Soledad, soledad y frío. Es todo lo que Aria siente en la piel, se levanta con cuidado y se viste con parsimonía, en el pequeño buro de madera hay unas cuantas monedas que no le sorprenden, dada la rutina sabe que son suyas lo que si le sorprende es ver un pequeño suéter de cuero de aspecto caro con una nota que indica que es para ella, se retira sin mirar atrás y decir gracias o adiós, esto no es nada más que trabajo, nada más que algo que debe hacer si quiere seguir viva.
Sale a las solitarias calles sin pavimentar pertenecientes al distrito 10, la chica tiembla, no se ha puesto el sueter, ni lo hará, simplemente compra un poco de queso, una barra de pan y se toma un caldo de carne de dudosa procedencia que acaban con la mitad del dinero que acaba de conseguir.
Caminando sin ganas cruza la plaza y se dirige hacia el norte, lejos del centro acercándose a la parte suburbana del lugar, una vez allí se dirige a un grupo de cabañas que milagrosamente se tienen en pie, envuelve el pan un poco de dinero y el queso en el abrigo y después de mirar para todos lados lo oculta detrás de un tabique flojo. Luego se aleja y entra intentando no llamar la atención.
Ven aquí!-
No funciona.
La chica regresa y entra a una de las cabañas, una mujer de cara grasienta y pelo lacio, ralo y gris la mira de frente como acosándola.
¿Dónde estuviste?-la mujer intenta dirigirse a ella con un falso tono maternal que tiene a la chica cansada. Esa mujer no es su madre pero ni ella ni su padre están por lo que tiene que atenerse a esa mujer que no la cuida y procura como se supone que los servicios sociales deberían hacer con los huérfanos del lugar.
Humm... fuera-es todo lo que responde, por un momento la mujer la fulmina con la mirada y un segundo después la sujeta del pelo y la arrastra hasta apresarla contra una de las paredes y por más que la chica forcejea no puede escapar. La desgraciada es bastante fuerte para estar tan jodida.
Sé muy bien que estuviste haciendo toda la noche-le gruñe-dámelo!-Aria sabe a lo que se refiere pero no cede, no hay otra manera en la que pueda desafiarla que con su silencio, pero eso sólo sirve para hacerla enfurecer más, por lo que golpea la cabeza de la chica contra la madera de la cabañuela que estremece por el impacto-Dámelo!
No me ha dado nada-responde la chica a regañadientes mientras los ojos se le llenan de lágrimas por el golpe.
Eres una pésima mentirosa-escupe la mujer con una risa mordaz-¿Quieres que me deshaga del lastre de tu habitación? ¡Porque puedo dejarlo fuera una de las muchas noches que no estás! Ya puedes recoger lo que que te dejen los perros sal...
Basta!-Aria llora y llora de verdad, porque puede soportar los golpes pero eso no, eso nunca-en el bolsillo derecho-susurra y sin tardanza la mujer saca unas cuantas monedas que examina con insuficiencia.
Ni si quiera eres buena para eso-se burló-esto es una miseria-sin otro comentario la mujer la echó fuera a jalones y azotó la puerta haciendo temblar de nuevo la construcción entera.
Aria inspiró varias veces intentando calmarse, se limpió las lágrimas, miró su reflejo lloroso, delgado, sin vida y apartó la vista de inmediato. Procuró sonreír antes de entrar a su habitación.
toc toc-su voz hizo eco en su cuarto en apariencia vacío más cuando cerró una vocesilla respondió su saludo.
¿Aria?-estaba hecho un ovillo en la única cama de la habitación y para cualquiera habría pasado desapercibido pero no para ella, para ella el pequeño niño envuelto en un nido de mantas era lo único que tenía importancia en ese lugar.
¿Cómo dormiste?-inquirió mientras se acercaba a un ladrillo flojo y lo desacomodaba para sacar lo que había escondido en el tabique flojo del otro lado de la pared.
Bien-respondió el niño con un tono débil pero alegre-Cashel me trajo la comida.
¿Ah si?-Aria desenvolvió el pan y el queso y se dirigió al niño-¿Quieres un poco más?-Mike abrió sus pequeños ojitos como platos y sin más se lanzó a por los alimentos-oye, oye, con cuidado-la chica obligó a su hermano a sentarse a la pequeña y desvencijada mesa para untar el queso en el pan, luego comer lento sin desperdiciar nada-Tengo algo más para ti.
¿Que?-Ella por toda respuesta sacudió el súeter y se lo enseñó victoriosa-¿Para mí? ¿Cuánto te ha costado?
Nada-dijo-ha sido un regalo de... un amigo.
¿Podrías decirle gracias de mi parte?-Sonrió el niño y ella asintió-y... ¿me ayudarías a ponérmelo?-Aria sonrió y lo deslizó por la cabecita del pequeño, luego por sus bracitos delgados y su espalda donde se contaban casi todos sus huesos. La chica acarició su cabecita y dejó un pequeño beso. No era justo, Mike tenía 11 años, 11 y pesaba menos que un ternero... no como que ella hubiera cargado un ternero alguna vez pero su padre solía decirlo... la idea era que el niño pesaba muy poco para su edad, tenía un extraño problema en una de las piernas que le imposibilitaba caminar sin cojear y por si fuera poco estaba a un año de ser elegible para la cosecha. Y simplemente para Aria no era justo. Aunque su vida tampoco era justa. La de nadie para ser exactos. Aria se recostó en la cama y se cubrió con una de las mantas.
¿Aria?-la chica abrió los ojos que acababa de cerrar y miró a su hermano-¿Jugarías conmigo?
Come-fue la respuesta. El chico asintió tristemente pero no insistió-media hora después de que termines me despiertas para salir a jugar.
¡Eres la mejor!-sonrió el niño, Aria le sonrió también y se dio la vuelta, haría todo por verlo sonreír.
Aquí vamos, al principio esto va a ir un poco lento pero espero que agarremos ritmo mientras nos dirigimos a los juegos :3 gracias por sus lecturas y comentarios. Espero publicar en 3 días.
Nos leemos
-OA
ESTÁS LEYENDO
PLL: The Hunger games.
RandomAU Spencer, Hanna, Emily, Aria y Alison nacieron en distintos distritos del capitolio, sin embargo sus caminos se cruzarán cuando las cinco sean sorteadas como participantes de los 66 juegos del hambre, al los cuales tratarán de sobrevivir incluso s...