9- Conmigo

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Fabrizzio

Me despierto confundido una vez más. Ultimamente es más común de lo que me gustaría.
Otra vez estoy teniendo sensaciones que había perdido, como el frío.
Miro mi cuerpo extendido en el largo de la bañera, tengo un par de almohadones bajo mi cabeza y estoy cubierto con mantas.
Recuerdo a Cass ayudándome a entrar, por lo que infiero que fue ella quien se encargó de bañarme y dejarme en la posición más cómoda que pudo.
No sé cómo lo hizo. Es muy pequeña para mi casi metro noventa...
Me pongo de pie con bastante dificultad. En cuanto lo hago descubro que no tengo nada de ropa.
¿Cass me desnudó?
Tomo una de las mantas y me la pongo encima para salir del baño. Tal vez aún esté en casa.
Reviso con la vista la sala vacía y me dirijo a mi habitación. Tomo algo de ropa y una vez vestido vuelvo a salir.
Escucho ruidos de vajilla en la cocina, por lo que allí me dirijo para encontrarla en plena tarea.
Está con el cabello suelto enmarcando su rostro sin una gota de maquillaje, con jeans, una remera con la cara del Che, zapatillas y un delantal en la cintura.
Se seca las lágrimas causadas por la acidez de la cebolla que se empeña en dejar invisible tras picar y picar con una afilada cuchilla.
No sé en qué estaba pensando cuando me fijé en ella. Es tan joven que me siento mal por haberlo hecho.
Tal vez esta extraña situación me hizo replantear todo lo que me estaba pasando, pero sin duda ella no es para mi.
Pensándolo bien, yo soy quien no es hombre para ella ni para ninguna otra  mujer. Si es que todavía estoy en la categoría de hombre. Puede ser que ya encuadre mejor en el tipo "bestia".

─¿Qué te pasa?─me sobresalto por el sonido de su voz más que por la pregunta, estaba completamente absorto en mis pensamientos.

Reacciono para responder.
─No recuerdo bien qué pasó cuando llegué. ¿Vos me bañaste?

Todos los colores se mudaron a su rostro. Me provoca ternura su turbación. En realidad no quise incomodarla.

─Estabas lleno de barro, sangre y pasto...─se
justifica.
─Está bien...─la tranquilizo.─Muchas gracias. ¿Vos estás bien?─Si. Me siento bastante bien. Termino esto y me voy...
─¿Ya regresó tu mamá?
─No. Vuelve el domingo, pero ya no tengo miedo.
─Deberías... ─digo con pesar.
─¿Por qué?
─Lo que te hicieron a vos anoche puede tener que ver con lo que descubrí sobre mi. ─Cass deja la cuchilla sobre la mesada, limpia sus manos en el delantal y se cruza de brazos para escucharme atentamente.
─¿Qué descubriste?
─Te ayudo con eso.─me acerco a la mesada.
─¿Qué estás haciendo?
─Un estofado de carne. Ya no sos vegetariano. ¿No?
─No. El cuerpo me pide carne.─no puedo dejar de sentir cierta culpa pero esa es mi realidad hoy.
─Te va a gustar. Cocino bien.
─Siempre me gustaron las chicas humildes...─ bromeo.
─Sólo soy conciente de mis virtudes.
─Perfecto. Tampoco es bueno caer en la falsa modestia.
─¿Vas a seguir desviando el tema para no contestarme?
─Mientras almorzamos te cuento. Es largo.
─Podés empezar.

Cassandra


Aún me cuesta seguir el ritmo de lo que Fabrizzio me cuenta.
Por momentos se emociona contándome las sensaciones al experimentar sus hasta ahora desconocidas habilidades.
Lo cuenta de una manera tan vívida que puedo imaginarlo claramente.
Por momentos muerde su labio y queda colgado en un gesto de perplejidad por lo que está viviendo.
Es muy expresivo, no solo con las palabras por su profesión, sino también expresa mucho con su tono de voz, con sus gestos... hasta con sus silencios.
Es increible cómo a medida que voy conociendo más de él, o simplemente al escucharlo o verlo estoy siendo hipnotizada por su encanto. Tiene un don natural que de repente me asusta.
Tengo que tratar de concentrarme en lo importante.

Un pacto "Amor Y Sangre"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora