Capítulo 4

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—¿QUÉ? ¡No puede ser! —dije alterada.

—Enfermera, acompañe a la doctora Layla afuera —dijo mi jefe.

-¡NO! Yo quiero quedarme con mi padre —dije estallando en llanto.

La enfermera Sussie me llevó a la sala de descanso. Mi cuerpo se paralizó, sentía que mi sangre se había congelado... Mi padre estaba en esa fría camilla, luchando por su vida. Caí al suelo, me desmayé...

Cuando desperté estaba... ¡En la entrada de la cárcel! El lugar donde había quedado en mi último "sueño". Por alguna extraña razón, no me sentía triste, mi mente había olvidado lo de mi padre por un momento.

Esta vez si entré a la cárcel y, allí estaba Tanner, era un hombre alto, cabello castaño oscuro, ojos color miel, acusado de algo que no cometió. Estaba sentado en una silla junto a un policía.

—Ah, al fin llego abogada, la estábamos esperando. Él es el señor Tanner —me dice el policía.

—¿Abogada? ¿Yo?

—Sí, ¿usted no es la señorita Layla Watson?

Soy yo, ¿Soy abogada? —pensé.

—Ah sí, disculpa por la tardanza —le estreché la mano, que acabo de decir, ¡Yo no soy abogada!

—Los dejo solos para que hablen sobre el caso. —el policía salió.

—Hola, espero que me ayudes a salir de aquí, yo soy inocente —dijo Tanner.

—Tranquilo, pronto todo se solucionará —le dije.

¿Qué será esto? ¿Porqué estoy acá de nuevo? Al parecer existo de otra manera en este sueño, o ¿mundo? Y no soy doctora, sino abogada —pensé.

—Oye te me haces conocida... ¿Nos hemos visto antes? —preguntó Tanner.

—¿Tú crees? La verdad no se —dije.

—Soy Tanner Müller —me estrechó la mano.

Sentí un calambre que recorría todo mi cuerpo, algo que no había sentido antes, aunque, me gustaba.

Luego de un rato terminó la hora de visita, salí y afuera del reformatorio había un chofer con un auto.

—Por aquí, señorita Watson —dijo el chofer.

¿Es a mí? ¿Me estará diciendo a mí? —pensé.

—Señorita, por aquí —me empezó a hacer señas.

Con eso me convencí que sí.

—Disculpe, ¿dice que es mi chofer? —pregunté.

—Pues sí señorita —dijo extrañado.

Me dirigí hacia él, me abrió la puerta del auto y me subí, era un auto bastante lujoso, estaba un poco confundida, aunque ya es costumbre.

—¿Hacia dónde vamos? —pregunté.

—A su casa señorita, ¿O desea ir a algún otro lugar? —dijo mi chofer.

—No, no. ¿Cómo te llamabas disculpa?

—Bender, señorita. —hizo el rostro un poco extraño, aunque luego sonrió.

Llegamos a "mi casa". Era enorme, me bajé del auto.

—Señorita, el señor Mario la espera para cenar. —dijo Bender, el chofer.

—¿Mario? ¿Quién es Mario? —pregunté.

—Su esposo, señorita Layla —dijo confundido— Mary (sirvienta) acompañe a la señorita.

¿Mario? —pensé.

—Acompáñeme señorita —dijo Mary.

La seguí, la casa se veía enorme, muy lujosa. Al llegar adentro, había un hombre de espaldas.

—Con su permiso —dijo la sirvienta y se marchó.

¿Será este el tal Mario? —pensé.

El hombre se volteó, me miró a los ojos.
¡No puede ser! ¿Mario Schleiden? ¿Mi mejor amigo es mi esposo?

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