Capítulo 11

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Me dirigía hacia la habitación de papá, pero mi jefe, bueno, ex-jefe me detuvo.

—¿A dónde cree que va, señorita? —dijo casi gritándome.

—Sólo voy a ver a mi padre, señor.

—La hora de visita es hasta las 4:00 p.m.

Claro, lo había olvidado. Al personal del hospital lo dejan estar con sus familiares enfermos a las horas que quieran, en cambio la gente particular debe esperar la hora de visita, que es hasta las 4 p.m.

Salí del hospital y lo primero que debía hacer era marcarle a Lisa a su celular para ver si estaba libre, necesitaba hablar con ella.

—¿Bueno? —dijo Lisa.

—Hola Lisa, me urge hablar contigo. ¿Estás libre para ir a almorzar?

—Un segundo —miró su reloj— Son las 10:50, espérame 10 minutos.

—Bueno, estaré acá afuera del hospital —colgué.

Al cabo de 10 minutos, el reloj marcaba las 11:00 a.m. Lisa salió y se montó en mi auto. Fuimos a almorzar al local que habíamos ido aquella vez que nos quedamos hasta tarde.

Llegamos y tomamos asiento, Lisa no decía ni una sola palabra, su mirada era a todos lados menos a mi. Decidí tomar la iniciativa.

—Discúlpame, amiga —me ignoró— Ya Lisa, discúlpame por favor.

—¿Acaso crees que es bonito dejar a personas que te aprecian sin saber nada de ti? Incluso pensé que tal vez podías estar en peligro. Pero bueno, —suspiró— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

Mi mente fue un mundo de excusas. No sabía qué decirle, si contarle esta locura que ni yo entendía. Luego de unos segundos en silencio, dije lo que mejor se me ocurrió en el momento.

—Es que, estuve bebiendo alcohol —tragué saliva.

—¿Qué? —frunció el ceño— ¡Pero si tú odias el alcohol!

—Bueno, fui una tonta. Entre tantos problemas creí que esa era la solución, pero ya comprendí que con eso no gano nada, discúlpame amiga.

—Está bien, pero con el que sí tienes que hablar es con Mario, lo dejaste plantado al pobre.

—Sí, dentro de un rato lo llamo.

No me gustaba la idea de mentirle a mi mejor amiga, pero creo que era lo mejor.

Luego de unos minutos nos sirvieron la comida. En ese momento mire por la ventana y pasó de lejos Ofelia, la amiga de papá.

—Esa mujer me ha dado mala vibra —miré a Lisa.

—¡Como puedes decir eso! Doña Ofelia es un amor, además es muy atenta con tu padre, todas las tardes pasa a visitarlo.

—¿De verdad? —dije extrañada.

Esa mujer siempre me ha dado una sensación de que algo esconde, en el vecindario muchos dicen que es bruja. Nunca le he dicho nada a papá, no sé si él sabrá. Además por respeto a Mario, ya que Ofelia es su tía es que intentó ser amable con ella cuando me saluda.

—Por cierto Lisa, había olvidado decirte algo, me despidieron.

—Lo siento amiga, aunque era de esperarse —me dio un abrazo— No supongas que con faltar varios días al trabajo puedas regresar como si nada, pero tranquila, yo hablaré con el jefe para ver que puedo hacer.

Luego de un par de horas hablando, miré mi reloj y vi que eran las 2:00 p.m.

—Lisa, ¿A qué hora tienes que volver al hospital?

—Tranquila, hasta las 4:00 p.m. ¿Qué hora es? —dijo curiosa.

—Las 2 de la tarde.

—¡Ya casi viene! —dijo Lisa.

—¿Quién?

—Ya lo verás.

Luego de unos minutos llego la persona que Lisa estaba esperando.

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