.

—Keyra, soy yo—digo. —Siento haberte despertado. Ah, necesito hablar contigo y cuanto antes sea, mejor.

—Claro —farfulla—, ¿nos encontramos en algún lugar?

—Afuera de la cafetería, ¿te parece bien? ¿en diez minutos?

—Sí, claro. Nos vemos ahí. 

Ninguno de nosotros llega después de diez minutos, yo llego tan sólo dos después de cortar la llamada y ella aparece tres minutos después de mí. No pensé en el único detalle sobre conseguir un café para ella: La cafetería cerró hace horas, por lo que utilizo las dos únicas monedas que tengo en el bolsillo de mis tejanos para sacar un pequeño vaso de cartón de una de las máquinas de autoservicio que hay repartidas por los corredores de todo el campus. 

Es una fanática del café, espero que este le guste de todos modos. 

Me volteo cuando escucho sus pasitos bajar por las escaleras que tengo en frente e intento sonreír, pero no lo logro.

—Hey—digo—, te traje un poco de café. 

—Gracias—murmura. Sigue muriéndo de sueño, lo veo en sus ojos. Y lleva un pijama muy parecido al que usó en el campamento. Aún despeinada y somnolienta se ve hermosísima. —Y... 

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora