Otabek es un alfa con un problema que no puede ignorar, una mordida que no debería estar ahí. Para resolver el problema tendrá que encontrar al omega que lo ocasionó, Yuri Plisetsky. Pero Yuri ha escapado y nadie conoce su paradero. Mientras lo b...
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Otabek vio cuando Jean levantó a Yuri por el cuello, sosteniéndolo en el aire sin esfuerzo, pero su cuerpo no reaccionó. El rubio jadeó por la sorpresa y como en cámara lenta, Otabek pudo ver el momento en que se preparaba para patear a Jean en el pecho.
Yuri podía ser un omega y todo lo que se dijera, pero sus conocimientos en defensa personal no eran cosa de juego.
—¡Yuri! —la voz de Otabek demandaba que le obedeciera y el omega en Yuri quiso gemir en respuesta. Eso fue suficiente para que se detuviera, sujetándose de los brazos de Jean para evitar que éste lo asfixiara. Al mirar el rostro desencajado del mayor, sus lágrimas y la forma en que temblaba mientras lo sujetaba, supo que, de alguna forma, Jean había descubierto lo que había hecho. Cerró los ojos y rogó porque aquello terminara pronto.
—¿Cómo pudiste, Yuri? —siseó su atacante.
—Jean, bájalo —intentó razonar con él, su lado alfa luchando por no atacar a Jean y para proteger al omega. No sabía la razón por la que su novio actuaba así, pero tampoco podía dejar que le hiciera daño, Jean no se lo perdonaría. Lo apretó con firmeza entre el cuello y el hombro con los dedos, haciendo que perdiera la fuerza en los brazos y Yuri aprovechó para soltarse, alejándose de inmediato. Jean intentó ir tras él de inmediato.
—¡Eres un maldito bastardo! —gritó cuando Otabek lo sujetó con fuerza por la cintura. El forcejeo lastimó las costillas de Otabek y casi lo hizo perder la respiración. Con todo, intentó hablarle a su novio.
—Jean, ¿qué sucede? Ya di qué te pasa —le suplicó
—¿Qué me pasa? ¡Qué me pasa! Este maldito hijo de perra, ¿cómo pudo hacerte eso? ¿C-cómo, Beka...? —Jean se estremeció al recordar lo que había visto en el monitor de su laptop y cerró los ojos con un sollozo, perdiendo las fuerzas y dejando que Otabek lo abrazara.
—¿Hacerme qué? Háblame, Jean —continuó intentando razonar con él
—Él... vino aquí... y le hizo daño a la persona que más amo... te hizo daño a ti, Beka. ¿Cómo pudo...? —y Otabek supo que de alguna forma se había enterado de lo que Yuri le había hecho. Él no podía saber que las mordidas habían sido lo de menos, que Yuri planeaba hacer otras cosas peores. Esa noche, cuando Yuri lo encontró, su falso celo de omega aún estaba pasando y él era como un cervatillo indefenso. Nadie, aparte de Chris y Masumi, habría entendido lo que le estaba sucediendo. Ante los ojos de Yuri él era un alfa.
Él se había dado cuenta de que el rubio había mordido todas las marcas que Jean había dejado, tal y como lo habría hecho un alfa extremadamente celoso. Eso lo había hecho sospechar que la marca que el rubio había dejado en su hombro, aquel lazo mal hecho a medias, había tenido mucho que ver con su cruel reacción.
Pero Jean no entendería nada de eso, mucho menos ahora que estaba conmocionado.
—Jean, amor, mírame. Estoy bien. Solo mírame —lo abrazó para luego tomar su cara con cuidado y obligarlo a verlo a los ojos. —Estoy bien, ¿lo ves?
