Mi cerebro se congeló al oír aquel nombre, no podía ser él, mi padre había fallecido. Además, no hallaba la manera de creer que mi papá me hubiese causado tanto daño e inclusive a él mismo. Esto era imposible.
—Todo lo que te he hecho te lo mereces, debes pagar todo, absolutamente todo estúpida —respondió aquella persona que decía ser mi padre sin remordimiento alguno.
—Papá... ¿por qué lo hiciste? —pregunté mientras lloraba.
—Enserio que eres una tremenda estúpida —soltó una carcajada—. Ni siquiera reconoces la voz de tu padre. Quería ponerte a prueba, pero veo que eres más estúpida de lo que pensé. Yo no soy tu padre, él está muerto ingenua al igual que la maldita de tu madre.
—¡Ya dime quién eres de una buena vez! —dije tartamudeado y desesperada.
—¿Enserio quieres saberlo, querida Layla? —expresó en tono burlón.
—Seas quien seas, te juro que me las vas a pagar —expresé amenazante mientras me le acercaba.
—Soy Lisa Hunner, tu mejor amiga —habló luego de quitarse la máscara negra del rostro.
—¿Li... Lisa? —pregunté impresionada.
—Así es, o qué, ¿también eres ciega que no me estás viendo el rostro?
Ahora todo concordaba. Fui una completa tonta al no darme cuenta de todas las acciones sospechosas de Lisa, su extraño comportamiento, sus miradas amenazantes, la llamada en el hospital, el libro que decía haberme dado como obsequio, todo calzaba perfectamente.
—¿Por qué me hiciste todo esto Lisa? Tú eras mi amiga...
—Ya lo dijiste, era.
—¿Qué te hice para que tú me hicieras todo esto? —No paraba de llorar.
—Con el simple hecho de nacer y ser hija de Melinda te conviertes en el mismo ser repudiable que ella.
—No hables así de mi madre estúpida. —Tomé valor para enfrentarla—. Ella no fue un ser malo a como dices.
—¿A no? Entonces explícame, ¿por qué no salvó a mi padre? Por su culpa él está muerto.
—¿Qué tiene que ver mi madre con la muerte de tu papá? —hablé elevando mi tono de voz.
—Mucho, ella fue la culpable de que mi padre se muriera. —Se llevó las manos a la cabeza e introdujo sus dedos entre su cabello rubio—. Tu madre lo mató, tu madre mató a Tanner Müller, mi padre.
—¿Qué? —Abrí mis ojos sorprendida al oír el nombre del padre de Lisa.
—Ven acá estúpida —escuchamos una voz que se acercaba hacia la azotea a pasos rápidos.
—¿Mamá, qué pasa? —habló Lisa acercándose a la salida de las escaleras, lugar que daba entrada a la azotea.
La mujer que hablaba era Alissa. Su voz se escuchaba agitada y maldecía enojada por todo lo alto. Era obvio que ella también tenía algo que ver en todo esto.
—Se me perdió de vista Lisa. La acabo de ver, está viva. Pensé que estaba muerta —dijo Alissa desesperada mientras se hacía viento con la palma de su mano.
—¿Cómo? ¿Esa maldita está viva? —preguntó Lisa sorprendida—. Mi teoría era cierta mamá.
—Así es hija, pero sólo será por unos minutos. Pronto la mandaré al oscuro mundo de los muertos.
—¿Qué pasa? —interrumpí decidida a ponerle fin a todo esto.
Otros pasos subiendo las escaleras comenzaron a escucharse desde la azotea. Ya con el cielo más oscuro y un ambiente más frío, el viento soplaba con gran intensidad y a una baja temperatura. Lisa y Alissa, al igual que yo, fijaron su mirada hacia las escaleras, lugar del cual parecía que provenían los pasos.
De pronto apareció saliendo de las escaleras una mujer alta, delgada y con buena figura. No se podía apreciar su rostro ya que el viento provocaba que los rizos de su frondosa cabellera pelirroja se pusieran frente a su cara, impidiendo que se le visualizara.
Vestía un vestido color blanco holgado y fresco que se combinaba con su blanquísima piel. Combinaba su vestuario con unos zapatos del mismo color que el vestido y una faja color dorada que rodeaba su cintura.
—¿Sorprendida Hunner? —habló desafiante aquella mujer con sus labios rojizos mientras se quitaba los mechones de cabello del rostro.
Dejó al descubierto su cara. Se veía fuerte y con mucho carácter. Su rostro reflejaba enojo y tristeza acumulados, aunque sabía ocultarlo mediante una gran sonrisa desafiante. Por alguna extraña razón se me hacía conocida, aunque lograba asociarla con nadie.
—Tú deberías estar muerta estúpida —respondió Alissa algo sorprendida y temerosa, aunque intentaba ocultar su temor haciéndose la fuerte.
—La que debería estarlo eres tú. No supiste comprender lo que pasó con tu...
—¡Ya cállate! Te prohíbo hablar sobre mi Tanner maldita asesina —la cortó Alissa.
—¡Alguien puede decirme lo que está pasando de una buena vez! —grité desesperada.
Estaba cansada, tantos insultos, secretos, reproches, todo era muy confuso. Era el momento de confrontar a todas y que me explicaran todo de una buena vez.
—Tranquilízate Layla —me dijo esa mujer mientras intentaba acercárseme.
—¿Y quién es usted para pedirme que me tranquilice? —espeté enojada de tantos asuntos en mi cabeza.
—Soy Melinda Morris, tu madre.
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Tanburg
Ciencia Ficción¿Te imaginas poder vivir en un mundo que realmente no existe? Layla Watson, de veinte años, es una joven doctora cirujana. Vive con su padre August, de cincuenta años, un reconocido escritor de los años ochenta que actualmente tiene una relojería en...