Sueños y Alucinaciones

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Hanna suspiró mientras Arvina masajeaba sus hombros. Caleb a su lado dormía plácidamente en un jacuzzi. La rubia lo miraba de cuando en cuando vigilando que no se resbalara y terminara ahogándose o algo así, era tonto, lo sabía especialmente porque había dos Avox cumpliendo la misma función, pero simplemente no podía evitar cuidarlo.

Ve a descansar a la sala-sugirió Arvina-parece que fue un día pesado o puedes dormir si gustas...

¿No puedo quedarme aquí?-inquiere la chica. Arvinia sonríe.

No le pasará nada, lo prometo-Hanna sonrió-Solo pensé que tal vez te gustaría tomar el solo algo así...

Casi cae la noche-repica Hanna.

Más a mi favor para que te apures-recalca la chica-vamos, yo lo cuidaré por ti

Venga, será bueno que vayamos-dice Caleb con voz adormilada y Hanna sonríe cuando él se levanta y toma la bata que le ofrece un Avox. La chica sonríe y asiente. Segundos más tarde ambos se encuentran en una pequeña terraza intentando acomodarse en un solo camastro.

Hemos engordado bastante-se burla Caleb-antes de esto habríamos cabido perfectamente aquí...

Deja de quejarte-farfulla Hanna sonriente mientras junta otro camastro para comodidad de ambos-así estará mejor.

Vaya, si la Hanna que conocí te viera ahora, se burlaría de ti-murmura Caleb y la rubia sonríe.

Me mataría querrás decir-

Si, ¿Qué pasó con mi fierecilla "no te necesito 24/7 a mi lado"?-inquiere el chico con tono de burla.

Cierra la boca-fue la respuesta antes de que la chica lo besara y se acomodara a su lado. No quería decirle que seguía siendo esa chica, pero que hacía muchísimas más excepciones desde que se dio cuenta de que cada vez les quedaba menos tiempo juntos. Los tristes rayos de la tarde acariciaron sus párpados mientras ella imaginaba, mientras dejaba su mente ir... hasta que se quedó dormida.

En su sueño estaba de vuelta en el distrito seis, en su mugroso y frío distrito seis y al ver sus calles grises y su gente de cara marchita no pudo evitar llorar de nostalgia, el sentimiento fue aún más grande cuando se dio cuenta del camino que transitaba; aquello no era un simple sueño, era un recuerdo, uno de sus favoritos.

Todo comenzaba con ella caminando furiosa alejándose de la alcaldía con los ojos llorosos después de una desastrosa cena con su padre, Isabel y la odiosa Kate, una cena que había salido mal por culpa de esta última quien en una "broma" había puesto algo en la bebida de Hanna, algo que la había hecho vomitar, a lado de su padre, mientras comían con otros hombres importantes del distrito seis. La escena de pelea entre ella y su hermanastra había sido épica: con pelea de comida e insultos incluidos hasta que su padre terminó por echarla.

Quizá fue el destino, quizá fue suerte, ni idea, caminaba por la calle del único árbol (de acuerdo, no se llamaba así pero era un buen punto de referencia) cuando vio a un par de agentes de la paz golpeando a un ovillo de harapos en el suelo. Hanna sintió su sangre de por si agitada arder por la injusticia, agarró con firmeza su bolso "elegante" y se aproximó a ellos decidida.

Media hora más tarde la chica (medio apoyándose en el ovillo que resultó ser un muchacho de nombre Caleb) llamó a la puerta de su casa donde su madre atendió. Ambos habían recibido la golpiza de sus vidas, la mujer les curó como pudo, usando nieve para bajarles la inflamación de la cara, los brazos y el abdomen. El entonces novio de Hanna: Sean acudió al llamado de su suegra y también se dispuso a ayudarles. Sólo él era un enfermero medianamente decente por lo que Hanna y Caleb terminaron cubiertos de nieve, plantas raras y vendados al punto de no poder moverse.

PLL: The Hunger games.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora