OmegA 12 (Fanservice)

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Como dice el título de este capítulo, quiero dejarles un poco de fanservice.  Para los que gustan de un poco de OtaJJ.  No quita ni añade a la trama,  no hace falta leerlo para continuar la historia.  Así que, ustedes deciden si lo leen o no.

He publicado el siguiente capítulo junto con este, para no interrumpir la continuidad de la historia.

Media: Bang Bang ft. Max, Sam Tsui & Kurt Schneider by Jessie J, Ariana Grande & Nicky Minaj

 Max, Sam Tsui & Kurt Schneider by Jessie J, Ariana Grande & Nicky Minaj

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—Jean, quítate esa camisa —le urgió—, no me gusta como hueles con ella.

El ronroneo de su Beka se escuchó como una advertencia y obedeció, sintiendo que el corazón le latía a prisa. Apenas quitarse la camisa el menor comenzó a desabrocharle el pantalón.

—Cachorro... ¿estás tratando de cambiar el tema otra vez?

—¿Te molesta?

—No... para nada. Solo... ¿recuerda el lubricante? —Otabek se detuvo, controlando su lado alfa y prestándole atención a todas las indicaciones que el cuerpo del humano le estaba dando en esos momentos. No podía dejarse llevar por las inexistentes feromonas, ni por la débil aura, así que miró a su novio directamente a los ojos. El mayor tenía un leve sonrojo y los labios entreabiertos, las pupilas parecían levemente dilatadas y casi podía escuchar su corazón golpeando con fuerza contra su pecho. Acarició el costado de Jean y lo sintió estremecerse. Era una mezcla de excitación y temor a la vez.

—¿Cuántas veces has hecho esto, Jean? —susurró acariciando su pecho y deteniéndose para admirar la forma en que los músculos se contraían con suavidad.

—No muchas... apenas un par de veces... —Otabek se levantó del suelo de la cocina y le tendió la mano a su novio. No quería que esa ocasión especial fuera simplemente en el suelo cuando él podía hacerlo mejor que eso.

—Vamos —Jean le regaló una sonrisa pequeña, de esas que le calentaban el alma, antes de tomar la mano que le ofrecía.

La repentina docilidad del mayor ante su lado alfa lo excitaban sobremanera. Las caricias que Otabek le daba lo hacían intentar no gemir demasiado sin lograrlo.

No le fue problema ninguno la diferencia de estaturas cuando lo tuvo acostado en la cama sobre su vientre, besando su espalda y acariciando sus muslos. Jean apretaba la almohada cada vez que le mordía en algún punto sensible.

Otabek adoraba a los omegas dóciles, eran su debilidad. El cambio de Jean de alfa a omega lo maravillaba. Cada pequeño gemido, cada jadeo tembloroso eran exactamente lo que quería escuchar y lo excitaban. Sonrió al recordar que Jean había pedido lubricante. Nuevamente otra diferencia para recordarle que su novio era humano.

Se preguntó cómo reaccionaría Jean cuando se diera cuenta de la cantidad de propiedades que poseía su familia. Cuando se diera cuenta que en su mundo él era una persona acaudalada. Lo primero que haría sería alquilar una casa no muy lejos de sus padres, aunque fuera solo por un par de días. Así tendría a Jean para él solo.

De momento prefería regresar su atención al trasero de Jean, un trasero deliciosamente redondeado que esperaba ser preparado. No pudo contener la tentación de morder uno de los firmes glúteos.

—¡Beka! Ya deja de molestarme y hazlo. Me estás enloqueciendo, cachorro.

Otabek se preguntó si sería buena idea secuestrar a Jean. Llevarlo a su mundo y no traerlo de vuelta jamás. Mantenerlo a su lado sin posibilidad de escape. ¿Desde cuándo tenía la certeza de que Jean lo seguiría a donde fuera?

Separó las piernas del mayor, acariciando su entrada con un dedo lubricado, asegurándose que la fricción sería perfecta. El sexo de Jean se endureció y palpitó con la íntima caricia, ya le daría atención en un momento. Lubricó su propio sexo y se colocó en posición sin mucho preámbulo. Eso hizo que Jean reaccionara.

—¡Espera! Beka...

—Prometo ser gentil, amor. Ya sé que eres muy sensible —murmuró acariciando su espalda de forma conciliadora.

—Sí... eso quería decirte —Jean pareció relajarse.

—Primero me pides que me apure y luego que no sea rudo. ¿Quién te entiende, Jean?

Otabek fue cuidadoso, manteniendo un control total hasta que estuvo en el interior de Jean y el mayor le pidió finalmente que se moviera.

La tentación de morder el hombro de Jean era grande, aun cuando sabía que no sería agradable para él, por lo que un par de veces terminó mordiendo su propio brazo para evitarlo. Lo que no pudo evitar fue que su nudo de alfa quedara en el interior del mayor.

Pudo sentir cuando Jean intentó alejarse y lo sujetó por las caderas para mantenerlo en su lugar. Su lado alfa ronroneó excitado al escuchar los gemidos más agudos. —Solo arde un poco, dale un momento —susurró cuando Jean se quejó de que la tenía muy grande.

Fue una de las noches más satisfactorias para Otabek. En dos años había evitado su celo, siquiera mostrar su lado alfa, por respeto a Chris y a Masumi, intentando ser casi como un beta para ellos y solo acudiendo cuando ya era inevitable. Trataba de no recordar las noches con Chris, evitando crear un lazo con él, eso habría sido desastroso y cruel para Masumi, quien era uno de los omegas más dulces que había conocido.

Aún faltaba un poco más para que su celo de alfa llegara, por eso era más fácil controlarse con Jean para no hacerle daño. Jean no tenía un gemido de omega que le indicara que estaba siendo demasiado rudo, por eso necesitaba todos sus sentidos alerta, para no hacerle daño. Sin embargo, dudaba que pudiera soportar el empuje de su libido más de un par de veces. Al menos no sin acostumbrarse antes.

Sonrió para sus adentros, él se encargaría de trabajar con la resistencia de Jean. Tal vez incluso le enseñaría a gemir como un omega, eso si su mente no reventaba con todo lo que tendría que asimilar cuando lo llevara a visitar a su familia.

—Beka... ya no puedo más, por favor... —salió del interior del mayor con cuidado, ayudándolo a ponerse de espaldas. La entrepierna de Jean estaba algo resbalosa a causa de los fluidos de ambos y del lubricante. Agradeció que el moreno de ojos claros no fuera un omega, o no habría podido salir de su interior en esos momentos.

Jean por su parte, se había rendido completamente, demasiado cansado para moverse. Apenas lo suficientemente consciente para preguntarse cómo era posible que Beka pudiera soportar que él le hiciera el amor tantas veces cuando él no podía apenas durar dos o tres rondas.

Gritó cuando Beka aceleró el ritmo, corriéndose al tiempo que se arqueaba contra el cálido cuerpo. Beka continuó su ritmo varios minutos más, escuchando los quejidos, casi sollozos de Jean, quien rogaba porque el menor terminara.

Beka terminó con un gruñido salvaje, dejándose caer a un lado mientras recuperaban el aliento y sonrió cuando Jean no volvió a abrir los ojos. Su pecho se notaba aún agitado y Beka lo besó con una pequeña sonrisa, acariciando los negros cabellos con ternura. Ahora sí podría descansar.

OmegA (Otayuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora