51- En la frontera

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Fabrizzio

Menos mal que vine a cargar combustible esta noche porque la fila de vehículos esperando para hacerlo es bastante larga y de haberlo dejado para mañana nos hubiéramos demorado demasiado en llegar al aeropuerto.

Golpeo impaciente con los dedos sobre el volante porque me inquieta por demás dejar tanto tiempo sóla a Cass. Deberíamos haber venido juntos.
Casi cuarenta minutos después entro al departamento tratando de no hacer ruido para no despertarla porque seguramente ya se quedó dormida.

Voy directo al baño para tomar una ducha rápida antes de acostarme.
Me sorprendo al encontrar bastante desorden, el piso mojado y la ropa tirada... De repente una sensación de  alarma retuerce mi estómago y mi corazón palpita al punto de poder oírlo claramente dentro de mi pecho.

- Cass... amor...- Camino hacia la habitación tratando de no enloquecer por todas las ideas horribles que pasan por mi cabeza.
Enciendo la luz y no hay nadie en el cuarto.

No hay nadie.

Recorro el departamento en dos minutos y confirmo que Cass no está.
Corro hacia la puerta de salida y dos tipos enormes a los que ya había visto en la convención de Cartagena  se cruzan bloqueándome el paso.
Con un puñetazo volteo al de la derecha que se desploma al instante y con una mano tomo del cuello al de la izquierda presionándolo contra el marco de la puerta.

- ¿Dónde se la llevó?- Grito.

Es tal la presión sobre su cuello que no puede hablar. Aflojo un poco sólo para darle aire pero no está dispuesto a decirme una palabra.
Lo arrojo dentro de la sala y lo sujeto con una rodilla en el pecho mientras lo golpeo exigiéndole por su vida que me diga dónde está Cass.
En un momento trato de contener mi fuerza al sentir un ruido de huesos bajo mi puño.  Si lo mato no va a poder decirme nada pero mi reacción fue tardía ya que veo que el tipo pierde el conocimiento. Con algo de culpa (sólo un poco) busco sus señales vitales y compruebo que está vivo.
Giro a ver al otro tipo y no está en mi campo de visión pero escucho el sonido de su ropa al levantarse del suelo y cierta presión de su calzado sobre el piso.
En una fracción de segundo estoy a su lado en el pasillo y apenas recuperado mira con estupor el cuerpo de su compañero y a mi con duda y evidente miedo.

- ¿Qué mierda...?- Es notoria  su sorpresa al ver a quien parece ser un tipo ordinario con la fuerza de varios. Sin duda no tiene idea quien soy y qué está pasando acá.
Decido aprovechar su estado catatónico para tomarlo de la ropa y elevarlo contra la pared a medio metro del piso.

- Hablás o te prometo que vas a terminar peor que él.
- No sé nada. De verdad no sé nada.-

Es patético ver a un tipo de dos metros casi orinándose en los pantalones pero creo que en verdad no sabe gran cosa.

- Vas a venir conmigo.- Lo llevo hasta el auto y lo meto a la fuerza dentro. Saco de la guantera un arma con la que encañono su costado.

- Manejá.
- ¿Adónde?-

Pienso. No sé donde ir y el tipo evidentemente tampoco.

- Primero llamá a Valhousen. Decile que ya no soy un problema y conseguí que te diga dónde está.-

El tipo saca el celular y marca un par de teclas mirándome varias veces durante el proceso.
Espera que atienda mirando hacia el frente y tomando un par de respiraciones profundas.

- Poné altavoz.- Ordeno y lo hace.
- Jefe.- Inicia.
- ¿Lo terminaron?
- Todo bien. ¿Necesita algo más?
- No. Llámalo a Marco y él te dirá cómo seguir.- Presiono más el arma para que no lo deje cortar.
- Tengo que darle algo...- Improvisa.- ¿Dónde lo puedo alcanzar?
- ¿Qué cosa?
- El tipo tenía algunos documentos suyos  comprometedores... los tengo acá.- Valhousen se toma un tiempo para pensar.
- Dáselos a Marco.- Concluye.
- Preferiría dárselo a usted, es muy confidencial.
- Ya estoy a casi ciento veinte kilometros de la frontera. Cuando llego te espero media hora, cuarenta minutos, no más.- Asiento con la cabeza.
- Es suficiente.- Corta y me mira.
- Hasta acá llegaste. Bajá.-

Un pacto "Amor Y Sangre"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora