Me relajo un poco antes de ir a la playa. Voy a cantar en el festival de la música hoy y con suerte puedo recordar la letra de la canción, apesar de haberla tocado con mi guitarra y cantado un millón de veces antes. Por otro lado, me siento nervioso como el infierno, y no es como si jamás en mi vida hubiese cantado en esto antes, porque de hecho, lo hago cada año.
«Es una mentirilla blanca», me repito por quinta vez en dos minutos, tras recordar el encuentro de Keyra y Hornmann. Sé que voy a olvidarlo más tarde, de todos modos. No soy un sobreanalizador ni nada de eso, creo que es estresante pensar demasiado, sin embargo, sé de muchas personas que lo hacen.
Por lo demás, todos hemos dicho mentiras unas cuántas veces, y aunque los demás no sepan nuestras razones, sabemos que las tenemos, y que no son malas intenciones.
El verdadero asunto ahora, es recordar todas las líneas de la canción, y ¡diablos! Odio a Keyra en este momento, por causar toda esta clase de sensaciones en mí.
Tan solo imaginar sus enormes ojos mirándome, de pie sobre la arena mientras canto me pone la piel de gallina. Y más vale que pueda manejarlo al momento de estar sobre la tarima en la playa.
—Ya nos vamos —anuncia mi ruloso amigo, obligándome a levantarme de mi cama y caminar hasta la playa, a no más de tres minutos desde nuestro lugar.
Las chicas ya están ahí, sentadas bajo una sombrilla de paja y no dejan de reírse, quién sabe de qué, porque cuando nos ven aproximarnos, Brandy le da un golpecito a Toff, quien se reprime una risa y Keyra se muerde los labios. Diablos, eso es sexy.
—Mujeres —digo, elevando mis cejas bajo mis anteojos de sol. Nos sentamos junto a ellas y siguen aguantándose la risa.
—Ya —dice Harry —en serio, ¿qué diablos? ¿Tenemos algo en la cara o qué?
—No —responde Toffs, aun demasiado sonriente como para creerle.
—Venga, cuéntennos el chiste —digo.
Reparo en Keyra, que se ha cambiado los tejanos por unos shorts de mezclilla, y confirmo mi teoría sobre sus piernas, pero me llama la atención inevitablemente una buena cantidad de manchas moradas a lo largo de toda su piel. Pareciera que se cayó por las escaleras o que fue arroyada por algún automóvil, porque son demasiadas magulladuras como para ser algo casual.
—Son cosas de chicas, nosotras no les preguntamos sobre sus conversaciones —espeta Brandy.
Vale, tiene razón. Harry me mira en silencio, me encojo de hombros dándole a entender que nos hemos quedado sin respuestas para ellas. Son chicas, ellas siempre ganan las discusiones banales como ésta.
—¿Te pasó algo, Key? ¿Qué hay con esas manchitas? —pregunta Harry, demasiado relajado como para recibir una respuesta alterada, a pesar de que yo no tuve el coraje para preguntarlo, porque quién sabe, quizá ella tenga alguna de éstas enfermedades en la piel y podría sentirse avergonzada.
—Oh, no es nada —dice. Está muy tranquila, por lo que mi cuerpo se relaja, aunque no me di cuenta del momento en que me tensé. —No sé, sólo me salieron estas cosas, supongo que ya se van a pasar.
—Ya no están —digo en un tono gracioso al tiempo en que me recuesto con la cabeza sobre sus piernas cruzadas. Miro hacia arriba y sus ojos están sonriéndome.
Cuando ella se ríe de mis bromas es como, diablos, el mejor néctar de todos, es como si pudiese incluso saborear su alegría. Es genial oír su risa y saber que fue gracias a mí, que yo totalmente lo merezco, porque estoy a la altura de su sonrisa.
Cinco minutos más tarde llegan nuetros tres chicos faltantes, y traen refrescos para todos nosotros.
El único problema sobre mi cabeza en las piernas de Keyra, es que ella es algo inquieta, y cada vez que habla o se ríe de alguna broma que el resto de los chicos o yo hacemos, todo su cuerpo se mueve, porque ella se inclina hacia atrás por cada carcajada que comienza, y cada vez termina echándose hacia adelante, es como su rutina de risas o algo, pero no deja de hacerlo. Puedo soportarlo de todos modos, porque es un lugar demasiado cómodo y apacible como para dejarlo. Me siento perfecto.
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Keyra en las nubes (fanfic n.h)
FanfictionNiall nunca se ha enamorado. En su penúltimo año de instituto, lo único que le preocupa son las tardes de pizza y videojuegos con sus amigos, salir de fiesta y no tener problemas. Hasta que la extravagante hermanastra de su mejor amiga llega desde e...