OmegA 28

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¿Podrán creer que la vecina vino aquí y me ofreció su password de su módem?  O sea... O sea... ¡¡vivo al lado de una santa!!

¡Además, ella pagó por debajo de la mesa y mató el becerro gordo para atraer a los empleados de la energía y ellos ya nos repararon las líneas a todos los del sector!  Así que... prepárense que el ritmo de actualización será más rápido.  ¡Yay!

Yuri tomó otro bocado de su plato y cerró los ojos con placer, cosa que Otabek llevaba un rato observando

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Yuri tomó otro bocado de su plato y cerró los ojos con placer, cosa que Otabek llevaba un rato observando.  Jean realmente le había dicho la verdad cuando le dijo que a Yuri le gustaban los restaurantes caros.

—¿No piensas comer?  –preguntó su compañero al notar que apenas había probado bocado.

—No tengo mucho apetito —Yuri le dedicó una de sus miradas.  De esas que decían que su excusa era una mierda y que no se lo estaba creyendo ni por un segundo, pero no dijo nada hasta que terminó de comer y estuvieron esperando el postre.  Fue entonces que le dedicó un respingo y una mirada verdosa llena de hastío.

—Beka, ¿recuerdas cuando te dije cómo se sentía el amor de los humanos y dijiste que sonaba como una enfermedad? —el moreno asintió sereno —tu falta de apetito... ¿es por esa enfermedad?

Otabek se quedó completamente quieto.  No era que no lo hubiera pensado, más bien que pensaba que el rubio no se daría cuenta.  Sentía como si tuviera aquella enfermedad humana multiplicada al triple.

Asintió en silencio, mirando el fino mantel sobre la mesa, incapaz de levantar la vista y enfrentar al rubio.  Lo que le había dicho hace poco, acerca de intentarlo con más dedicación, no valía nada si continuaba ocultándole cosas.  Era estúpido intentar ocultar nada, especialmente sus sentimientos, como una pareja marcada, los sentimientos de ambos podían ser intuidos por el otro con facilidad.  Claro que en lo personal... él había estado bloqueando a Yuri tan sutilmente como le era posible.

—Si estuviéramos en la tierra te diría que lo llamaras.  Eso suele ayudar.  Pero tienes suerte —sacó el móvil y comenzó a deslizar su dedo sobre la pantalla con seriedad.

—¿Qué haces?  No puedes llamarlo.

—Serás idiota, claro que lo sé.  Solo quiero mostrarte algo que el estúpido de Jean dejó para ti.  Se imaginó que algo así pasaría —le ofreció el móvil cuando encontró lo que buscaba y le hizo señas para que reprodujera lo que parecía ser un vídeo.

Apenas hacerlo Otabek sintió una especie de alivio en todo su cuerpo.  En el vídeo de cerca de cinco minutos Jean lo saludaba y le hablaba, contándole lo que pensaba hacer cuando llegara a la tierra y haciendo sus comentarios chistosos de siempre.  En el vídeo el moreno de ojos claros le aseguraba que todo saldría bien y hablaba con la cara bastante cerca de la cámara del teléfono.

Yuri se recostó del asiento y sonrió para luego darle una patada al alfa por debajo de la mesa.  Otabek levantó la cara de inmediato en su dirección, en sus ojos había una expresión de agradecimiento infinito.

OmegA (Otayuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora