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Joder, ¿Por qué diablos está pasando esto? ¡Qué es esta mierda! Keyra sigue teniendo pequeñas arcadas y secretando sangre. No puedo llevarla a la clínica así. No puedo sólo sentarla en el auto y conducir mientras ella sangra y tose de esta manera, ¿quién va a estar mirándola mientras yo conduzco?

Dejo el auto donde está; en el costado de la calle, y tomo a Keyra en brazos para entrar de nuevo en la casa. Ella me rodea por el cuello de inmediato, recordándome que yo tengo que protegerla. La llave de la puerta es lo único que hay en mi bolsillo, por suerte, y me las arreglo para abrirla y meternos dentro.

—Toma aire, amor, ya va a terminar—digo. Pero ella no puede hacer nada, su cuerpo sigue agitándose y ella intenta tomar aire, consiguiendo nada más que un ruido ahogado de su garganta y tos, y arcadas, y sangre sobre mi hombro.

Quiero decirle que todo está bien, que es normal, pero ni siquiera yo mismo tengo la certeza de eso. No sé qué está sucediéndole, ni por qué. Ni mucho menos, cómo afrontarlo.

La coloco sobre el sillón más cercano y corro a la cocina. Desde ahí puedo oírla aún, mientras busco alguna cosa para cubrir su boca. La desesperación comienza a crecer dentro de mí porque ella no se detiene y Will no podría tardar menos de diez minutos en llegar.

Diez minutos es demasiado tiempo.

Vuelvo hacia ella con la primera toalla que encuentro sobre el mostrador y me inclino a su lado. Pongo la toalla bajo su barbilla para recibir la sangre. Las venas en sus ojos están más rojas que antes y las lágrimas se arrancan, trazando el camino por sus mejillas.

Estoy jodidamente horrorizado viendo tanta sangre salir de su boca. No es la sangre, es el hecho de ser suya, de ser ella quien la pierde y quien se retuerce sobre el asiento, mientras yo intento pensar en algo, pero es inútil. Soy inútil en este momento. ¿Qué mierda hago ahora? Necesito que Will llegue ya.

Puedo oir cómo su garganta parece desgarrarse cada vez que intenta tomar aire, pero no logra más que ahogarse aún más, como si el mismo oxigeno le dañara los pulmones, como si su cuerpo estuviese rechazando lo que más necesita para vivir. Como si estuviese tratando de morir.

El pensamiento de Keyra muriendo me lleva al borde. ¿Va a morir? ¿Voy a perderla ahora? Ella no puede. El nudo en mi garganta crece y me quema. Ni siquiera puedo pensar en algo que hacer para ayudarla.

Está muriendo.

Con sus manos agarra la toalla con fuerza debajo de su barbilla, presionando mi mano también. Cierra sus ojos en un nuevo intento por tomar aire. No va a rendirse. Antes de comenzar a toser otra vez, me mira por el rabillo del ojo. Sé que no puede hablar, pero está tratando de decirme que no va a rendirse. Es la forma en que me mira, la forma en que sigue ahogándose, pero no deja de intentarlo, buscando el aire una y otra vez, entre arcadas.

Su garganta está malditamente seca. Mi mano, ahora ensangrentada por la toalla y sus manos frías al rededor. Es como si estuviese tratando de presionar con fuerza, pero no lo hace en realidad. No hay fuerza en absoluto ahora, y la está perdiendo cada vez más.

Su cuerpo comienza a desvanecerse sobre el sillón, tosiendo más seguido, pero más pequeño. Ella se está volviendo pequeña. Está luchando con todo lo que puede, pero yo estoy viendo cómo pierde la capacidad de hacerlo.

Si algo le sucede va a ser mi culpa, por no salvarla.

—Resiste, amor. Respira más lento—pido, y mi voz delata el pánico que me aplasta.

Su maldita garganta no deja pasar el puto aire gracias a la sangre saliendo, no puedo creer que siga consciente y aún esté tratando de respirar.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora