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—¿Mejor? —pregunta. Es gracioso, porque creo que debería ser yo quien lo pregunte, desde que pasó un buen rato antes de que su llanto se calmara y recién comenzara a escuchar mi punto de vista.

Estamos acostados sobre su cama, mi cabeza en su vientre. Ella me acaricia y no hacemos absolutamente nada.

Asiento.

—Mejor—miento. Mi cabeza aún amenaza con explotar en cualquier momento, pero necesitamos sólo calma ahora mismo, y aunque un simple dolor de cabeza no va a llevarnos de vuelta a una discusión histérica, no quiero que tenga nada más de qué preocuparse. Casi puedo oír sus pensamientos aún gritando en su mente, a pesar del silencio que reina en la habitación.

Mi cabeza sube y baja con el ritmo de la respiración de Keyra y me relaja. Se hace cada vez más lenta y profunda y su cuerpo cada vez más cómodo. Sus dedos corriendo a través de mi cuero cabelludo me hacen sentir como un niño asustado.

En cierta medida lo estoy.

—Es cierto—La risa suave de Keyra me despierta al cabo de un rato. Abro los ojos en medio de la oscuridad y me doy cuenta de que sigo en su habitación y seguramente es la mitad de la noche.

Mi posición no ha cambiado desde que me quedé dormido, incluso su mano sigue apoyada sobre mi oreja. Me levanto a verla y una pequeña sonrisa está dibujada en su rostro dormido. Sólo estaba hablando en sus sueños. Si no tuviera que volver a casa cuanto antes, me detendría a mirarla dormir y hablar sola por horas, pero. Tengo. Que irme. Ya.

—Keyra. Bebé, despierta—susurro agitando despacio su hombro.

Toma una respiración profunda antes de abrir sus ojos levemente hinchados. —Hola—dice, luchando contra sus párpados cerrándose de nuevo.

—Me he quedado dormido, tengo que irme a casa—digo, desesperándome más a medida que mi mente crea la imagen de mamá llamándome preocupada y la mala reacción de Will en cuanto me encuentre aún aquí, durmiendo en la cama de su hija. Él confía en mí, pero no sé hasta qué punto.

—No importa—dice. Dios, sigue demasiado dormida.

—Key. Es la mitad de la noche y no me he ido—reitero, hablando pausadamente. Me incorporo sobre la cama, en un intento de hacerle espabilar.

Su ceño comienza a fruncirse cuando ella comprende lo que estoy diciendo, pero rápidamente se relaja otra vez.

—Papá vino a apagar la luz y dijo que podías quedarte. Yo llamé a tu mamá desde tu teléfono—explica y meto mi mano en el bolsillo de mis vaqueros inmediatamente. Está vacío. —No hay de qué preocuparse—dice—, sigue durmiendo.

Alcanza mi mano y tira hasta su boca para darme un beso en la palma. Se siente como si los papeles estuvieran invertidos entre nosotros ahora, donde ella es la que me protege a mí y me tranquiliza. Normalmente no estaría seguro de creer en lo que dice cuando no está cien por ciento despierta, pero lo dice con la seguridad suficiente como para saber que es cierto.

Asiento y vuelvo a adoptar la misma posición en que me dormí, sin embargo, ésta vez me aferro a su cintura con los dos brazos. La necesito tan cerca de mí como sea posible.

Me despierto por la mañana cuando Keyra me mueve para salir de mi agarre, en un intento fallido por pasar desapercibida.

—Lo siento—se apresura. —No quería molestarte.

Sonrío. Acabo de despertar en la cama de la chica más linda del unvierso, con ella disculpándose por molestar.

—¿Qué? —pregunta risueña y su sonrisa se expande.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora