Fabrizzio
Me aseguro de que Cass esté profundamente dormida antes de salir.
Son casi las once de la noche. Tengo seis o siete horas para moverme hasta el amanecer.
El primer lugar al que tengo que llegar es el acceso a la ruta donde tuve el accidente.
Mi auto todavía anda. No pude llevarlo a arreglar por lo que le falta un chapón y una luz trasera.
Espero no cruzarme con ningún operativo de tránsito, aunque en este momento lo que menos me preocupa es tener que pagar una multa.
A medida que me acerco me sorprendo al ver a lo lejos dos autos enfrentados en el lugar exacto del accidente.
Pensé encontrar con suerte algún resto en el lugar, que me de una pista o algo para seguir, pero esto es mucho más que eso.
Sigo hasta cruzar la rotonda y a doscientos metros aproximadamente aprovecho una zona de tamariscos para esconder el auto.
Ya comprobé que puedo ser sigiloso sin proponérmelo, ahora voy a medir mi velocidad.
Comienzo con un par de zancadas suaves pero largas. En menos de un minuto estoy detrás del acceso... Esto podría gustarme.
Alguna ventaja tenía que tener esta absurda situación.
Los escucho hablar.
─¿Por que nos mandan después de dos semanas?
─Parece que a alguien se le dio por averiguar sobre el accidente del último tipo. No quieren cabos sueltos y prefieren asegurarse que la zona esté limpia.
─Después de catorce días esto está más limpio que el historial de Costa.
─Cerrá la boca si no querés terminar en una zanja.
─Bueno, bueno. No te pongas nervioso che.
─Vamos a la base.¿Costa? ¿La base? Tengo que seguirlos.
Considerando que puedo moverme sigilosa y velozmente sin siquiera sudar, me decido a continuar sin el auto.Llegan a un lugar en el que hay varios hornos de ladrillos. El olor es fuerte.
Cruzando casi tres kilómetros de la entrada por un camino de tierra hay una edificación grande.
Las ventanas están demasiado altas y las únicas puertas son las del frente.
Me alejo y tomo velocidad para intentar saltar hasta una moldura que sobresale unos centímetros a medio metro bajo la ventana.
El viento golpea mi cara y siento mi pecho expandirse. Es como un exceso de oxígeno. Adrenalina pura.
Antes de impulsarme hacia arriba me enfoco en la moldura. Tengo que intentar llegar. Desde ahí a la ventana veré como sigo.
Finalmente salto extendiendo mis brazos para tener más posibilidades de alcanzar a agarrarme a los pequeños bordes.
Mis oídos chillan por el aire surcando a gran velocidad y de un solo salto estoy en la ventana.
Increíble.
En el cuarto al que da esta ventana no hay nadie pero se ve un pizarrón que cruza toda la pared.
Hay fotos pegadas por pares... Son fotos de gemelos. Hay por lo menos diez pares de fotos agrupadas.
Ulises y yo somos los que están alineados en segundo lugar.
¿Él estará en peligro?
Tengo que acercarme más. Trato de abrir la ventana pero está sellada.
Salto una vez más y caigo mal, el tobillo me duele como mil demonios.
Tengo que mejorar la vuelta a tierra, suavizarla.
Como puedo camino hacia el otro extremo para saltar hacia la siguiente ventana.
Es tanto el dolor en mi tobillo que el impulso no es suficiente y doy de lleno contra la pared de cemento, cayendo hacia atrás.
Me levanto decidido a llegar, necesito saber qué es este lugar.
Coloco el pie lastimado atrás, apenas apoyado, y me impulso con el pie sano flexionando mucho más las rodillas.
Esta vez pude llegar a la moldura y haciendo fuerza con los brazos y uno de los pies ejerciendo palanca me subo al borde de la ventana.
Es un laboratorio. Inmenso.
Hay tubos de ensayo, precipitantes y elementos que en mi vida había visto.
Hay una especie de cuarto vidriado con varias vigas finas cruzando de pared a pared.
Tiene pequeñas telas oscuras de distintos tamaños atadas a las vigas...
Parecen moverse.
Dios mío.
No son pequeñas telas oscuras... son murciélagos.
Siento de repente que mis fuerzas me abandonan y por más que intento sostenerme, el espacio es demasiado pequeño y me desestabilizo, me veo cayendo los casi diez metros contra el duro suelo y enseguida sólo oscuridad.~■~■~■~■~■~■~■~■~■~■
Apenas escucho voces, intento abrir mis ojos.
La oscuridad se transforma en aliada cuando pasan a escasos tres metros sin verme.
Intento no moverme y agudizar el oído.─Si sobrevivió la primera etapa, es hora de avanzar a la siguiente.
─¿Zaira lo va a contactar?
─Eso escuché.Se alejan hacia el vehículo y ya no alcanzo a escuchar lo que dicen. Espero que se vayan para intentar levantarme.
