Capítulo 9

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Desperté, eran las 7:30 a.m.
Sentía una sensación extraña.
Estaba recostada en el escritorio frente a la vieja computadora, de seguro me quedé dormida aquí ayer. La encendí para ver que había estado viendo, ya que no recordaba, pero no encendió.

Salí de la habitación y no había nadie en la cabaña, así que salí al jardín y allí estaba Tanner, estaba cortando leña.

—Buenos días abogada —me sonrió— ¿Cómo durmió? ¿Se sintió cómoda?

—Hola Tanner, buenos días —sonreí— Dormí muy bien gracias, aunque me dormí sobre el escritorio usando su computadora, espero no le moleste.

—Pero esa computadora no funciona —hizo el rostro extraño.

—Qué extraño, yo recuerdo que la use ayer por la noche, aunque no recuerdo para qué la use.

—Bueno, estoy preparando la leña para hacer el desayuno, aunque no soy muy buen cocinero.

—Tranquilo —sonreí— Yo preparo el desayuno.

—Oye, lo olvidaba, toma esto —me dio una bolsa.

—¿Qué es?

—Te conseguí una ropa, ya que me imagino que no traes más que la que andas puesta.

—Sí, muchas gracias, ¿dónde la conseguiste?

—Luego te digo —siguió cortando leña.

Me fui a la cabaña para bañarme, necesitaba un buen baño. Me relajé por un momento, aunque algo tenía en la mente que no recordaba.

—¡ESTÁ LISTA LA LEÑA COCINERA! —gritó Tanner.

Terminé de bañarme, me puse una ropa cómoda y salí.

—Vaya, que bien se ve abogada —dijo Tanner.

—Gracias —dije tímida.

Preparé el desayuno y luego nos quedamos allí un rato hablando hasta que volviera la noche.

—Me queda poco tiempo aquí —dijo Tanner.

—¿Qué pasa, estás enfermo?

—No, nada que ver. Hablo sobre mi libertad, pronto me encontrará la policía.

—No debió haberse escapado.

Transcurrieron días y noches tranquilos, la misma rutina de siempre: comer y dormir.
Hasta una noche...

La noche transcurría tranquila como siempre, el viento soplaba con mucha intensidad, lo que provocaba el movimiento las infinitas hojas de los interminables árboles del bosque.

En un instante se rompió ese silencio que abundaba en la noche con el ruido de una sirena de policía. Me asusté y bajé hasta la sala de estar, allí estaba Tanner.

—Ya se habían tardado —miró por la ventana— Es la policía, ya me localizaron.

—¿Te vas a entregar o vas a huir?

—Lo mejor es que me entregue —suspiró— Mira, tú sal por la puerta de atrás para que no te vayan a culpar de cómplice, regresa a la cabaña dentro de una hora, hasta que se vaya la patrulla. Mañana enviaré a un amigo para que te acompañe y te mantenga a salvo.

*Empezaron a tumbar la puerta*

—Apresúrate —dijo Tanner.

Salí y corrí lo más rápido que pude, me escondí detrás de un árbol ya que se me dificultaba ver por la oscuridad de aquella noche.

Me empecé a sentir mareada, aquellas ganas de vomitar habían vuelto.

Me desmayé...

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