Lo primero que hice fue irme de inmediato para la cárcel, tenía que llegar donde Tanner antes que se lo llevaran para matarlo.
Era extraño, podía movilizarme por la ciudad como si la conociera, era muy similar a Múnich, sólo que habían algunos establecimientos diferentes.
Pude mirar que detrás de mí venían 3 hombres de tez negra y vestidos con trajes elegantes, todo el camino habían venido allí, como si me estuvieran siguiendo.
Empecé a correr para alejarme de ellos, pero también empezaron a correr. Lo primero que se me ocurrió fue meterme en una tienda para intentar perderlos, y lo logré. En el local había una enorme televisión, todos los clientes se encontraban allí reunidos mirándola, así que me acerqué para ver de qué se trataba.
"Hoy 25 de Diciembre, se celebra navidad en Tanburg, un día muy feliz y especial para todos los habitantes de la ciudad, a excepción del joven Tanner Müller. Él fue condenado a la pena capital luego de ser declarado culpable del múltiple asesinato a su familia el pasado 31 de Diciembre. Su fecha de muerte fue declarada para el día de hoy, y se espera que la vida de este asesino acabe mediante la decapitación en unos minutos".
Era el noticiero, pronto Tanner iba a morir, debía irme cuanto antes para la comisaría. Empecé a correr, esta vez sin importarme de que alguien me siguiera. Llegué a la cárcel y rápidamente visualicé a Abraham. Era extraño convivir con él aquí y en Múnich.
—¡Abraham! —grité.
—¡Hasta que llegas! Lamentablemente quedan tan sólo unos minutos para que le realicen la pena capital a Tanner, si gustas hablar con él debe ser ya mismo —se veía angustiado.
Me llevó hacia la celda de Tanner, ahí estaba él. Aislado en un rincón, sumido en la profunda oscuridad.
—Tanner —mi voz era temblorosa.
—Pensé que no vendrías a despedirte de mí —se levantó y se acercó hacia mí.
—No sabes lo mal que me siento, tú sabes que hice todo lo que pude para que pudieras salir de aquí —empecé a soltar lágrimas, le había empezado a tener aprecio a Tanner, era un buen amigo.
—No es tu culpa, son las estúpidas leyes de esta ciudad. Los culpables andan libres y los inocentes tras las rejas.
—Te voy a extrañar —tomé su mano.
—Acusado, llegó su turno —dijo un policía.
—¡No! —grité desesperada.
—Layla, ellos algún día pagarán por lo que hicieron, yo soy y siempre seré inocente de lo que hice, ellos no —le esposaron las manos y se lo llevaron— Ah, casi lo olvido. Debes tener mucho cuidado, recuerda que nada es lo que parece ni nadie es quien dice ser.
Esas palabras me dejaron impactada, lo mismo me había escrito Mario en la carta. No sabía a que se referían realmente.
Abraham me prestó unos artefactos para poder camuflarme entre las personas, teníamos que asistir a la muerte de Tanner, aunque yo no quisiera presenciar ese acto tan macabro.
El clima era muy frío, el cielo se encontraba azul oscuro y el viento soplaba con más fuerza de lo normal. Muchas personas se estaban reunidas para presenciar el momento, estaban frente a una tarima, sobre ella estaba colocada una guillotina, la máquina utilizada para la decapitación. El juez encargado del caso también estaba allí, junto a él, 2 policías custodiando a Tanner.
—Bienvenidos a todos los habitantes de la ciudad de Tanburg —expresó el juez mediante un altavoz, todos aplaudieron— listo, hagan silencio. Estamos aquí reunidos para presenciar la muerte de esta rata —señaló a Tanner.
Las personas se comportaban de una manera extraña, estaban eufóricos de energía y le gritaban insultos a Tanner.
Recapitularon el caso de Tanner y todo el proceso por el cual pasó antes de llegar aquí, hasta que llegó la hora final.
—Tanner Müller, serás asesinado en la guillotina —lo colocaron en la máquina.
No podía contener la impotencia de estar ahí, frente a él presenciando esta injusticia y sin poder hacer nada.
—¡Feliz navidad amigo! —gritó por todo lo alto el juez mientras dejaba caer el filoso y grande cuchillo de acero sobre la nuca de Tanner.
Fue un acto mortal, el afilado cuchillo provocó que se separara la cabeza del cuerpo y saliera expulsada a una gran velocidad, salpicando abundantes chorros de sangre, algo que parecía provocarle satisfacción a los ciudadanos, ya abrían sus bocas para poder injerir la sangre.
—¡Parecen unos caníbales! —grité asustada y llorando.
Salí corriendo de ese lugar, me empezaba a sentir mareada y mi vista se puso negra. Desperté en mi habitación, recostada sobre mi cama. Por la ventana pude apreciar que ya era de noche, salí a la sala de estar para ver a mi padre, pero me preocupé al no encontrarlo.
Lo busqué por toda la casa y no estaba, así que tomé mi celular para ver si podía localizarlo. Tenía muchísimas llamadas perdidas, en ese instante me entró una llamada, era de Ofelia.
—¿Bueno? —contesté.
—¿Cómo que bueno? ¿Dónde estás metida? —gritó Ofelia enojada.
—¿Qué pasa? —pregunté asustada.
—Tienes que venir rápido al hospital, tu padre está muy mal y dice que necesita hablar contigo urgente.
Sólo me quedé paralizada, el celular cayó de mis manos. No podía creer que mi padre estuviera grave, no podría resistir otra pérdida más en mi vida.
¡Muchísimas gracias a todos los que están leyendo la historia!
Hemos tenido una gran evolución en el Top de historias de Ciencia ficción.
#154 en Ciencia ficción »10/08/17
#104 »13/08/17
#97 »18/08/17
#81 »19/08/17
#76 »21/08/17
#42 »23/08/17Les agradezco sus lecturas, votos y comentarios. Espero que la historia les esté siendo de su agrado, ya estamos en los capítulos finales.
¡Nuevamente muchísimas gracias! :)
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Tanburg
Science Fiction¿Te imaginas poder vivir en un mundo que realmente no existe? Layla Watson, de veinte años, es una joven doctora cirujana. Vive con su padre August, de cincuenta años, un reconocido escritor de los años ochenta que actualmente tiene una relojería en...