Capítulo 10

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Desperté y miré a mi alrededor, estaba dentro de los baños del centro comercial. Revise mi celular: Eran las 5 a.m.

Lo primero que hice fue buscar cómo salir del centro comercial sin que el guarda de seguridad me alcanzara a ver.

Logré salir sin ser vista y revise con más tranquilidad mi celular, tenía más de 100 llamadas perdidas. Intenté revisarlas pero mi celular se quedó sin batería.

Fui a casa y cargué mi celular, así pude revisar las llamadas perdidas. La gran mayoría eran de Lisa, algunas de Mario. -me acordé que había dejado a Mario esperando en el centro comercial- espera... ¡Mario! ¡Que vergüenza!
¿Cuántos días habrán pasado? Debe estar enojado conmigo...

*sonó mi celular*

—¿Bueno? —contesté.

—Hasta que por fin contestas idiota, nos tenías preocupados —dijo Lisa casi regañándome— Hay muchas cosas de las que tenemos que hablar pero lo principal es que debes venir lo más rápido que puedas al hospital a la sala 201, hay novedades sobre tu padre, bueno, si es que todavía te importa —colgó.

Tomé la ducha más rápida de mi vida y me fui para el hospital en mi auto lo más rápido que pude. Intenté ingresar al hospital por la entrada de los doctores, pero mi tarjeta de ingreso fue denegada.

No le tomé mucha importancia y me dirigí a la entrada principal, llegué a la sala 201 y allí estaba Lisa atendiendo a mi padre.

—Tu padre ya despertó del coma. Ahorita está dormido —me dijo Lisa, me volteó a ver y se notaba enojada— Parece que no te importa nadie, ni tu padre, ni el pobre de Mario, mucho menos yo. Te desapareces de la nada y sin decirle a nadie —salió de la sala.

El silencio abundó en mí, preferí no decirle nada al respecto ya que ni yo entendía lo que estaba pasando. Me recosté sobre una silla que había en la habitación para esperar a que mi padre despertara.

9:00 a.m.
—Hija, por fin vienes a verme —dijo mi padre con la voz que apenas le salía.

—¡Papá! —le di un fuerte abrazo— Al fin despertaste.

—¿Porque no habías venido hija? —mientras intentaba sentarse.

—Papá, no sabes todo lo que te he necesitado. Siento que me voy a volver loca...

*Entró mi jefe junto a una enfermera*

—Señorita Layla, acompáñeme a mi oficina un momento. La enfermera se quedará cuidando a su padre.

Lo seguí hasta su oficina, él no podía ocultar el enojo que se reflejaba en su rostro. Luego de unos minutos llegamos a su oficina, que quedaba en la planta más alta del hospital.

—Tome asiento doctora —dijo mi jefe mientras buscaba algo en su portafolio.

—Señor jefe, yo... —me interrumpió.

—Lástima que seas tan irresponsable —me dio una carta— Eras una de nuestras mejores cirujanas, por no decir la mejor.

—¿Qué es esta carta?

—Estás despedida.

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