Capítulo 44

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—¿Mamá? —pregunté anonadada por lo que dijo.

La miré fijamente a su rostro, su mirada me transmitía seguridad, consuelo, compañía. Sus rasgos faciales eran similares a los mías, su cabello era tal como lo recordaba, rojizo y rizo. Aquella mujer era muy similar a mi madre, la que se supone que murió hace veinte años.

A pesar de su abundante parecido, no podía dejarme llevar. Ya lo había hecho Lisa con lo de mi padre y podía volver a engañarme con que esta mujer fuera mi madre. Ahora tendría que ser más precavida.

—No te creo. Mi madre está muerta —respondí firme.

—Veo que ya eres más precavida Layla —habló burlona Lisa.

—Por favor Layla, créeme. Yo soy tu madre, mírame a los ojos.

—¿Cómo estás viva perra? Si recuerdo perfectamente que te quemé hasta la muerte —espetó Alissa interrumpiendo.

—Soy más lista que tú —le respondió la mujer que decía ser mi madre.

La miré un poco más y no pude contenerme. Rompí en llanto mientras me abalanzaba hacia ella para darle un abrazo, lo necesitaba. No sabía si realmente fuera mi progenitora, pero algo en mi corazón me decía que sí.

—¿Mamá? —pregunté llorando.

—Sí hija mía, soy yo. Estoy de vuelta para vengar todo el daño que nos han causado estas desgraciadas. —Me dio un caluroso abrazo.

—¿Y por qué hasta ahora mamá? ¿Por qué fingiste estar muerta durante veinte años? No sabes cuánto te necesite.

—Lo sé hija perdóname, pero todo tiene una explicación.

—Ya déjense de cursilerías que tenemos que hablar frente a frente, como las mujeres que somos —interrumpió el acto Lisa.

—Te prometo que más tarde aclararemos todas nuestras dudas cariño, ahora debemos vengar la muerte de tu papá —me susurró mi madre.

—¿Y si no salimos vivas? —pregunté temerosa.

—Ya verás que sí —respondió segura—. Ahora sí Alissa, aclaremos todo esto de una buena vez. Te lo repito por milésima vez, yo no tuve nada que ver en la muerte del señor Tanner.

—Claro que sí, si hubieses sido una mejor abogada y hubieras defendido a mi hombre de la mejor manera, él ahorita estaría con nosotras.

—¿Qué es todo esto mamá? ¿Por qué esa mujer te acusa de asesina? —pregunté a mi madre confundida.

—Mira hija, te voy a explicar todo, absolutamente todo.

—Claro, cuéntale cómo mataste a mi marido —irrumpió Alissa con los ojos llorosos.

—Todo comenzó un treinta y uno de diciembre. Tanner Müller, esposo de Alissa y padre de Lisa, se había peleado con Alissa; por lo tanto fue a pasar el fin de año junto a sus padres y hermanos menores. La familia del señor Müller fue brutalmente asesinada, Tanner no estaba en casa durante el ataque ya que había salido por unos minutos. La policia fue alertada por los vecinos de lo sucedido, llegaron al lugar de los hechos y encontraron a Tanner ileso, lo que les pareció sospechoso así que lo llevaron arrestado. Yo era abogada, así que Alissa me pidió de inmediato que fuera la defensora de su esposo.

—Y no sabes cuánto me arrepiento —interrumpió Alissa.

—Mi madre miró a Alissa con odio—. Enviaron a Tanner a juicio. Busqué todas las pruebas que pude, reuní todo lo necesario que afirmaba que el asesino no era mi cliente y mi amigo de hace muchos años, pero el juez no cambio de parecer. Sin las pruebas necesarias que lo declararan como asesino, el juez lo declaró culpable de todos los cargos y lo sentenció a la pena de muerte. Fue ejecutado, le arrancaron su cabeza frente a todos nosotros.

—Así es como nos pagaste tantos años de amistad. —Alissa rompió en llanto.

—Mi mamá no es culpable de nada, entiéndelo Alissa. Ella hizo lo que pudo. —Traté de hacerla entrar en razón, pronto nos pagaría todo lo que hizo.

—Pero es una inútil, no hizo bien su trabajo —habló Lisa gritando.

—¡A mí no me hables así! —La calló mi madre.

—Por lo menos ya pagaste un poco el error de tu madre, sufriste el mismo dolor de perder a tu padre como lo sufrió mi hija —me dijo Alissa con su rostro malicioso.

—¿Entonces Ofelia no mató a mi padre? —pregunté confundida.

—Si que eres estúpida Layla —dijo Lisa.

—Ella no tiene nada que ver, fui yo quien lo mató. Yo preparé la tarta de manzana con potasio y se la entregué a tu padre, yo lo maté —habló Alissa como si estuviera orgullosa de lo que hizo.

—¡Oh estúpida! —Mi madre intentó golpearla.

—¿Y Mario? ¿Acaso ustedes tuvieron algo que ver también? —pregunté mientras miles de lagrimas salían de mis ojos.

—Así es maldita, fui yo quién le disparó aquella noche, también fui yo la que lo obligué a ahorcarse. —Lisa tomó mi barbilla—. El muy idiota se creyó el cuento de que si se suicidaba yo te dejaría en paz.

—Aléjate de mí maldita. —La miré con odio mientras apretaba mi mandíbula.

Traté de contener mi enojo, todavía no podía golpearla, quería escuchar más de los males que habían hecho para poder culparlas si salía viva de aquí.

—Mario besaba delicioso, no sabes cuánto disfrute hacer el amor con él antes de que falleciera —dijo Lisa pícara—. Es una lástima que una hermosura como él tuviera que pagar los platos rotos por algo ajeno. Eso le pasa por meterse con alguien tan asqueroso y despreciable como tú. —Enredaba mechones de cabello entre sus dedos.

—¡Maldita! —Le di una fuerte cachetada dejando salir todo mi odio, no pude contenerme más—. Y esto te pasa a ti por perra y zorra.

—Ah, Melinda, yo también disfruté mucho haciendo la tarta para tu esposo. La agregué el potasio y el veneno con mucho amor —expresó Alissa burlona acercándose hacia mi madre.

—¡Esto ya es demasiado!

Mi madre tomó el valor suficiente y tomo una bocanada de aire para posteriormente correr hacia Alissa y tomarla del cabello.

—¡Golpéala duro mamá! —alentó Lisa—. Piensa en lo que le hizo a mi padre.

Comenzaron a pelearse, se jalaban sus cabellos y no tenían noción del lugar donde se movían.

Estaban acercándose hacia el vacío, si seguían así, caerían desde la azotea a la calle.

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