Otabek es un alfa con un problema que no puede ignorar, una mordida que no debería estar ahí. Para resolver el problema tendrá que encontrar al omega que lo ocasionó, Yuri Plisetsky. Pero Yuri ha escapado y nadie conoce su paradero. Mientras lo b...
Tenía el capítulo listo desde temprano en la mañana, pero ni el internet, ni la energía quisieron cooperar para que lo publicara temprano. Hasta ahora no regresó. Pero aquí está lo prometido, espero que lo disfruten y que puedan calmar sus dudas.
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Yuri tembló al escuchar la voz del otro lado de la línea, pero de inmediato trató de tranquilizarse sabiendo que Otabek podría sentir su temor si permitía que se saliera de control.
—Yuri, qué bueno escucharte. ¿Está cerca el cachorro?
—Él... está preparando el desayuno. ¿Quieres hablarle? —preguntó temiendo lo peor.
—No... de hecho, quiero hablar contigo, pero cuando estés a solas. Me estoy quedando en casa de Víctor justo ahora. ¿Te parece si vamos a algún lugar?
—Yo... pues... debo... debo revisar mi agenda. Desde que comencé a trabajar en la compañía de Víctor tengo el tiempo algo apretado —mintió.
—Sí, no te preocupes. Solo dime cuándo y dónde y estaré allí. Estaré un par de días solamente, así que si puedes hacerme espacio eso sería genial.
—Sí, sí, no te preocupes, te llamaré tan pronto revise —a lo lejos escuchó que Otabek volvía a llamarlo para desayunar y se preocupó de que el moreno fuera a entrar a la habitación buscándolo y lo viera en el móvil. —El cachorro se está impacientando, debo colgar. Es... bueno escucharte.
—Yuri... es bueno escucharte también. Espero poder verte antes de irme. Cuídate mucho.
Yuri escuchó el sonido que anunciaba que la llamaba había terminado y se quedó mirando su aparato por un rato hasta que escuchó los pasos de Otabek en dirección al cuarto. En un acto reflejo tiró el móvil a la cama y comenzó a revisar los pantalones. Cuando Otabek vio lo que hacía fue hasta donde estaba con una sonrisa y le arrebató la prenda, tirándola sobre la cama.
—No necesitas eso —y lo tomó de la mano para llevarlo a la cocina. Allí Yuri vio que el moreno había preparado un desayuno alto en proteínas y se le hizo agua la boca.
Un poco después del desayuno, Yuri le dejó saber al moreno que tendría reunión para un posible trabajo y que estaría de vuelta después del almuerzo. Claro que fue observado con cierta sospecha, pero no pasó de ahí y cuando finalmente se sintió seguro en el auto, Yuri sacó su móvil y le marcó a Mila.
—¡Mila! Necesito un favor —dijo apenas escuchar que contestaban al otro lado. La mujer dio un gruñido molesto.
—Yuri, ni siquiera dices buenos días.
—Buenos días, Mila, necesito que me hagas un favor.
—Cielos, ya volviste a ser el pequeño ogro que siempre supe que eras. ¿Qué quieres?
—Necesito que me cubras con Beka. No creo que te llame, pero si lo hace, ¿podrías decirle que estamos en una reunión? —cruzó los dedos. Casi nunca le pedía favores, usualmente lo ayudaba, pero un favor de esa magnitud ya era otro asunto.