De verdad no puedo ni decir qué parte del cuerpo me duele. Va a ser difícil llegar hasta el auto.
Tengo que apurarme para que no me sorprenda el amanecer, pero en estas condiciones es imposible correr.
Dos horas más tarde me siento en el auto y apoyándome en el volante me quedo dormido.Las primeras luces del amanecer me despiertan.
Busco entre mis cosas un par de anteojos oscuros e inmediatamente conduzco hasta el centro.
Entro directamente por la cochera del edificio y subo hasta mi departamento rogando no cruzarme con nadie.Cass
Me despierto un poco desorientada pero enseguida recuerdo dónde me encuentro.
Me levanto tratando de no hacer ruido y voy al baño.
Cuando salgo veo que Fabrizzio no duerme en el futón del living, me inquieto.
Aunque seguramente duerme en alguna otra habitación, tal vez la de Ulises. Su departamento es un poco más grande que el mío.
Cuando voy a volver a la cama, veo la puerta del otro cuarto entreabierta. La cama está vacía.
¿No se acostó?
Decidida voy hasta su escritorio y cuando no lo veo comienzo a peocuparme mucho.
¿Adónde fue?
Ya casi amanece.
Miro la ventana y los primeros rayos de sol están asomando.
No tengo cómo llamarlo y no sé qué hacer.
El ruido de la puerta me sobresalta y corro para encontrar un sucio y terriblemente golpeado Fabrizzio.
Su ropa está rota en varias partes, tiene varios raspones y golpes en la cara, apenas logra caminar arrastrando uno de sus pies.
─¡Fabrizzio...! Por Dios ¿qué te pasó?
─Soy muy competitivo...─ bromea.─...quería quedar peor que vos.─
Lo ayudo a sentarse en el sillón y quito sus lentes.
No sé cómo ayudarlo... tiene barro, sangre y pasto por todo el cuerpo.
Finalmente lo empujo hasta el baño y lo siento vestido en la bañadera.
Abro la ducha y dejo que el agua quite parte de la mugre que trae encima.
─¿Qué hiciste?¿Dónde estuviste?
─Averigüé algunas cosas... ─apenas puede hablar. Está agotado.
Le pongo shampoo y lavo su cabello. Por momentos se queda dormido.
No puedo imaginar qué estuvo haciendo para terminar así.
Le quito la camisa y con la esponja le enjabono el cuerpo.
Es muy pesado y está casi desvanecido... ya estoy más mojada que él.
No se si quitarle los pantalones pero no puedo acostarlo así porque va a empapar la cama.
Me decido a quitarle solo los pantalones y dejarle la ropa interior.
Para sacárselos tuve que pararme dentro de la bañera. Los tiro a un costado y saco sus medias.
Me horrorizo cuando veo su tobillo.
Está completamente fuera de lugar. Tengo que acomodarlo antes que se enfríe más.
Sujeto su talón y con la mano bien abierta intento tomar la mayor parte del pie, enseguida cruzo mi pierna sobre él para poder afirmarme en la incómoda bañera.
Un. Dos. Tres.
Un golpe seco y el hueso vuelve a su posición al mismo momento en el que un grito desgarrador retumba en las paredes del baño. Lo abrazo.
Me mira sólo unos instantes y vuelve a desmayarse.
Termino de quitar todos los restos de suciedad de su cuerpo, cierro la ducha y dejo ir el agua.
No voy a poder sacarlo de ahí dentro si no está conciente como para colaborar.
Busco varios toallones en el placard para secarlo no sólo a el sino también la bañera, donde pienso improvisar una cama.
Sólo después de secarlo y cubrirlo con varias mantas retiro por debajo su ropa interior, sin mirar y casi sin tocarlo.
Le coloco una bolsa con hielo sobre su tobillo y una almohada bajo su cabeza.
Antes de alejarme lo suficiente, aún con los ojos cerrados me toma por detrás de la cabeza y hunde su nariz en mi cuello subiendo y bajando mientras huele cada centímetro. Me alejo fácilmente porque su agarre es débil.
La punta de sus colmillos comienzan a asomar.
Corro hacia la cocina y busco la bolsa de sangre que había guardado.
Llego al baño y lo encuentro nuevamente adormecido.
Le acerco la bolsa pero no reacciona.
Con unas tijeras hago un corte y vuelvo a acercarla.
Abre los ojos enseguida, toma la bolsa entre sus manos pero se detiene al verme.
─Sólo... por favor...─no alcanzo a comprender que quiere decirme.
─¿Qué necesitás?
─Estar... sólo.─salgo y cierro. Me apoyo sobre la puerta y me deslizo hasta quedar sentada en el piso.
También estoy agotada.
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Un pacto "Amor Y Sangre"
VampireUna mujer común. Un día normal. Un extraño encuentro que se repite y un hombre que pondrá su mundo de cabeza. Literalmente. ACLARACION: Esta historia transcurre principalmente en Argentina por lo que encontrarán modismos y distinta acentuación en al...