—Fue Ofelia la que le preparó la tarta de manzana a tu padre.
—¿Qué estás diciendo? —pregunté alterada.
—Así como lo oyes, aún no se ha comprobado nada amiga, pero es casi un hecho. El vendedor de la tienda de la esquina dijo que Ofelia estuvo allí por la noche un día antes del fallecimiento de tu padre para comprar los ingredientes que necesitaba para preparar una tarta de manzana.
—No puedo creerlo Lisa, Ofelia no...
—Amiga, tengo que colgar. Estoy en la comisaría y están recolectando testimonios de los vecinos, tengo que irme.
—Está bien Lisa, en cuanto pueda me voy para allá. Ahorita estoy con algo de igual importancia.
—Está bien amiga, cuídate. Te quiero mucho —colgó.
No podía creer que Ofelia hubiera asesinado a mi padre, él y ella habían sido amigos desde toda la vida, habían compartido muchos momentos juntos. Yo la vi llorarlo en su funeral, la vi sufriendo por su partida... No podía entender cómo tuvo el corazón para hacer algo tan macabro.
Guardé mi celular y limpié mis lágrimas, volví a tomar asiento y en ese momento Escarlata regresó.
—No te preguntaré nada de la llamada niña, así que mantente tranquila. Lo que me interesa es tu versión de los sucesos que estuviste experimentando.
—No sé ni por donde comenzar... —Me soné la nariz—. Todo comenzó una noche en la que volví del trabajo, fui a la biblioteca que tenemos en casa para buscar unos libros que necesitaba.
—La misma a la que a tu madre le gustaba ir a leer por las tardes —interrumpió Escarlata.
—Sí, esa misma. En los estantes encontré un libro llamado Tanner, que estaba supuestamente escrito por mi padre. Me pareció interesante, así que lo tomé y lo llevé a mi habitación para leerlo. Después de haber empezado con su lectura, esa misma noche me quedé dormida leyéndolo. Cuando desperté, estaba en Tanburg; el mundo del libro.
—Interesante —dijo Escarlata mientras escribía lo que yo decía en una libreta.
—Con el pasar de los días, mis estadías en ese lugar se fueron haciendo más comunes. Siempre que me iba a transportar a Tanburg, sufría dolores de estómago, de cabeza y mareos, acompañados de nauseas. Lo mismo me sucedía cuando regresaba al mundo real.
—¿Entonces tú sabes cuando te vas a transportar allí?
—Sí, pero no es cuando yo desee, sino cuando el mundo me llame.
—Perfecto. Mira querida, te voy a decir todo lo que puedo. Ese libro, Tanner, no fue escrito por tu padre, él ya te lo dejó claro en la carta que te escribió.
—¿También sabe sobre la carta?
—Ya te dije que todo lo sé niña —aclaró su voz—. Prosigo. Como te decía, ese libro fue escrito por otra persona, una persona que quiere dañar tu vida a como dé lugar.
—¿Y quién es esa persona?
—No lo sé, es tu deber averiguarlo.
—Entonces usted no lo sabe todo a como dice.
—Bueno ya, sigamos con el tema. Te digo que ese mundo llamado Tanburg, no existe. Es una recreación de la cuidad de Múnich de 1997. Ese libro te lleva al pasado.
—¿Qué? —No podía creer lo que ella me estaba diciendo—. ¿Y cómo me explicas que en el mundo aparecían personas de mi entorno, que en ese entonces no tenían esa edad?
—Hay querida, con la brujería todo se puede hacer. Puedes recrear un mundo entero con las personas que se te dé la gana.
—¿Y qué hago para acabar con todo esto?
—Debes cerrar el portal que hay entre el pasado y la actualidad.
—¿Cómo? —pregunté extrañada, no entendía lo que estaba pasando.
—Te voy a explicar lo que debes hacer, presta mucha atención y recuerda muy bien mis palabras. Para ello, debes esperar a que el mundo te llame. Tienes que estar allí para poder cerrar el portal. Cuando estés en Tanburg, deberás buscar el edificio más alto de la ciudad. Tendrás que subir hasta el último piso, hasta la planta más alta. Allí buscarás un cofre de madera, en ese cofre está encerrada la magia que provoca que el pasado y el presente estén conectados. Deberás tirarlo desde arriba hasta que caiga al suelo, despedazándose en mil pedazos y provocando que toda la magia se esparza por todo el ambiente, trayéndote de vuelta a la actualidad y cerrando el portal para siempre.
—Ya veo, suena complicado. Ya debo irme, debo arreglar algunos asuntos. Ojalá que el mundo me llame cuanto antes —respondí preocupada mientras me retiraba de aquel lugar.
—Espera Layla —me detuvo Madame Escarlata—. Buena suerte. Tienes que ser fuerte y enfrentar todo lo que viene, no será fácil cariño, pero a tu padre no le hubiese gustado verte rendida.
Le sonreí y salí de su localidad, parecía una buena mujer. No todas las brujas son malas. Miré hacia la plaza de enfrente y los ancianos se mantenían allí reunidos. Subí rápidamente a mi auto y me marché cuanto antes de aquella localidad, Bösewicht; La Ciudad de los Brujos.
Iba con destino a la comisaría, debía arreglar esto de una vez por todas.
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Tanburg
Science-Fiction¿Te imaginas poder vivir en un mundo que realmente no existe? Layla Watson, de veinte años, es una joven doctora cirujana. Vive con su padre August, de cincuenta años, un reconocido escritor de los años ochenta que actualmente tiene una relojería en...