Capítulo 28

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Primero verifico que Alissa ya se haya ido, luego me aproximo al lugar en el que pienso que muchas de mis dudas se van a aclarar.

Camino hacia la habitación aunque noto que la puerta se encuentra cerrada, pero para mi sorpresa las llaves están pegadas a la perilla. Giro las llaves y la puerta se va abriendo lentamente, soltando un rechinado escalofriante y un olor putrefacto.

Me adentro en la habitación y se encuentra tal a como la descubrí aquel día, las paredes seguían rasgadas y el piso bastante roto. El ambiente era frío y parecía que había una especie de neblina en la habitación.

Me dirijo hacia aquel mueble donde encontré la medalla, abro el cajón y empiezo a revolcar entre la ropa y demás cosas. Esta vez no logré ver ninguna medalla, aunque encontré un portafolio, lo tomé, no sabía lo que estaba haciendo, la curiosidad me mataba. Miro el portafolio y veo que contiene muchos papeles dentro, quería saber que contenían.

Lo que estaba haciendo estaba mal, no debía esculcar cosas ajenas, pero sentía que tenía la necesidad de descubrir lo que aquí se escondía. Empiezo a sacar los documentos del portafolio, soltaban un olor a moho, de seguro estaban guardados aquí hace mucho tiempo. Intento leerlos, pero escucho que la puerta principal se abre, alguien había llegado.

—¿Mamá?

Era Lisa. Meto nuevamente los papeles dentro del portafolio, estaba por guardarlo en el mueble nuevamente, pero la intriga me mataba, así que lo guardé en mi bolso.

Antes de salir, me asomé hacia ambos lados para verificar que Lisa no estuviera cerca, salí y cerré suavemente la puerta para que no se escuchara el rechinado.

—¿Mamá, estás aquí? —seguía preguntando Lisa.

—Tu madre salió, dijo que iba al supermercado —le dije mientras me acercaba a ella.

—Ah, ya veo, ¿y tú dónde estabas?

—¿Yo? Eh, bueno, estaba en —no sabía qué decir— ¡En el baño! Sí, en el baño.

—Bueno, no perdamos más tiempo y comencemos a embellecerte más de lo que eres querida Amiga —dijo Lisa emocionada mostrándome lo que había comprado.

Lisa era una buena amiga, a pesar de que a veces se comportara extraño y pareciera que también celosa, sé que ella me aprecia tanto como yo a ella. Hemos compartido toda una vida juntas y la siento como una hermana.

Ella estaba ayudándome a alistarme y por un momento me hizo olvidar la falta que me hacía mi madre, lo cual me hacía sentir en una cálida compañía. Cualquier hija desearía estar acompañada de su madre en este día tan importante para una mujer, aunque tenía que ver el lado bueno, tenía a mi padre.

Las siguientes horas se pasaron volando, estuvimos enfocadas en el peinado y maquillaje, todo estaba quedando de la mejor manera. Luego de tener listo mi peinado y mi maquillaje, estaba por iniciar a ponerme mi vestido de novia, pero me pareció extraño que Alissa no hubiese aparecido en todo este tiempo.

Me había dicho que iba a ir al supermercado y ya habían pasado muchas horas.

—Lisa, ¿donde está tu mamá? —pregunté.

—Oye tienes razón, hace rato debería haber vuelto —tomó su celular— voy a llamarla para ver qué pasa.

—Está bien, yo mientras me iré a poner el vestido.

Tomé la caja que contenía el vestido y entré a la habitación de Lisa para probármelo. Al abrir la caja pude percibir su aroma, olía a rosas frescas.

La tela es suave y blanca como la nieve, el talle está finamente bordado y adornado con pequeñas rosas rojas que destacan al frente, mientras que por detrás las cintas del corset hacen que se amolde perfectamente a mi cuerpo, terminando en una hermosa falda frondosa increiblemente decorada.

Me miré en el espejo, el vestido simplemente era hermoso, estaba viviendo mi propio sueño.

Salí de la habitación y caminé hasta la sala nuevamente, al llegar noté a Lisa algo preocupada.

—¡Vaya amiga, te ves preciosa! —me dijo cambiando un poco su expresión en el rostro, aunque la preocupación seguía predominando.

—¿Ocurre algo? Te noto preocupada.

—No es nada —fingió una sonrisa.

Sabía que algo malo estaba pasando y Lisa tenía que hacérmelo saber.

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