Y comenzó a escampar...

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A Melendi realmente le dolía verme así, se le notaba incomodo y hasta nervioso. Está claro que estas situaciones no son del agrado de nadie y es fuerte ver como una persona tan habladora como él se queda sin voz a causa de sus emociones. Se encontraba compartiendo mi tristeza aunque eso no supuso repartirla a partes iguales sino sentirla en el mismo grado.

Y a pesar de notar como desde hace unos segundos no paraba de tragar saliva en un intento de contención emocional, al final logró mostrar fortaleza... una fortaleza que debía y quería transmitirme y a la que acompañó con unas espontáneas palabras

- Ehh ya... ya está... (se acercó para darme un beso en la frente mientras estrechaba mi cara entre sus manos) Malú no sé... no sé a qué se debe todo esto que te pasa, sin embargo, no creo que sea culpa tuya y menos por un motivo específico, en una relación hay dos personas, dos. Y quizá de lo único que tú y yo podamos pecar, es de creer en ese amor considerado a menudo utópico, no te comas la cabeza de verdad, no merece la pena. Pero también sé y escúchame bien ahora que te lo confieso con plena entereza, vas a encontrar al hombre que te mereces, a ese que va a hacer todo eso que has dicho antes no porque tú quieras, sino porque lo siente así. Y yo... yo voy a cantar en vuestra boda, eso seguro, una canción para vosotros

- ¿De verdad lo crees?

- ¿Cuándo te he mentido? Y deja ya de llorar, ni una lágrima más por favor, mírate (me señaló con la palma de la mano esbozando por primera vez en el día una radiante sonrisa)

No recordaba ya su capacidad de transmitir tanto con ese simple gesto, algo que me hizo reaccionar

- Joder Melen tío cierra los ojos, no quiero que me veas más así... estoy fea

- ¿En serio piensas que algo tan natural y humanizante como es llorar puede hacer a una persona fea?

- Claro, debo tener los ojos hinchados y al final lo que se siente por dentro se refleja en el exterior

- ¿Tú crees que cuando llueve la luna deja de ser bonita?

- ¿A qué viene eso? (por fin sonreí aunque fuera desconcertada)

- ¿Lo crees?

- No... supongo que no

- Pues eso

- ¿Sabes que eres el canalla con alma de poeta que me hace reír siempre no?

- Sí, me gusta que me lo recuerdes aunque ni la mitad de lo que me gusta causar tus sonrisas

Después de todo, después de haberle escuchado hablar con tal aliviadora sinceridad, sentí un impulso de besarle

¿Amigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora