Epílogo

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Ha pasado un año desde aquella extraña y trágica experiencia que me tocó vivir. Con ayuda de mi madre y Abraham Dalph, logramos reunir las pruebas suficientes para enviar a Lisa a la reforma, entre ellas, los documentos que había extraído de la casa de Lisa. Contenía algunas hojas viejas de un diario en las que se relataba con puño y letra de Alissa, el odio que sentía hacia mi madre y la forma en la que la haría pagar por todo lo que según ella había hecho.

No quise tocar el tema del libro ni los hechos paranormales, ya que era un asunto muy complicado de explicar. Además, las personas no me creerían y pensarían que me estaba volviendo loca, como fue el caso de Lisa. Repetía una y otra vez de que yo y mi madre éramos las culpables de la muerte de su madre. Decía que la habíamos tirado desde el último piso de un edificio en el mundo del libro llamado Tanburg y que después habíamos cerrado el portal entre el mundo real y el mundo falso.

Claramente todo lo que decía era cierto, a excepción de que nosotras no teníamos la culpa de la muerte de su madre, ya que mi madre actuó en defensa propia. Era Alissa o ella.

Luego de estar de juicio en juicio, por fin el juez tomó la decisión final del caso: Lisa fue condenada a cadena perpetua sin posibilidad de salir nunca más de la cárcel. Era algo que me daba un poco más de tranquilidad y paz. Si bien eso no me devolvería a Mario ni a mi padre, ella por fin pagaría por lo que hizo.

En cuanto a mi madre y yo, decidimos comenzar de nuevo. Juntas nos mudamos de la casa hacia otra comunidad, no muy lejana de la antigua. Ella decidió seguir con la relojería de mi padre, además de retomar su pasión de niña; la lectura. Ha montado una pequeña biblioteca en nuestra nueva casa, no tan grande como la que teníamos antes, pero poco a poco va acumulando libros.

Hemos logrado salir adelante a pesar de los obstáculos que hemos tenido que enfrentar. Yo he montado mi propia clínica privada, donde doy atención médica para seguir ejerciendo mi profesión y pasión, además de ayudar a personas con enfermedades de bajos recursos.

Mi vida no ha sido fácil. En mis veinte años he sufrido lo que muchos no han pasado durante toda su vida, pero he logrado salir viva. Hace unos meses tenía a mi padre conmigo y creía que mi madre estaba muerta; ahora es todo lo contrario. Hoy no tengo a mi padre, pero estoy con mi madre saliendo adelante, empezando a retomar nuestras vidas con un oscuro pasado que jamás se borrará.

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