Capítulo 23

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Siempre me había hecho esa pregunta. Mi padre fue un gran escritor y tenía mucho éxito, por lo que no entendía el porqué había dejado ese trabajo.

—Sí, la verdad siempre me había preguntado eso, aunque cuando le pregunto a mi padre trata de evadir la pregunta —dije nerviosa.

—Mira Layla, la gente dice muchas cosas sobre la muerte de tu madre, aunque yo no te puedo confirmar cómo fue realmente. Algunos dicen que se suicidó, otros que murió de una enfermedad, e inclusive que ella está viva, algo poco probable —bebió un sorbo de café— aunque lo que más se ha hablado es que, tu madre fue asesinada.

—¿Y quién pudo haberlo hecho? —abrí mis ojos sorprendida— ¿y porqué?

—Layla, ¿Sabías que tu padre estuvo en la cárcel? —dijo Alissa misteriosa.

Esas palabras me hicieron pensar en lo peor: Tal vez mi padre si había asesinado a mi madre.

—¿Qué? —abrí mis ojos sorprendida— ¿porqué qué hizo?

—¡Mira la hora que es! —dijo mientras miraba su reloj de mano— dejemos esta conversación aquí por hoy, me iré a bañar que ya se nos va a hacer tarde para irnos para el hospital.

Me quedé sentada un momento tratando de procesar en mi mente lo que acaba de escuchar, no podía pensar que mi padre hubiera hecho esto, aunque recuerdo que hace algunos años encontré una foto de mi padre con uniforme de prisión, pero me dijo que sólo fue para una portada de un libro.

Luego de unos segundos me levanté y recogí los platos del desayuno, me puse a observar un poco la casa, ya que tenía muchos meses de no venir.

Caminé un poco más y me di cuenta que la puerta de la habitación misteriosa estaba semi-abierta. Le digo habitación misteriosa porque siempre que venía a la casa de Lisa para jugar cuando éramos niñas, Alissa me decía:

«Querida Layla, no entres a esta habitación, está prohibido, ¿de acuerdo?»

Siempre me había dado curiosidad por saber qué cosas habían allí, así que entré para fijarme rápidamente antes de que Alissa saliera de la ducha.

Terminé de abrir la puerta, ya que no se encontraba abierta del todo. Al entrar pude sentir que el ambiente era frío y escalofriante, se percibía un olor a muerte y sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.

La habitación se veía bastante descuidada, las paredes estaban un poco rasgadas, el piso se encontraba algo roto y había un gran mueble con cajones, me dio curiosidad por saber qué había dentro, así que lo abrí.

Vi que había mucha ropa, relojes, zapatos, todo parecía ser de hombre, aunque lo que más me llamó la atención fue una medalla que estaba oculta entre la ropa. La tomé y la miré.

«Medalla de Oro JJOO — Atletismo.
Juegos Olímpicos de Múnich 1974

Entregada el 31 de Agosto de 1974 en la ciudad de München, West-Deutschland.
Alemania Occidental»

Se encontraba muy deteriorada, por lo que no se podía observar el nombre del ganador. En eso sentí una mano en mis espalda, lo que me hizo quedar paralizada.

—¡Qué haces aquí! —gritó Alissa.

Me volteé y mire su rostro, se veía muy enojada.

—Disculpa, yo sólo estaba... —me interrumpió.

—No, no tienes nada que hacer en esta habitación, ¡lárgate! —dijo mientras me sacaba de la habitación— espera, ¿qué tienes en las manos?

—Es una medalla, estaba entre unos cajones —dije nerviosa.

Abrió sus ojos asustada, me la arrebató y me cerró la puerta. No entendía el porqué de la actitud de Alissa, aunque reconozco que no debí entrar sin su autorización, no sé porqué reaccionó de esa manera.

Luego de unos minutos, Alissa salió de la habitación y la cerró con llave, pude notar que había estado llorando.

—Disculpa por lo que acaba de pasar, de verdad perdóname Layla —dijo mientras se limpiaba las lágrimas con una servilleta.

—Tranquila, sé que no debí entrar sin permiso.

—Bueno, vámonos para el hospital que se nos va a hacer tarde —dijo Alissa sonriente.

Salimos de casa y nos subimos al auto, íbamos rumbo al hospital. Había empezado el día alegre, con dos buenas noticias, pero luego del desayuno todo lo que pasó me produjo un enredo en mi mente, no sabía en qué pensar de tantas cosas de las que me había enterado.

—Sabes Layla, esa habitación fue de una persona muy importante en mi vida, allí guardo todos sus recuerdos que me quedan, pero me provocan nostalgia, así que no me gusta tocar ese asunto —dijo Alissa angustiada.

—Tranquila, no es necesario que me des explicaciones —dije tratando de calmar la situación.

Aunque no podía negar que me generaba curiosidad saber de qué persona hablaba.

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