Otabek es un alfa con un problema que no puede ignorar, una mordida que no debería estar ahí. Para resolver el problema tendrá que encontrar al omega que lo ocasionó, Yuri Plisetsky. Pero Yuri ha escapado y nadie conoce su paradero. Mientras lo b...
Media: Say Something, por Christina Aguilera, cover por Pentatonix
Y pues, lo prometido es deuda. Aquí está el siguiente.
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Jean se recostó en la cama e intentó conciliar el sueño sin lograrlo. Algo le molestaba, como un pequeño dolor de cabeza que no terminaba de llegar. Trató por varias horas, pero cuando dieron las dos de la madrugada se levantó. Dar vueltas en la cama le incomodaba mucho más que no poder dormir.
Se cubrió con una bata y salió a caminar por la casa en silencio. Todavía no conocía muy bien el lugar, pero sabía cuál era la habitación donde estarían su novio y Yuri. Aunque intentó evitarlo terminó parado frente a aquella puerta. Moría por saber lo que sucedía en el interior.
Decidió que lo mejor sería ir a la cocina por un poco de agua en vez de continuar torturándose. Si había entendido todo bien, marcarse era equivalente a casarse. No hacía falta papeles, no hacía falta una firma ni un anillo. Aquella marca en el cuello era suficiente.
No pudo evitar pensar en lo que habría pasado si él hubiera sido uno de ellos. ¿Habría sido un lazo entre los tres? Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Yuri apareció a la entrada de la cocina.
—Jean... —susurró— pensé que estabas dormido.
—Insomnio. ¿Y tú? Pensé que... —se detuvo justo antes de decir algo comprometedor. Yuri bajó la cabeza y se apresuró a llegar a la nevera. —No te ves bien —comentó luego de apreciar el color rojizo en los ojos del rubio.
—¿Tú crees? —aunque Yuri estuviera deseoso de hablar con él, no podía simplemente sacar ese tema con Jean. No era lo correcto, para nada. Se sirvió un vaso con agua y susurró una corta despedida.
—¿Dónde está Beka?
—En el cuarto... —mintió.
—Yuri... —el rubio se detuvo de inmediato —¿quieres hablar?
El rubio renegó por lo bajo. —¿Acabo de quitarte al novio y preguntas si quiero hablar contigo? ¿Eres idiota o qué? —escuchó que Jean arrastraba uno de los taburetes cerca de la barra de la cocina, el sonido chirriante lo hizo apretar los dientes para evitar la molesta sensación.
—Siéntate —odiaba cuando Jean hacia eso. Lo escuchó golpear suavemente el asiento del taburete y quiso obligar a sus pies a ignorar el llamado del humano. —Yuri... no me hagas levantarme de aquí, estoy cansado.
—¿De qué quieres hablar? —el moreno lo tomó con suavidad de la barbilla y lo hizo voltear la cara hacia la luz de la cocina para verlo a los ojos.
—¿Cuánto más vas a esperar para pedir su ayuda? Conociéndote como te conozco... vas a dejarlo para cuando ya sea demasiado tarde.
—Eso no es tu asunto. Ya deja de meterte donde no te llaman.
