18- Yin y Yang

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Fabrizzio

Voy anotando los pasos de ayer en un diario en el que estoy llevando minuciosas notas.
Después sólo agrego "jugador" debajo del nombre Marcos Navarro en el cuadro que voy armando en la pared del fondo.

Espero que mis próximas incursiones nocturnas tengan más éxito.

A medida que se acerca el mediodía me voy poniendo algo ansioso. Sólo pensar en volver a verla me provoca una sonrisa espontánea.

Me preocupo un poco cuando le envío un mensaje y ni siquiera lo recibe.
Su última conexión aparece ayer a las ocho y cinco de la noche, el momento de nuestra última comunicación.
Quiero pensar que habrá tenido un problema con el celular y no que le haya pasado algo malo.
Como sólo lo utiliza para comunicarse conmigo es probable que lo lleve oculto y no sería raro que no haya podido usarlo en las últimas horas.

A la una ya no es ansiedad, es pánico puro. Si algo llega a pasarle nunca me voy a perdonar haberla involucrado.
Cualquier inconveniente será exclusivamente culpa mía.

Son las cuatro de la tarde.
Camino de un lado a otro como un loco por la habitación de la pequeña cabaña.
No puedo dejar de imaginar una y mil cosas que hayan  podido salir mal.

Ella no se sentía segura conduciendo. No tendría que haberle dado el auto.
A pesar del riesgo decido llamar a su celular original.

- Hola.
- ¿Cass?
- No, soy su mamá. ¿Quién habla?
- ...
- ¿Hola?
- Eh... Hola. Soy Daniel, un amigo.
- Cass en este momento no puede atenderte. Está en el quirófano.
- ¿En el quirófano? ¿Está operando?-

No sabía que fuera cirujana...

- No, la están operando a ella.
- ¿Qué le pasó?
- Nada grave. Apendicitis.
¿Querés que le diga algo?
- No... gracias. Vuelvo a llamarla en otro momento.

En el quirófano...
No va a venir. Apendicitis.
Podría haber sido algo peor.

Lo importante es que no le pasó nada grave.
Va a estar bien...
Pero no sé cuánto tiempo le llevará recuperarse.
La cirugía de apéndice es sencilla, no debería preocuparme...
Aunque intento convencerme de que todo estará bien y dejar de pensar en forma negativa, de todas maneras lo hago. Mi mente empieza a volar.

¿Y si es mentira? ¿Y si Máximo sólo la mete en un quirófano para matarla y luego simplemente dice que algo salió mal?
Sé que es capaz de cualquier cosa.
Tengo que hacer algo. No me puedo quedar así.

El sol en lo alto del cielo se burla de mi desesperación.

Amé los días soleados y me declaré un acérrimo enemigo del invierno y de los días grises. Hoy ruego por algunas nubes que oculten al astro rey que se empeña en brillar más que nunca.

Me asomo a la ventana con los anteojos de sol puestos y tengo que retroceder inmediatamente. No puedo hacerlo. No puedo salir.
Corro una silla, me siento y me desplomo sobre la mesa abatido. Hundo mi rostro entre las manos en un intento de no pensar o de al menos pensar en una salida.

Qué sea realmente una apendicitis... por favor Dios.

En estos últimos días me revelé y me alejé de Él. No podía creer cómo había permitido que me pasara esto. Entendía todo el asunto del albedrío pero cuando me tocó a mi no pude aceptarlo... Sé que los únicos culpables son esos miserables que pagarán uno a uno lo que hicieron.
Le pido perdón por mi rebeldía y sólo necesito que me haga saber que Cass va a estar bien. Que la va a protejer de alguna manera.

Un pacto "Amor Y Sangre"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora