Volviendo a la real normalidad...

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De nuevo me hizo sonreír y esta vez como una tonta porque él no estaba presente. Siguiendo sus pretensiones desayuné y poco después me subí a duchar, desprendiéndome por fin del pijama, ese pijama que se había convertido en una parte más de mí, durante estos últimos dos días. Lo dejé caer mientras me miraba al espejo, mi cara todavía perfilaba ciertas pinceladas de tristeza, aunque me esforcé por dibujar en ella una sonrisa que las suavizara. Entré en la ducha y abrí el grifo, el agua comenzó a caer en mi cabeza y continuó su recorrido hasta el suelo, deslizándose por cada tramo de mi cuerpo. Era tan relajante cerrar los ojos y sentir ese líquido transparente continuar su trayectoria, ese liquido que no tiene barreras, que es capaz de colarse por cualquier rincón y arrollar todo a su paso.

Cuando salí de la ducha me preparé decidida a salir, lo necesitaba. Había pasado tanto tiempo en esta lúgubre tiniebla, que parece que estuviera sumida en una verdadera y eterna noche polar. Necesitaba iluminar mi existencia y respirar... respirar aire fresco. Bajé por las escaleras en dirección a la puerta y abrí. Me asombró un golpe de frío que sinceramente agradecía, pude entonces volver a ver la brisa haciendo temblar las pocas hojas que se mantenían en los árboles, pude volver a ver la claridad de un sol cubierto que deslumbró y contrajo mis pupilas.

Caminé por la calle sumamente relajada, decidí sentarme en un banco de un parque casi desierto, cuando apenas llevaba allí unos minutos se acercó a mí una encantadora señora de unos setenta años preguntándome 

- Joven ¿Puedo sentarme aquí?

- Por supuesto

Me desplacé un lugar dejándole el sitio más cercano, ya que su movilidad dependía casi enteramente de un bastón. Una vez a mi lado no hacía otra cosa que mirarme, me sentía un poco incomoda sin embargo resultaba tan tierna... al final me atreví a hablarle

- ¿Está bien?

- Sí, muy bien hija. Es que me vas a perdonar pero tu cara me parece bastante familiar

- ¿De verdad? (reí) a ver cómo se lo explico... soy cantante así que probablemente me haya visto en las revistas o la televisión

- ¿Eres famosa?

- Sí... bueno algo así... me llamo María Lucía Sánchez Benítez

- Ayy pues no me suena

- ¿Y Malú?

- Ayyy Malú la de La Voz, la sobrina de Paco de Lucía

- Sí señora, esa misma

- ¡Qué sorpresa por favor! ay hija... ¡Qué emoción!

Se lanzó efusivamente a darme un abrazo añadiendo al segundo

- Vi el otro día en la televisión a ese

- ¿A ese?

- Al que era tu pareja, al muchacho ese que salió a publicarlo todo, te diré hija que yo nunca lo he aguantado, era muy poco para ti cariño, muy poco...

No sabía si reír o llorar, me encanta la forma de ser de esas personas que te dicen todo tal como lo ven sin adornar

- No sé... gracias

De repente nos sorprendió el tono de mi móvil, recordé entonces que no lo había vuelto a tocar desde hace horas. Sin prestarle atención al dueño de la llamada lo descolgué

- ¿Si?

- Lula ¿Cómo estás?

- Bien Melen, bien

- ¿Dónde estás que se oyen ruidos?

- Sentada en un banco en la calle con una señora muy maja (la miré y me reí)

- ¿Qué?

- Nada ya te contaré

- ¿Quieres que nos veamos?

- Claro, sabes que eso siempre lo quiero

¿Amigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora