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Me recuesto a su lado y miro al techo. Estúpidamente dirijo mis ojos a la luz, encandilándome y provocando un pequeño pinchazo en mi cabeza. Me estaba doliendo hace un rato y no me había dado cuenta hasta ahora. Me apresuro en quitar la vista de ahi y pestañeo un centenar de veces, tratando de quitar la mancha de color verde que me sigue a donde quiera que miro ahora. Me concentro en la pared junto a la puerta y descubro una hoja de papel un poco más grande de lo común, dibujada con lápiz grafito. Es un reloj despertador, de aquellos antiguos que tenían dos campanillas que se movían y sonaban muy fuerte. No creo haber oído ni visto en acción a alguno de esos en mi vida, más que en las películas o programas de televisión.

—¿Y eso? —pregunto.

—¿Qué? —pregunta Keyra de vuelta. Por la forma en que su voz suena, puedo adivinar que estaba a punto de quedarse dormida a mi lado.

—El reloj—digo.

—Oh, es mi trabajo de artes visuales para esta semana. He estado comunicándome con el profesor O'Ryan a través de la plataforma en intranet para no retrasarme.

—No has hecho eso con ningún otro profesor, ¿o sí? —pregunto. Estoy seguro de que sólo le interesa esta materia y ninguna otra.

—No. Sólo artes visuales—responde a mis pensamientos.

El pinchazo en mi cabeza vuelve y se mantiene ahí por largos segundos.

—¿Por qué un reloj? —continúo preguntando, en un intento por distraerme del dolor.

—Porque... —se impulsa a sí misma para levantarse de la cama y caminar hasta la muralla. Comienza a quitar las chinchetas de colores que sujetan el papel en la pared. La estática del cobertor de la cama se queda con algunos de sus cabellos atrapados entre las costuras sin que ella lo note y yo me inclino hacia ellos, sólo para asegurarme de que sean pocos. Por lo general las chicas pierden algunos pelos de su cabeza por la estática, ¿no? Sin embargo, sigo paranóico por lo que el tratamiento comienza a provocar en el suyo. Sólo son unos cuántos, nada alarmante. Pero mi nerviosismo vuelve cuando observo el resto de la cama, en el que muchos más se han quedado atrapados. En el suelo hay más.

—Se suponía que resumiéramos nuestras vidas en un tópico literario y luego lo relacionáramos con un objeto—Keyra explica.

Me siento erguido rápidamente cuando ella se da vuelta a verme.

—¿Qué estabas haciendo? —pregunta, enarcando una ceja con una expresión divertida. Debo verme como un idiota ahora.

—Nada—digo— ¿entonces, decidiste hacer un reloj porque...? —vuelvo al tema antes de que pueda siquiera imaginar por qué estaba inclinado hacia la orilla de la cama.

Me preocupa el hecho de que ella haya escogido un reloj para resumir su vida. No está tratando de hablar de nuevo sobre el tiempo y toda esa basura, ¿no es así? No quiero volver a oír que ella está contra el tiempo ahora, porque me hace enojar cada vez que menciona el tema. Es tan estúpido.

Keyra camina de vuelta y se queda de pie junto a la cama.

—Tempus fugit—dice.

—¿Y eso es...? —Ni siquiera sé por qué estoy preguntándolo.

—La fugacidad del tiempo. Virgilio lo usó en una de sus obras: «Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo»

—Basura—digo.

—¡No es basura! —se queja, poniendo sus manos cómicamente sobre las caderas.

—De todos modos no quiero oírlo. ¿Puedo ver el dibujo?

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora