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Cada vez que vuelvo a ver a Will luce más y más cansado. Las pequeñas bolsas por debajo de sus ojos ya son algo habitual en él, como si formaran parte del relieve de su piel, y los párpados a veces cubren casi la mitad superior de su mirada verde.

Hoy por casualidad necesité venir a la recepción del instituto para pedir un informe preliminar de mis calificaciones. Tengo que saber si mi promedio logra subir aunque sea una décima de puntaje. Y da la coincidencia de que Will está justo aquí.

—Esto es sospechoso —bromea en cuanto cruza la puerta de vidrio y me ve ahí. —¿Tengo un chip de rastreo o algo?

Me río mientras se acerca a mí.

—Podría sospechar de ti también —devuelvo. —Después de todo soy yo quien sale con tu hija. Sería más lógico que quisieras saber los lugares que frecuento.

El instituto es demasiado grande como para encontrar a alguien con facilidad, y yo jamás acudo a la recepción, por lo que es realmente una gran coincidencia que nos hayamos encontrado aquí.

—Supongo que un chico que frecuenta la recepción del instituto es indefenso para cualquier persona —dice.

Nos reímos juntos y Will me abraza. Palmea un poco mi espalda.

—¿Cómo está Keyra? —pregunto de inmediato.

Desde la cena en casa de mi papá necesitó tomar otro descanso y sólo se presentó el lunes en el instituto para rendir su examen de álgebra, luego volvió a casa. Hoy ya es viernes.

—Está mejor, pero los dolores de la quimioterapia no la dejan en paz y su humor cambia demasiado rápido. Al menos descubrimos que si se da una ducha caliente puede relajarse por momentos. Eso detiene un poco su dolor, al igual que el ibuprofeno en crema —dice —. Tu sabes, esos ungüentos que los deportistas utilizan.

—Oh, claro. —digo. He tenido que recurrir a esas cremas un par de veces, desués de lesionarme jugando al football con los chicos. —Aroma mentolado —recuerdo.

—Jamás estuve tan harto de un aroma en mi vida —se ríe y eleva sus cejas. Si él está harto de eso, no quiero ni imaginar cómo Keyra está, no sólo por el olor del ungüento, sino de necesitar ponérselo por el dolor, de las revistas médicas, de todo. El aroma mentolado no es nada en comparación con todo lo que tiene que aguantar.

—Aquí están tus calificaciones, cariño —dice la amable secretaria cuando vuelve con un papel en sus manos. Me lo entrega mientras le pregunta a Will en qué puede ayudarlo, con ese inconfundible tono servicial que sólo una secretaria tiene.

—Buen día—Will responde. Me concentro en analizar mis calificaciones mientras él habla sobre la situación médica de mi novia y le entrega algunos papeles.

Dejo de oír cuando veo mi nuevo promedio: 8.1

Tres décimas arriba. Tres. Soy un genio. Un genio estudioso que ya puede salir del instituto cada vez que Keyra lo necesite.

—¡Vaya! —Will exclama de pronto detrás de mí. Me volteo con una inevitable sonrisa en mi rostro. —8.1, eso es bueno.

—Gracias, Will.

Él no sabe sobre mi trato con Ellison. Tampoco voy a decírselo, no veo por qué hacerlo.

—Ya me voy—dice palmeando mi hombro. —¿Estarás en casa hoy? Tendremos una barbacoa. Toffee ha dicho que Liam estará ahí también, sería genial tenerte con nosotros.

—Claro—digo. —Pensaba ir a ver a Keyra, de todos modos.

—Grandioso. Entonces nos veremos más tarde —Desplaza su mano de mi hombro para darme un par de golpecitos muy leves en la mejilla y camina hasta la puerta. Will es un hombre de palmadas, al parecer.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora