69- Final

158 12 4
                                    

Fabrizzio

Abro el candado en el que grabé nuestros nombres antes de salir de Buenos Aires, lo engancho en la cerca y tomo su mano.

- ¿Lo cerramos a la cuenta de tres?
- Con un deseo por cada vez que contamos...- Asiento y nos enfrentamos al famoso monumento de los candados.
Nos habíamos prometido volver y aquí estamos.

- Uno...- Pienso: "Una vida juntos, larga y feliz."
- Dos...- "Que nuestros hijos crezcan sanos y sean felices."
- Tres...- "Que nos amemos siempre como el primer día y más."

Cerramos el candado y arrojamos la llave al lago. ¿Serán sus deseos similares a los míos?

- Es un buen simbolismo...
- Lo es, igual ya sé que nada puede separarnos.- Dice Cass convencida mientras me mira con una sonrisa fresca y los ojos luminosos.- Nada pudo hasta ahora.
- Y nada lo hará.- Concluyo seguro con un casto beso en sus labios.

La abrazo y nos quedamos mirando el lago en una especie de trance.
Podría jurar que los dos estamos pensando y recordando casi las mismas cosas.
Después de caminar un buen rato nos sentamos a descansar y arrojo una piedra de manera que rebote varias veces en el agua como cuando era chico y hacíamos competencias con Ulises.

- ¿Cómo lo hacés?
- Tenés que tirar de costado y casi al ras del agua ¿Ves?- Vuelvo a demostrarlo una vez más.

Lo intenta un par de veces y no hay caso. O le falta fuerza o le sobra altura.
Patea el suelo y me hace reír. Tras mi carcajada recibo un golpe suave en el hombro.

- Te burlás de mi. Horrible lo tuyo...
- Perdón, me hacés acordar al Chavo.- Digo riendo sin poder evitarlo.

Hace pucheros y frunce el ceño. De pronto su mirada se ilumina, mira el puesto de algodón de azúcar que está a unos metros de nosotros y sé que se le antoja uno.

- Ahora te compro.
- Gracias amor...

Me pongo de pie y camino hacia el puesto mientras Cass sigue arrojando piedritas al lago y está cada vez más cerca de lograr el efecto. Es así con todo y amo eso de ella. No se rinde nunca.

Menos mal que no se rindió conmigo.

Pago el algodón de azúcar y una mujer se para al lado mio, tal vez demasiado cerca. Me giro pensando que Cass al fin decidió acompañarme y en realidad me encuentro con una morena en patines, de cabello rizado hasta la cintura que me mira de tal forma que me hace sentir un poco incómodo.
Alzo una ceja porque parece conocerme o algo así.

- ¿Fabrizzio Mutti?
- Sí...- Miro por encima del hombro de la morena a Cass que está mirando hacia acá con una expresión adusta por no decir terrible. La ropa que usa la joven no la cubre demasiado...
Y en verdad es raro que me conozca porque no creo conocer a nadie en Colombia.

La mujer muy sonriente en verdad parece conocerme.

- Trabajo en la Clínica Militar.

Por más que hago memoria no logro recordarla. Tuve contacto con pocas personas mientras estuve internado.

- Personal de limpieza...- Aclara.
- Ah. No estaba muy bien entonces, perdón.- Es verdad. En esos días sólo me concentraba en recuperarme.
- ¿Estás solo en Bogotá?- Pregunta... ¿ilusionada?
- No, estoy con mi esposa.- Digo a la vez que señalo a Cass.
- Ah...- Su sonrisa decae un poco.- Como vi que comprabas un sólo algodón...- Ahora sonrío yo.
- No me gustan mucho las cosas tan dulces, éste es para ella.- Asiente con la cabeza y no disimula su decepción.
Luego sonríe apenas y se despide poniendo una mano sobre mi hombro.

Un pacto "Amor Y Sangre"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora