Capítulo 5

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—Ya te habías tardado en volver, vamos a cenar —dijo bastante serio Mario.

—No gracias, no tengo hambre —dije algo nerviosa y confundida.

—Bueno, entonces ven, sígueme.

Lo seguí, me llevó a la habitación.

—Ven Layla, vamos a tener sexo.

-¿QUÉ? No claro que no —dije mientras intentaba salir de la habitación.

Luego empecé a sentirme débil, con mucho sueño... y en un abrir y cerrar de ojos, mire a mi alrededor, ¡estaba en la sala de descanso del hospital!
¿QUÉ COSA ERA ÉSTO?

—Amiga, por fin apareciste. ¿Dónde estabas? —dijo Lisa.

—Qué me pasó Lisa, estoy un poco confundida.

—¿Cómo? —dijo Lisa.

—Sabes que, nada, olvídalo.

Prefería no seguir comentando nada a nadie sobre esto, ya que era una locura. En ese momento recordé que mi padre estaba grave.

—Espera Lisa, ¿Cómo está mi padre? Llévame a verlo —dije desesperada.

—Bueno, sígueme.

Lisa me llevó a la sala de cuidados intensivos, lo que me preocupó mucho.

—Amiga, tu padre está en la habitación 460. Prométeme que vas a estar tranquila —dijo Lisa angustiada.

—Lo prometo —sequé un poco de lágrimas que caían sobre mis mejillas.

Entré a la habitación y sí, ahí estaba él. Mi padre, mi amigo, mi compañero, luchando por su vida. Mi padre estaba dormido.

—Enfermera, ¿cómo sigue mi padre? —pregunté.

—Muy mal, no muestra avances —dijo la enfermera angustiada.

—Ojalá que despierte pronto —suspiré.

—¿Cómo? ¿No se ha enterado Dra. Layla? —dijo la enfermera.

—¿Qué dices? —pregunté.

—El señor August está en coma.

—¿Qué? ¿En coma?

—Así es —salió de la habitación.

Estallé en llanto, me desahogue frente a mi padre, aunque él no me escuchara.

Hay papá, no sabes cuánto te necesito. Debes luchar y librarte de esta, yo sé que puedes, eres un hombre fuerte. Me quedé toda la noche en la camilla junto a mi padre, razonando sobre todo lo que me ha estado pasando. ¿Me estaré volviendo loca?

Al día siguiente, decidí salir con Lisa al centro de la ciudad, así tomaría un poco de aire y me relajaría un poco. Mi jefe me había dado libre 1 semana, dijo que me encontraba un poco tensa, así que prefería esperar a que me calmara un poco.

Salí del hospital y fui a casa a tomar una ducha, un poco de agua sobre mi cuerpo no me caería nada mal. Salí del baño, me vestí y aproveché el tiempo que estuve en casa antes que llegara Lisa para revisar la biblioteca de papá, para ver si encontraba el libro Tanner, que desde aquella noche que comencé a leer no he vuelto a ver, tal vez había algo que me dijera lo que estaba pasando. Finalmente no lo encontré.

*suena el timbre*

De seguro es Lisa. Tomé mi cartera y salí, estaba Lisa con su auto, subí al auto de Lisa.

—¿Cómo sigues amiga? —preguntó Lisa.

—Un poco deprimida la verdad, mi padre es la única familia que tengo, no se que haría si algo le llegara a pasar —suspiré.

—Amiga —tomó mi mano— Me tienes a mí también, recuerda que aunque no soy tu familia es como si lo fuera.

—Sonreí—

Llegamos al centro de la ciudad, primero fuimos de compras, algo que la verdad me ayudó mucho, me distraje viendo preciosa ropa, elegantes zapatos y hermosos relojes, que me recordaron a mi padre. Fue divertido aunque no compramos nada.
Luego fuimos a un restaurante a almorzar, la comida estaba deliciosa, allí vimos a Mario.

—Hola chicas, porque no me avisaron que estaban por acá —dijo Mario, se sentó junto a nosotras.

Oh no, era Mario. No podía dejar de mirarlo, recordaba lo que había pasado en mi sueño, o lo que haya sido eso, y me daba mucho morbo e intriga verlo.

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